El mito dice que la oyó en un fogón y corrió presuroso a su guitarra para calcar tonos y luego escribir la letra. Si bien es cierto que Don Ata recopiló canciones populares como “Duerme negrito”, siempre se preocupó por distinguirlas de las propias. El mito es mito. Lo cierto es que se cumplen 70 años de haberla registrado y 50 años desde que Atahualpa Yupanqui grabó una zamba filosófica: “La Añera”, con música de Mario Nabor Córdoba y letra de Don Ata quedó registrada el 1 de abril de 1948 en SADAIC.
No haremos aquí la lista infinita de grupos y cantantes que la grabaron, pero de Mercedes Sosa a Jorge Cafrune (que grabó dos versiones), de Los Chalchaleros hasta Juan Falú y del Chango Nieto a Chaqueño Palavecino le han puesto la voz a una de las canciones más visitadas del amplio repertorio del payador perseguido.
Registrada en Tierra querida, de 1968, el disco número 25 de los 79 discos -póstumos incluidos- editados por Atahualpa Yupanqui. Era la primera canción del lado B de la placa editada por EMI Odeón. Cuando se grabó, Don Ata ya vivía en París, donde gracias a Edith Piaf había logrado un éxito meteórico. Ese 1968 publicó cuatro discos por tres sellos diferentes; uno era el francés que lo había contratado y dos compañías que editaron varias placas de Yupanqui: Odeón y RCA Víctor.
Atahualpa tenía 40 años cuando la registró y ya llevaba un camino en la poesía, en la música y en la vida: se había casado con su prima y era padre de cuatro hijos, Alma, Atahualpa y Lila Amancay de su primera esposa y Roberto de su segunda mujer, Nenete, con quien se casó en Uruguay en 1946 porque en nuestro país no existía el divorcio y Don Ata estaba casado.
Ya había andado en la pelea revolucionaria de los hermanos Kenedy en Entre Ríos, que le valió el exilio a Uruguay primero y un tiempo en Brasil más tarde y estaba afiliado al Partido Comunista, con quien rompería a la vuelta de sus años en París.
A finales de los años 40, Yupanqui ya era popular en Buenos Aires gracias a varios artistas que empezaron a cantar sus canciones en los años en que todavía el tango era amo y señor de la ciudad, pero sin el brillo de décadas pasadas. Se fue a Francia en 1949. El resto de la historia es conocida.
La pena que dura
¿Cuál habrá sido la pena vieja que lo llevó a Atahualpa a escribir una letra de corte filosófico? La impresión primera es que se trata de la narración de un hombre lastimado de soledad y desamparo que ha partido del pago (cuál de todos habrá sido ese pago es también una incógnita) y va tras un compromiso que no puede declinar. Su corazón se ha quedado en la querencia y él marcha hacía allí. Eso lo sintetiza en la bella: “Tira el caballo adelante y el alma tira hacia atrás”.
Alguna interpretación podría darle una mayúscula a esa Alma, pero es poco probable que Yupanqui haya dejado escrita esa letra para hablar de su hija. La letra parece más una mirada autobiográfica: el hombre se ha acostumbrado a las penas del alma y sabe que no hay remedio para algunos dolores. Por eso, aquello de la imposibilidad de quitar afuera una peña. Mejor, pensó Don Ata, ponerle nombre para siempre a esa pena: “La Añera”.
En relación a lo instrumental, lo de Yupanqui es simple, tal vez escueto. El rasgueo de la guitarra intercala algunos arpegios en la introducción y la voz aparece severa y el tono es nostálgico. A Yupanqui le duele “La Añera”. Y se nota cada vez que se la oiga cantar. Incluso ahora, que Atahualpa ya ha partido al silencio, la pena no deja de doler.
La Añera (1948)
Letra: Atahualpa Yupanqui Música: Nabor Córdoba
¿Dónde está mi corazón, que se fue tras la esperanza?
Tengo miedo que la noche me deje también sin alma.
¿Dónde está la palomita, que al amanecer lloraba?
Se fue, muy lejos, dejando sobre mi pecho sus lágrimas.
Cuando se abandona el pago y se empieza a repechar,
tira el caballo adelante y el alma tira pa' trás.
Yo tengo una pena antigua: inútil botarla afuera.
Y como es pena que dura, yo la he llamado la añera.
¿Dónde están las esperanzas?
¿Dónde están las alegrías?
La añera es la pena buena y es mi sola compañía.