La cuarta luna en Cosquín fue intensa. Por el calor, la lluvia, pero sobre todo por las emociones arriba y debajo del escenario. Con sentimientos a flor de piel de algunos artistas, con la gente que aguantó por su ídolo, inclusive cuando la luna no se dejaba ver por el agua...
Emoción que se escucha
La noche en que se atesoraría la música que llegaba de latitudes, con algarabía joven para homenajear a referentes, con sonoridades nuevas para un cancionero que se renueva y multiplica… La noche en que la magia y la euforia se iban a combinar, para que se destaque del calendario de las nueve lunas, comenzó con esta última de la mano (literalmente hablando) de Lele Lovato.
Cuando el gorro blanco apareció, para levantar a la Plaza desde el minuto cero, el violín volvió a tener protagonismo. Leandro tomó la posta que le dejó Néstor Garnica, en la noche anterior, y tuvo una actuación como acostumbra, para encender la mecha del martes. Donde no falta la fiesta y la emoción que siente, la transmite a través de las cuerdas. Sería el preámbulo de una de las noches más intensas.
Le agradeció al público “abelero”, por el respeto; se emocionó hasta las lágrimas y dio un show sin fisuras. Tocó El gatito del violinero en honor a Garnica, en una muestra de humildad y grandeza a la vez; anunció que vendrá un disco nuevo y tocó del mismo Romance de barrio de Aníbal Troilo; y agradeció tanto, de la mejor manera. Con un bis, para que toda la Próspero Molina se quedara bailando. Para darle la razón a Abel Pintos, que diría que la gente a un festival no va a ver a un solo artista. Menos en Cosquín.
Homenajes de todas partes
La noche había comenzado, tal como nos tienen acostumbrados, con el Ballet Camin haciendo de las suyas. Y esto es: elevar la vara de la danza. Y más si en la apertura homenajearon a los “caudillos y heroínas” del Ballet Brandsen.
La cuarta luna también iluminó a Jaqueline Saucedo y Germán Moreno, quienes ganaron el Pre Cosquín en Pareja de baile tradicional, desde Entre Ríos y La Huella de San Juan, que hicieron lo propio en Malambo.
Las Postales de Provincia, se abrieron con la delegación de Tierra del Fuego, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, quienes comenzaron con un homenaje que jamás debería haber sucedido y fue para los “héroes de la eternidad” del A.R.A. San Juan. En el tema escrito y cantado por Pedro Mac, el deseo de que “encuentren la paz en alguna estrella fugaz”, se hizo eco entre el público, que regaló el silencio. También hubo reconocimiento para los maestros antárticos que enseñan en la Base Marambio.
También otro homenaje doloroso, fue el de Patricia Gómez para la gente inundada del litoral. “De esta también vamos a salir” dijo, entre tema y tema, la mujer que es “de la tierra del Paraná, somos Santa Fe al norte”, para hablar de Reconquista. El encanto de la mujer litoraleña se palpó, en temas como Oración del remanso. Como menciona Andrés Fundunklian en su nota, es preocupante que haya sido la única cantante de la noche. El festival no se está caracterizando en la paridad arriba del escenario, y eso es algo que hay que rever y agradecer a los movimientos de mujeres, de que lo hagan visible porque lamentablemente siempre estuvo naturalizado.
Corazón latente
A la noche le llegaba el turno del encanto, cuando Nahuel Pennisi fue presentado. El artista que se ganó hace tiempo al público, no solamente por carisma sino por su virtuosismo (impacta e hipnotiza cómo toca la guitarra), fue el primer punto alto de la velada.
Con Los hermanos, Chacarera de las Piedras y Piedra y Camino, de Atahualpa Yupanqui, la magia empezó a tutearse con el arte. “En este nuevo despertar de las nuevas generaciones que se aproximan, quiero hacer hincapié en lo que significa él y lo que es para Cosquín. para renovar a los compositores que han sido determinantes”, diría más tarde sobre la elección del repertorio.
La sensibilidad empezó a copar la Plaza, con interpretaciones sinceras y necesarias, cuando sonaron Balderrama y Agitando Pañuelos, por parte de quien ama el folklore gracias a que “escuchaba Cosquín, por la radio, de chico”.
