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Notas
NOTA DE INTERÉS


Fotos: Claudina Pugliese

23/12/2017

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RECORDAR


Para Luca Prodan, fallecido en la madrugada del 22 de diciembre de 1987 en Buenos Aires, hacer música significaba llegar al corazón de las personas. En ese camino, sabía que quienes lo hacían eran unos pocos elegidos que no debían valerse de ningún artificio. Por eso, confesó en una entrevista que él prefería a Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa y Jaime Torres antes que a cualquier otro intérprete de rock, el ritmo que ayudó a desarrollar, erigiéndose como la figura más emblemática de los años en que convivía con la estética de Soda Stéreo, con la psicodelia de Virus, con la voz nerviosa del Indio Solari, la poesía de Luis Alberto Spinetta y el piano de Charly García, entre tantísimos otros.

Aunque su nombre esté ligado indefectiblemente al rock nacional explosivo de los años 80, donde concentró su producción creando una banda señera como Sumo, a Luca se lo relacionó también con otros ritmos como el tango (sobre todo por la genial “Mañana del Abasto”). Sin embargo, no es un dato conocido que Luca  profesaba una gran admiración por tres músicos populares argentinos: Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa y Jaime Torres.

Admiraba a Manal porque sus letras eran “bien de acá”, le gustaba el Spinetta de los primeros discos pero criticaba al más reciente por el rebusque de sus letras y “los 80 cambios de acordes”. “Los de Soda Stéreo la hicieron bien, pero yo borro el maquillaje y el peinadito raro, es rebuscado eso también. Virus me parecen totalmente fríos. Cualquiera puede comprar un secuenciador, una guitarra eléctrica, una betría y un teclado y puede hacer música pero si yo les doy una guitarra criolla a Federico Moura y le digo ´pelá algo que me mueva el corazón´ no pasa nada. Lo mismo puedo decir de Gustavo Cerati, con Miguel Matteos. Ellos quieren ser famosos y tener minas y yo no quierto nada de eso. Y si me das una criolla yo solo te pelo algo que a la gente le re gusta”.  

  Para Luca 
“La diferencia entre hacer música y ser un músico-músico es aquel que tiene música en el corazón, como por ejemplo tiene Mercedes Sosa, o Atahualpa Yupanqui y ese del charango, Jaime Torres. Dame esos tres y no los otros rockeros de los que hablamos antes”, decía Luca en una entrevista a mediados de los años 80, que puede escuchar en YouTube.
Luca Prodan era un italiano criado en los mejores colegios de Escocia. A los 11 años y por su padre había ingresado al exclusivo colegio Gordonstoun, en donde tuvo de compañero al príncipe Carlos de Inglaterra. Como para Luca la escuela era un “régimen idiota” se rebelaba hasta recibir un castigo físico que por esos años los profesores estaban autorizados a propinarle a sus alumnos. Aun tiene el récord de tres latigazos en la misma temporada.  

Sensible y eléctrico, desaforado y explosivo, trazó con Sumo las líneas fuertes del rock nacional de los años 80 y murió a finales de 1987 tras brindar un recital en el estadio del Club Atlético Los Andes, en Lomas de Zamora.

En medio del lógico atraso que existía en esos años para acceder a las novedades musicales de Estados Unidos y Europa, y de las restricciones impuestas para los artistas de habla inglesa por la dictadura militar a raíz de la Guerra de Malvinas, este trotamundos nacido en Roma, que estudió en Escocia y pasó parte de su juventud en Londres, se encargó de divulgar entre el público argentino las nuevas tendencias de los países centrales del rock.

En un panorama musical dominado aún por las tradiciones inauguradas con la edición de “La Balsa”, en 1967, Luca Prodan rompió una estética en la escena local con canciones impregnadas de reggae, hardcore, new wave y demás corrientes musicales derivadas del punk.

Mientras la plana mayor del rock argentino aún abrevaba en los Beatles, los Rolling Stones, Led Zeppelin o el rock sinfónico, entre otras influencias, Luca desplegó un estilo que debía su impronta a desconocidos para los argentinos hasta ese momento como Blondie, Van Der Graaf Generator, Elvis Costello y, fundamentalmente, Ian Dury & The Blockheads.

Tal vez su desconocimiento total de la obra de figuras centrales como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia o Pappo, resultó fundamental para que el cambio planteado por este músico sea tan radical para el movimiento vernáculo.

En esta misma sintonía habría que ubicar su decisión de cantar en inglés, casi un sacrilegio en un ámbito en donde hacía más de 15 años resultaba un motivo de orgullo el uso de la lengua castellana en el rock.

Puso de moda la calvicie en tiempos en que, en el rock, parecía una condición “sine qua non” tener el pelo largo. En apenas 5 años al frente de Sumo, logró un moderado reconocimiento en vida, con limitadas ventas de discos y tickets para sus shows, estableció parámetros indispensables para el devenir del rock argentino, con una influencia que persiste al día de hoy.

 Llega Luca 
Luca llegó a la Argentina a principios de los `80 en un desesperado intento por escapar de su adicción a la heroína, una decisión que tomó luego de ver una postal enviada por su amigo de la infancia y futuro representante de Sumo y Las Pelotas, Timmy McKern, de las sierras cordobesas, en donde se había radicado desde hacía algún tiempo.

Prodan fue un testigo de las corrientes musicales de moda en la Londres de fines de los `70 y trajo eso a la Argentina. Formó Sumo con Germán Daffunchio y Ricardo Mollo, en guitarras; Diego Arnedo, en bajo; Alberto “Superman” Troglio, en batería; y Roberto Pettinato, en saxo, con quienes editó tres discos.

Pero más allá de sus novedosos ritmos y de la historia de vida de Luca que lo ubicaba como un “outsider” total del movimiento, esta figura se reinventó como un entrañable personaje de la vida porteña.

Agudo y desprejuiciado observador, era común ver a Prodan deambular por bares, conversando con extraños y compartiendo tragos con quien quisiera sentarse en su mesa.

Finalmente, una avanzada cirrosis terminó con la vida de Luca en la madrugada del 22 de diciembre de 1987, mientras dormía en su casa del barrio de San Telmo. Para entones el Pelado ya era un mito del rock, pero también un hombre sensible  sensible que reconocía la estirpe musical de tres grandes del folklore nuestro.


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