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Se hizo famosa por una canción, como le ocurre a los grandes personajes del imaginario colectivo y tal vez porque nunca su cara fue conocida por la mayoría es que fue, también, la madre de muchos que en sus manos limpias de todo veían a la madre que tenían, a la que hubieran querido tener o a la que se había ido a la eternidad.
Zita Correa de Carabajal, esa madre de Peteco, Demi, Graciela y Enriqueta Carabajal, pero también de muchos otros que no la conocieron sino por esa canción que Mercedes Sosa elevó a los cielos, murió en la madrugada de hoy a los 86 años, luego de haber sufrido una descompensación cardíaca durante el fin de semana, en el centro de salud de Buenos Aires en el cual se hallaba internada, según confirmó el propio Peteco Carabajal, uno de sus cuatro hijos. “La dueña de esas manos que amasaban con amor el pan de sus hijos. Que descanse en paz. Sus hijos la lloran”, escribió Peteco en su cuenta de Twitter para informar la noticia.
Zita Correa estuvo casada con Carlos Carabajal y tuvo tres hijos además del autor de “La estrella azul” y “Como pájaros en el aire”: Graciela, Enriqueta y Demi Carabajal, mayoría de ellos músicos herederos de la estirpe de chacarera tan característica de la familia.
Demi convirtió el dolor en poesía y escribió: “Se que quieres ir detrás de tu amor cada vez más dentro de tu corazón. En la habitación se escucha un rumor que tus alas volarán hacia donde diga el sol. Madre fuerza manos de canción. En el universo tu rostro soy yo. Te amo.”
Artistas, amigos y conocidos de todo el país enviaron sus condolencias a la familia Carabajal. “Doña Zita fue refugio y simiente, un vientre pariendo cantores/as, que venían desde el infinito amor que se hizo corazón indestructible en su compañero Carlos, de allí salió la ramificación que se consolida eterna, aires de mistol, sonidos de siesta santiagueña, manos amasando ternura allá en La Banda, Zita fue el inicio, acunando, sosteniendo, cobijando canciones, voces que son patrimonio de todos. Buen viaje madre, que en paz descanses”, le dedicó María Teresa Difalco.
Existe otra canción de Peteco donde también se la recuerda a Doña Zita, pero enlazada a Carlos. “A mis viejos”, se llama y Peteco la registro en el disco Arde la vida (año 2000), con la voz de un pequeño Homero Carabajal, hoy compañero de papá en Riendas Libres. “En la mirada de mis viejos, brilla mi infancia feliz. Yo se que alguna vez perderé el camino para regresar. Entonces solo un hombre seré, aquel niño con ellos se irá”, escribió Peteco en la canción donde aporta una mirada sensible sobre su infancia enlazada a las carencias de la economía familiar y al amor como sostén. “Ellos me dieron la luz, calmando con ternura el dolor que me daba la ausencia del pan”, le dedicó a papá y mamá.
Aquí y allá, canciones mediante, Peteco es el responsable de la eternidad de Doña Zita, la mujer que ahora sí y para siempre, vuela junto a otros pájaros.