Al final El Témpano -en homenaje a la Trova Rosarina-, Yo vengo a ofrecer mi corazón, (por decir cosas justas en estos momentos) y Ser feliz, lograron una gran ovación que da a pensar de que pueda ser Consagración. Pero a Nahuel eso no lo desvela y hasta en tl8 dijo que debería ganarlo José Luis Aguirre, por lo que canta y la carrera que tiene. Pennisi, quien en conferencia dijo que debe seguir aprendiendo, nos está enseñando…
Historia y presente
“Cruzando la boca del tigre, siempre orillando el canal, hay un famoso artesano con el nombre de Froilán”, se escuchó en la mitad de la presentación de la Delegación de Santiago del Estero. Fiel a la historia musical de esta provincia, el número fue de los más lindos e impactante, que llegó bajo el encantamiento de bombos legüero, “buscando el sonido del monte, memorial de la vida”.
Allí se recreó lo que pasa en ese mítico espacio, mientras el Indio Froilán se le daba vida a un bombo en pleno escenario. Este luthier que vive en el monte, santiagueño de ley, fue junto a Peteco Carabajal y Orellana Lucca, la previa la "Marcha de los bombos" con más de 400 percusionistas, para una postal imborrable.
Antes del número principal, se presentaron Ceibo, Maité y Fabricio Rodríguez. El último pudo intercalar sus temas, con himnos populares y momentos en que demostró su calidad en la armónica; la banda oriunda de Rosario, que debutó en el Festival, hizo -entre sus temas- una versión interesante de Peregrinos del Dúo Coplanacu, invitó a Facundo Toro a cantar, y se mostró muy agradecida por la convocatoria. Los locales, por su parte, arremetieron con un mix de temas conocidos, en un segmento que podría definirse con mucha euforia y poca magia.
Yo ya estuve aquí
“Ya te di mi amor”... Canta Abel Pintos. Pero lo canta mucho más fuerte ese público fiel, esa (su) familia que festeja fuerte, que se entrega a la voz y a los movimientos, del pájaro cantor que entra caminando tranquilo, como si estuviese en su casa. Y casi…
“Siempre aquí te voy a esperar”... Canta Abel. Y quienes llenaron la Plaza le responden “Siempre aquí te espero”. Pese al viento que se levanta, que hace volar por todos lados la nieve loca que llevaron para armar la fiesta. Pese a que los refucilos se ven cada vez más cerca, casi como ese “rayo de luz no vuelve a caer en el mismo lugar”. Eso que puede ser él, para su gente.
“Siempre se siente como si fuese la primera vez en este escenario y es gracias a ustedes. La leyenda que se alimenta acá, es porque ustedes han hecho que sea el festival más grande de Folklore.
Y como aquella primera vez, les doy las gracias con toda mi alma. Por permitirme la fiesta con ustedes”, dijo un Abel relajado e impactado, por otra muestra de amor y fidelidad.
La primera parte del show generó que nadie estuviese sentado, gracias a temas como Pájaro Cantor o Cómo te extraño.
Nadie se movía, salvo al son de las canciones. Nadie se quería perder un instante, por más que las primeras gotas fueron cayendo. Nadie quería dejar de ser parte y por eso, le hicieron caso, después de Bailando con tu sombra, al pedido de sentarse. Nadie se opuso luego de anunciar un repertorio largo y que más adelante volverían a bailar. Después de eso, un bloque folklórico al nivel de él, le dio la razón en eso de que no se ha ido del “género”. Sino que ahora se respeta este momento de su carrera.
En el mix de chacareras y zambas que siempre regala, se destacó La Flor Azul, con una versión inolvidable y Mi error, una zamba que hacía mucho no cantaba. Además se destacó su sombrero, que lo acompañó un rato largo para parar algunas gotas.
“Una vez más hacen algo especial y se quedan ahí bajo el agua, entonces si me lo permiten quiero tener la cortesía de presentar una canción nueva que es Cien Años y que es muy especial”, dijo antes de regalarles el tema. Antes de hacer El alcatraz y Asuntos Pendientes, bajo la lluvia, para ser uno más que se mojara.
Muchas cosas se pueden escribir del show que terminó después de las cuatro de la mañana. Nombrar más temas, tratar de contar más cosas. Pero para explicarlo mejor, había que mirar a su público, que le hacía frente al fresco y al agua, con colores y calores típicos de la euforia que tuvieron. Pero sobre todo, con lo que genera su ídolo arriba del escenario. Con Abel, que nos tiene acostumbrados a estos shows, inclusive con tremenda lluvia. Una costumbre que no deja de sorprender, al igual que sus búsquedas y su música. Podría decirse que esa es su magia.