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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


12/01/2019

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RECORDAR


Fuera de su fecha tradicional, sin la clásica noches de Reyes en su cronograma, la 54ta. Edición del Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María inauguró una noche con una regular cantidad de público y con la sobresaliente actuación de Chango Spasiuk, en la jornada que tuvo también a Los Cuatro de Córdoba en clave sinfónica en el festejo de sus 50 años con la música y cerró con otro clásico: Los Manseros Santiagueños.

Con 600 alumnos de las escuelas zonales abriendo la noche con el tradicional pericón nacional, el cura habló de “incertidumbre” de las instituciones de Jesús María y sus alrededores en la bendición de apertura, pero realzó el espectáculo del festival “a pesar de la coyuntura del país”.
 
Cerca de las 21.30 se cayó el sistema en las boleterías y cientos de personas no pudieron comprar la entrada, en un hecho insólito para un festival del tamaño de Jesús María, que había empezado con una floja venta de entradas y repuntó con el correr de las horas. La organización confirmó la venta de unas 12 mil localidades (costaban 430 pesos), pero el anfiteatro lució casi completo gracias a las más de 4 mil invitaciones que la organización repartió para evitar huecos incómodos justo en el inicio de la fiesta.
 
Con una impecable labor de la locutora Natalia Balverdi, el festival mantiene en Cristian Bazán su tono alto, a veces molesto por traducirse en arengas casi infantiles que casi no encuentran eco en el público y parecen más pensadas para los televidentes que para quienes pagaron su entrada. Andres Bolleta se sumó a la terna de locutores.
 
Afuera del anfiteatro Martín Fierro, los precios se acomodaban a los bolsillos: 90 pesos el choripán, 350 pesos la conservadora, un clásico de este festival para contener primero al fernet en el orden de prioridades cordobesas y luego al gusto repartido entre la cerveza y el vino.
 
Después de 22 años sin tocar en este festival, Chango Spasiuk volvió para presentar “Tradición Chamamé” y para eso subió a Los Nuñez y “Las Hermanas Vera” para el inicio con una versión clásica de Kilómetro 11 y tocó la perla de Mario del Tránsito Cocomarola con el pulso necesario como para que el anfiteatro lo premie con un aplauso sincero y duradero. Enseguida, el afinadísimo Diego Arolfo cantó “Beatriz”, con esa lógica que tiene Spasiuk, con una formación que permite el lucimiento de las voces en un clímax que dibuja una curva dramática perfecta. Chango pegó otra vez “Las Hermanas Vera”, sin tiempo entre y tema para que desde la dulzura de las voces de las correntinas se dibuje la imagen de la Virgen de Itatí.

Los Nuñez se acoplaron con fluidez en la formación y acompañaron al misionero durante todo el set. El acordeón ponzoñoso de Chango volvió a elevar decibeles para el sapucay con “A Curuzú Cuatiá” que las nacidas en Caa Catí cantaron con el corazón. Sin respiro ni tiempo para el aplauso, Chango soltó los tonos de “Tiwerra Colorada”, de su disco más emblemático, Pynandí, a 10 años de su edición, donde puso a funcionar a todo humo la maquinaria de su apertura chamamecera, con la furiosa percusión de Marcos Villalba, las cuerdas del violín y el cello, en una demostración
de virtuosismo grupal. Se despidió con Puerto Tirol, clásicos de clásicos, en un homenaje a la tierra chaqueña con la cual recorrió en poesía y música una región potente abrazada por el chamamé.

Luego de Chango arrancó la mal llamada doma, en rigor de verdad, jineteada. Se sabe que el público de Jesús María va al anfiteatro, mayoritariamente, a ver la mal llamada doma. Por eso en el inicio de la fiesta cordobesa, la gente se agolpó en la zona de los corrales para ver muy buenas jineteadas en la categoría vasco con encimera lisa, la que inició el clásico campeonato.

Los Cuatro de Córdoba abrieron con “Canción de las simples cosas”, se fueron a Venezuela –justo el día en que reasumió la presidencia Nicolás Maduro- para “Ansiedad”, el viejo vals de José Enrique Sarabia y recalaron en Perú para “Que nadie sepa mi sufrir”. Las palmas del público llegaron con “La vida va”, hubo principio de despedida con “Mire qué lindo es mi país paisano” (Argentino Luna), que arrancó en el órgano y se extendió en el acordeón y determinó el inicio de la gira de los cordobeses para celebrar sus cinco décadas de vida. De pie los despidió la gente.

El chamamé de los Alborada volvió a traer ese género por segunda vez a la noche inaugural de Jesús María. Le cantaron al río Uruguay con “Balsas del recuerdo” y demostraron la tradición a pesar de su juventud. Soltaron los tonos de “A los bravos jinetes”, de Fito Ledesma. El cierre fue con una versión que empezó ralentizada de “Kilómetro 11” para que el sapucay flote otra vez en el aire cordobés.

Los coscoínos de Ceibo le dieron continuidad a la música en el escenario, con un repertorio de las zambas más viejas del cancionero, sin propuestas novedosas a pesar de la campera de cuero y la vestimenta moderna. El público los acompañó en el coro y en los aplausos.

Los Manseros Santiagueños, vigentes por obra y gracia de las cuerdas vocales del inoxidable Onofre Paz, subieron a las 2.25 para abrir con la chacarera “Para los ojos más bellos”, en una puesta en escena original que incluyó violines, un violoncello y percusión electrónica, además del legüero y sus clásicas guitarras. Fueron más de dos horas de canciones para desmentir que el grupo lleva 60 años trajinando escenarios, justo en una noche inicial que pasó la prueba de fuego en la calidad artística y en la concurrencia de público.

ESTA NOCHE: Orellana-Luca, Soledad, Por Siempre Tucu, Los Huayra y La Cantada, entre otros, animarán la noche de hoy en el festival cordobés.


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