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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


Fotos: Descalza por los caminos

05/03/2019

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RECORDAR


Raly Barrionuevo es, sin lugar a dudas, uno de los compositores más destacados del folklore actual. Como quien no se acostumbra a la popularidad, tiene perfil bajo, una extensa cerrera y un ramillete de cancones que se caracterizan por una hondura poética necesaria, regada por las lecturas de grandes autores latinoamericanos.

Como cierre de su gira estival festivalera, el oriundo de Frías se presentó en su ya clásica peña, en el patio del Centro Cultural Kónex. El sábado, sólo para mayores y el domingo, en una función apta para todo público. Mientras una multitud esperaba la apertura de puertas, apenas pasadas las 18, sobre Sarmiento, familias enteras, con bebés y niños en brazos celebraban “el primer recital” de los más jóvenes en cada clan. Entre mate y mate, algunos ensayaban selfies y hasta una dupla de amigos reflexionaba sobre las religiones y la Biblia. Lo cierto, es que a pesar de ser domingo, nadie descansó. Porque la música invitó a bailar y eso hicieron los presentes.



Cerca de las 18:30, el correntino Yacaré Manso inauguró la jornada con “Un sendero”, que grabó en su trabajo “Acoplando cielo”, junto a Bruno Arias. Mientras, un changuito a sentado en los hombros de su padre, agitaba una wiphala, intuyendo la fiesta. El oriundo de Santo Tomé desembarcó en el Kónex con su banda completa y se puso al público en el bolsillo. Con un repertorio breve, pero contundente, tras su actuación, le dijo a FolkloreClub: “Esto es una fiesta. Estamos muy felices. Es una gran oportunidad para nosotros tocar para semejante cantidad de público, que el Raly siempre –generosamente- nos está compartiendo. Vimos a la gente muy contenta y ojalá pronto podamos hacer una nueva fecha en Buenos Aires para reencontrarnos con parte de los que hoy descubrieron a Yacaré Manso”, expuso.

 Entre la fiesta y la poesía 
Segundos más tarde, el anfitrión iniciaba un encuentro memorable. Una primera tetralogía de canciones en formato acústico emergió desde su trabajo más reciente: “La niña de los andamios”, “Y seremos agua”, “La ocasión” y “Agua de los tiempos”. El santiagueño agradeció la presencia del público y en seguida, destacó que aquel elemento líquido de sus versos “refleja lo que somos, cuando el agua está limpia o podrida”.

Como un antiguo recitador, Raly lanzó vocablos como pájaros: “Ella cuida de tu flor, tu silencio y tu dolor. Tu semilla y tu color, tu memoria y tu mañana” y entonó la canción que se nombró con sus últimas palabras, y que en estudio compartió con la platense Milena Salamanca.

Ya en formato eléctrico llegó “Si acaso vuelves”. Y la “mujer morena” fue contraste de la “Niña fuego de la América sagrada”, en una versión íntima y conmovedora. Entre la multitud, mientras
muchos filmaban con los celulares en alto, un abuelo acariciaba la cabeza de su nieta, también niña, hechizada por la música.

“Un pájaro canta”, desplegó el recuerdo del gran Jacinto Piedra, desde “El principio del final”. Desde allí también nació la “Melodía viajera” que se cruzó con “La gente del campo”. Y también apareció la “Mujer caminante”. El compositor reveló entonces que en medio de una gira, perdidos, una niña los guió e inspiró la canción. Además, añadió que la historia, posteriormente formó parte de un libro de Eduardo Galeano. “Iba a decir que nos podemos morir tranquilos, pero no. Podemos seguir tranquilos”, subrayó entre risas.

“Rafael Touriño Cantos, hombre canción y silencio, esta simple es pa' tus manos, las que andan pintando el viento", pregona Raly mientras decenas de bailarines danzan en el patio. En seguida dibuja en su guitarra los acordes de “De la Plaza”, donde festeja a Unquillo, que supo abrazarlo con naturalidad. De inmediato aflora “Cuarto menguante” casi como una confesión hacia la luna que se cuelga de la noche. Y al mismo tiempo, un padre juega con su retoño en alto, balanceándolo, acunándolo. Y es que probablemente, la música sea el mejor de los arrullos.

“Tal vez a alguno, a alguna de los que estén hoy aquí les haya sucedido eso de tener un niño que se fue apenas llegó”, revela antes trazar las geografías de “Niña Luna”, en una expresión tan conmovedora como la versión del tema que le dedicó a su hija y que los presentes corearon estremecidos.

Más tarde, modificando el clima, quizás para abrir la impronta peñera que siguió, el cantautor , manifestó. “Un día soñé que me encontraba con la Telesita en otra dimensión, quería tocarla pero no podía. Para los que no conocen su leyenda y la telesiada, busquen en Google a Telésfora Castillo”, describió minutos antes de despuntar “Niña bendita”.

 Celebrar y compartir 
Además del dream team de instrumentistas que aportó fuerza y precisión en escena (un sexteto integrado por Sebastián Sayes, Cesar Elmo, Edgardo Castillo, Mauricio Páez, Mateo Barrionuevo y Ceci Kiu) Raly potenció la reunión con la presencia de colegas invitadas. La destacada autora chilena Elizabeth Morris, que en la jornada del sábado inauguró el primero de los dos patios, exhibió su poeticidad con “Darte Luz” y luego, junto al anfitrión, cantó “Eva Luna”, que Raly compuso tras la lectura de la célebre saga de la también chilena Isabel Allende.

Otra de las convidadas al festejo fue Carolina Peleritti, quien inició un racimo de chacareras con “La agarrobera” y “Del Chilalo”, mientras bailaba sobre el escenario. Ya nuevamente con su banda, y con un sonido impecable que se mantuvo desde el inicio hasta el final del concierto, la lista continuó con la “Chacarera del sufrido” y la “Chacarera del exilio”. Ese vaivén entre los sonidos de antaño y sus propias novedades se extendió – como una constante propia de todos sus recitales- con la “Zamba de usted”, “Tata Nachi”, “Hijo de ayer”, “La atamisqueña”, “Circo criollo”, “Zamba de abril” y la sentida “Mi esfera de cristal”, ofrendada a su padre.

Con más de dos horas de música, con la voz intacta y la sensibilidad en alto, el friense ofreció más de una treintena de canciones. Eludió algunos de sus clásicos más hermosos, porque tal vez sea tiempo de que sus nuevos paisajes sonoros maduren entre el público y sean también los clásicos del futuro.

Un bis con “Somos nosotros” y todos los invitados en el escenario, selló un encuentro en el que abundaron la poesía, la coherencia y la música buena, esa que alegra y enaltece las verdaderas fiestas populares, que celebra a los artistas comprometidos con su arte y con su tiempo.


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