El archivo personal de Atahualpa Yupanqui, de quien hoy se cumplen 26 años de su partida al silencio, tiene un guardián: se llama Alejandro Guillermet. Fanático del tango, entró a la obra de Don Ata por una milonga y nunca más pudo salir de ese mundo de desamparos y dolores, de dichos y miradas, de verdades pulsadas en tono mayor.
“Mi género madre fue el tango, vengo desde ese lugar. En esto de recolectar versiones empecé a comprar discos de tango de una colección de Página/12 donde aparecía ´Milonga Triste´ (Sebastián Piana-Homero Manzi), cantada por Yupanqui. Ahí empecé a ponerle más atención a la obra y la guitarrística de Yupanqui. Fue un camino de ida”, le cuenta Alejandro a FolkloreCLUB.
De a poco y sin quererlo fue acrecentando su colección; hoy es la persona que tiene más tesoros de Yupanqui en todo el país. “Como no estaba reeditada la discografía, busqué discos de pastas y vinilos de Atahualpa, y tengo las tres primeras grabaciones de 1936. Son los conocidos mangrullos, hechos por una promoción de la yerba Néctar. Atahualpa presenta el tema, lo desarrolla y al final cierra un anuncio comercial de la yerba Néctar. A esos discos lo regalaban con la compra de un bolsón de 100 kilos de yerba”, dice.
“Yupanqui y su obra son un alimento que nos hace falta a los argentinos. Atahualpa fue un continuo trabajador: culto, respetuoso del otro, que se fue autosuperando todo el tiempo”, considera.
VIDA Y OBRA
“La obra de Yupanqui es simple y tiene la complejidad de lo profundo. Cuando uno aprende a escuchar nota algo continuo: el uso del discurso de lo contrario. Atahualpa tenía la desesperación de hallar una nota que pudiera resumir el silencio. Luego descubrió que el silencio era el punto de partida”, la califica. Y amplía. “Su obra necesita tiempo. No es una hamburguesa de una casa de comidas rápidas, es más bien un puchero que es necesario sentarse a disfrutarlo con tiempo. Atahualpa hacía simple lo profundo, por eso siempre te deja con ganas de escuchar más”, lo elogia.
A pesar de que la lírica de Yupanqui alumbra rincones de la nacionalidad nuestra, para Alejandro “su obra no es de un nacionalismo chauvinista. Su sentir y su poesía tienen una cuestión natural. En cada viaje se empapaba de pueblo. Lo hizo hasta en Japón. Siempre buscó y tradujo los sonidos de la tierra”.
Respecto del foco político de la poesía yupanquiana, Alejandro considera que a pesar de que Yupanqui mantuvo tensiones con la izquierda y con el peronismo la sangre no llegó al río. “Su obra no tiene resentimientos. Tuvo cuestionamientos sobre el peronismo, pero él tenía un aire libertario que lo hizo también alejarse del dogmatismo y del personalismo del Partido Comunista (PC). En 1949 viajó por Hungría y Checoslovaquia en la gira que le organizó el PC no llegó a Rusia por estar marcado como un comunista no dogmático”.
“Él decía que el artista debe alumbrar, no deslumbrar. Un artista debe tener la luz justa, como él, que permitía ver lo claro y lo oscuro. Hoy aturden con el volumen y las luces ciegan a los propios artistas, que ya no tienen un contacto visual con el público.”
EL ARCHIVO
“Se están tratando digitalizar la mayor cantidad de imágenes posibles. Se hizo una depuración de sus papeles personales y se están dividiendo cartas enviadas, cartas recibidas, notas de guías, libretas con agendas telefónicas, las que usó en sus casas de Palermo y de París”, revela el archivista que trabaja en el Espacio Cultural de la Organización de Estados Iberoamericanos, desde donde hizo una muestra fotográfica de Yupanqui. “Ordeno el archivo en horas que le robo a mi llegada a casa. Me quedo una hora más y voy haciendo cosas”, revela.