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Alguna vez, el payador oriental Gustavo Guichón le dijo a este cronista una frase sentenciosa que soltó sin tapujos en rueda de colegas. “Payador nace, no se hace”. Pronunciada por uno de los máximos exponentes del arte rioplatense, dicha con todo el cuerpo, la frase sonaba indiscutible.
Unos años más tarde, David Tokar y Luis Genaro, exponentes de una generación de payadores jóvenes, dictan en Burzaco, al sur del conurbano bonaerense, un taller sobre el arte de la improvisación rimada con el cual intentan mostrar los pormenores de un canto primigenio, el del hombre y su guitarra.
"Nos están dando un lugar para enseñar el canto más antiguo de la Patria", dice David Tokar sobre la iniciativa que presentó al Municipio de Almirante Brown, encargado de implementar el primer taller abierto y gratuito para quienes se animen a probarse la pilcha del payador.
Profesionales de la improvisación
En el 2000, cuando ellos empezaron a meterse seriamente en el arte del payador, solo había un taller para payadores en Cuba, donde la payada también es popular, aunque sus ejecutantes le ponen el son de la isla.
Más tarde, Emanuel Gaboto empezó a dictar un taller, pero estaba dirigido solamente a quienes ya estén dedicados a ese canto. “Al comienzo no me parecía una buena idea la del taller porque pensaba que era como fabricar payadores. Nosotros improvisábamos naturalmente, sin saber las estructuras y después me di cuenta de que a través del taller se podía aportar mucha información respecto de la acentuación de las palabras y de recursos literarios que son muy útiles”, le cuenta Luis Genaro a FolkloreCLUB.
Después de rumiar juntos la idea, David la formalizó: presentó un proyecto en el Municipio de Almirante Brown, que lo aceptó en 2017 y este año cumplen su segunda temporada enseñando un canto utilizado desde tiempos inmemoriales para narrar las desventuras del pueblo, los dolores y los afectos, las alegrías y las penas.
“Tenemos pibes de 13 y personas de 75 años. Improvisar sirve para agilizar la mente y eso es bueno para la gente grande. También enseñamos un poco de guitarra y los orientamos sobre lecturas y escuchas que pueden ayudarle a los alumnos”, cuenta Genaro.
Pero algo está claro; aprender no equivale a sacar payadores como su salieran de una matriz. “Pueden aprender las estructuras, conocer la décima y saber de la historia, pero no es fácil ser payador”, admite Genaro. Por eso, según Luis, “no todos los que vienen al taller llegan a ser payadores porque es un arte muy difícil que requiere una profunda convicción para serlo.”
El taller no tiene ninguna restricción. De hecho, han tenido tres alumnas mujeres. “Es un arte para hombres y mujeres. Ahora las chicas se fueron porque dos de ellas estudian y una fue madre, pero era lindo el aporte que hacían para enriquecer el taller”, revela Luis.
Los profesores dicen que tres de sus alumnos ya se largan a improvisar con muchísimas ganas. “Todos escriben décimas y asonancias. El año pasado, en una muestra anual, todos cantaron, todos improvisaron, todos recitaron, todos tocaron la guitarra y todos escribieron”, se golpea el pecho Genaro.
Una vez por semana se enciende la llama de la payada en Burzaco, ese calor que brota del cruce entre verso y verso, un canto improvisado y auténtico del que ahora es posible conocer sus más indescifrables secretos.
Más información
El taller de Payadores se dicta los días martes en el centro tradicionalista Los Candiles (Juan Domingo Perón 1555, de Burzaco). Quienes quieran participar deben llamar al 011-5034 – 6258 (Coordinación de Talleres de la Casa de la Cultura de Almirante Brown, Esteban Adrogué 1224, Adrogué, de 9 a 14).