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El músico santiagueño expresó que eligieron este nombre para el show porque: “Trama tiene que ver con nuestras teleras, con esa cosa del tejido que nos sostiene a nosotros los santiagueños y que representa a nuestra cultura popular. A él (Chango) le gustaba ‘Enramada’ porque hay una similitud en el concepto. La enramada es algo que protege, que también representa familia. Decidimos armar ese tejido musical, ese tejido emocional y ese tejido social que representan nuestras músicas”, manifestó Banegas.
Entonces, de acuerdo a este concepto veníamos con las expectativas de ver a dos grandes exponentes de nuestra música popular, que amalgamaran sus saberes, ritmos y sonidos, pero con la incertidumbre de no saber cómo iba a desarrollarse semejante espectáculo.
Se levanta el telón y ellos jugando solos en el escenario, el Chango y Horacio, solitos empezando a tocar “Mi pueblo, mi casa, la soledad” y “Mensaje de Chacarera”, con un Spasiuk abrazado al acordeón, y un Banegas, que en el chamamé, en una imagen no común sobre los escenarios, tomó el bombo siguiéndolo al misionero.
Después de esta breve introducción, el de Apostoles (Misiones) abrió su parte del show, acompañado por Marcos Villalba (percusión), Víctor Renaudeau (violín), Diego Arolfo (guitarra y voz).
Interpretó temas de su larga trayectoria, como “Tarefero de mis pagos”, “Tristeza” “Chamamé Crudo”, “Starosta – Sombrero de paja”,“Tierra Colorada”, entre otros , donde no dejo de llevarnos por paisajes, sonidos y aromas de la Mesopotamia, mientras que los chamameceros explotaban de la euforia.
Luego, llegó el turno del hacedor de sonidos de Santiago, juntos con sus hijos Mono Banegas (bajo y voz), Jana Banegas (guitarra eléctrica y voz) y Franco Giovos (batería). Con un matiz muy distinto, hasta en la iluminación, mucho más oscuro, con más ingredientes electrónicos, y mucho rock en sus chacarera como nos tiene acostumbrado, nos deleitó con “Santiago es pueblo que canta”, “Mi Origen y mi lugar”, “Guitarra de sal “ y la tan siempre saltada “Canción del quenero”, entre otras. Esta vez no se armó pogo sachero, pero si había algunas parejitas bailándo unas chacas por ahí.
Y para cerrar el show, lo más esperado, verlos tocar juntos, ocho músicos en escena que acompañaron y toda la magia de ellos, en una descripción rápida, se podía ver a músicos que disfrutaban tanto del compartir, que casi no se notaba que tocaban para un teatro con 800 almas, y estallaron con “Mensajes de chacarera”, “Puerto Tirol”, “Km 11”, “El color de la chacarera”, y un sin fin de bises que nos tuvieron casi 2 horas de show.
Indudablemente la noche nos sorprendió, las expectativas colmadas, una cámara llena de imágenes, al igual que en mis memorias una mixtura de matices, y de sonidos, olores y paisajes, en dos de los referentes más grandes que tienen la música popular , del litoral y santiagueña. Ojalá se repitan más conjunciones que enriquezcan y como dijo el Chango: “Esto no es un entretenimiento, sino un espacio de construcción de saberes colectivos que debemos aprovechar y proteger”.