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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

22/11/2017

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RECORDAR


Mariano Luque tocó en el Teatro de Quality Espacio, para presentar su tercer disco “Cosecha”.  A continuación, la crónica de una noche, que quedará siempre grabada.

Segundo jueves de noviembre, en el auto de Mauro Kunath, periodista riojano. El destino es el show de Mariano Luque, uno de los artistas más queridos del ambiente. Mínimamente en Córdoba. Por eso había que ir, porque había hecho un trabajo de hormiga invitando por todas las redes, yendo a todas las entrevistas. Un show, no empieza cuando se apagan las luces, sino mucho antes.
Al llegar al predio, Mauro dijo: “Hoy también estaba Nahuel Pennisi y Nonpalidece. Pero no podíamos no venir a lo de Mariano. La ‘riojaneidad’ tira…”.

Dos pantallas a los costados del escenario y la gente que iba llegando, eran la primera postal de la noche. Cuando se apagaron las luces, la voz de Mariano empezó a contar, a través de un video, lo que había sido grabar ese disco. Parecía largo al principio, pero después entenderíamos el porqué. De todos modos, sirvió para que muchos supieran lo que significaba este trabajo para Luque: “Un disco que intenta ser un resumen de veinte años que estoy en Córdoba, que también homenajea a los que me brindaron desde su amistad y su arte, los elementos fundamentales para mi carrera”. Un disco, comprometido desde todos los ángulos.
Ismael Velázquez, su guitarrista y artífice de la elaboración del disco, decía mirando a la cámara: “Cosecha nació con muchas palabras que son claras, un mensaje claro, que llegará donde tenga que llegar y será lejos…”.

  Voy a andar sin medir no voy a callar 
Apenas terminó el video, el resto del grupo subió al escenario. Mientras se escuchaba una homilía de Enrique Angelelli, Darío Urbina (batería), David Maldonado (bajo) y Javier Ruax en bandoneón comenzaron con los acordes de “De sangre cosecha y rebelión”. La voz del Obispo asesinado que decía en 1974: “Vengo de una manera muy especial, por aquellos que nunca podrán decir una palabra, porque están sin voz”. Una muestra de lo que es el disco, pero también de donde parte el compromiso de Mariano y de cómo sería el show.

“Copla Chancada” y “De acequia en luz” - para solidarizarse con “cualquier lugar de la Argentina azotada por los que destruyen la tierra, para llevarse riquezas”-  fueron la previa a los primeros invitados de la noche, para cantar el primer corte del disco, “Fusil de Coplas”. En este tema el riojano responde a la pregunta sobre cuál es la función del cantor popular y la respondió con  Mery Murúa y Rubén Patagonia, para que cada estrofa resonara más.

“Sembrando nostalgias” y “Tu recuerdo” continuaron con la lista. La primera fue su segunda canción escrita al llegar a “La Docta” y bailada por Victoria Matta y Mario Martínez, mientras que la segunda -que recién ve la luz ahora- fue la inspiración apenas pisó tierra cordobesa. Para eso, hizo subir a Añapa Dúo, dos compañeros del camino.

 El poder de las manos 
Casi a la mitad del show, se vivió uno de los momentos más álgidos y emotivos. Es que Mariano invitó a Carlos Salinas, “uno de los poetas más importantes de la Provincia”, que leyó “Un día”. “Vas a llegar, lo intuyo  porque me lo grita todo el cuerpo/ Y vas a quebrar todo pesimismo”. Entonces entendimos el porqué del video y era para hablar del tema que seguía. “Victoria Enigma y Corazón”, una zamba para Victoria la hija de Mariano. “Una zamba muy importante, con un cariño muy especial, por ser la primera que compuse, por haberla grabado con Raly Barrionuevo, pro sobre todo por lo que significa el amor de un padre hacia un hijo en general” contaba Mariano en el video introductorio. Y el amor de él, a la “Vicky”, la que tiene el “lucero de olivos”, se escuchó y se palpó en toda la sala.

“Cuando uno hace canciones nunca dimensiona lo que logra en otros” comentaba el cantautor, mientras hablaba de uno de los momentos en que en la soledad de sus creaciones, pudo tener un golpe seco de emoción. ¿El culpable? Pedro Marrero. Un lutier, que le mandó una guitarra con el logo de su disco, por haberlo escuchado. “No sé si dan cuenta lo que es que dos manos se dediquen a armar una guitarra. No solo es trabajo sino amor, y encima para ofrendarlo a alguien que no conoce” dijo el dueño de esa guitarra. Y con la misma, solo, cantó “Chaya del Corcelito”. Si para un riojano cantar a Ramón Navarro es algo movilizador, más para él y con su nueva amiga.

“Cuidate de andar cantando /cantitos sin ton ni son/ que por comprar espejitos / andamos de mal en peor” anticipaba al tema que seguiría. Pero también al poema de Salinas (uno de los que hizo a partir de escuchar el disco) “Donde habita la montonera”. El poema recitado decía “Terruño que es cosecha/ En mi fusil de coplas; En mi guitarra montonera/ Que apoya todas las utopías / Que no dan el brazo a torcer/ En la pelea/ Y luchan más allá de toda muerte”, y era la mejor introducción para “Montonoreando”.

  Melodías desde el cerro a la ciudad 
El violín de Diego Leguizamón, fue necesario –y muy- para hacer más linda a “Mi infancia”, de su segundo disco. Con él también tocó “Chacarera de los Cumpas”, escrita por Hernán Bolletta, para hacernos saber que “la vida vuela alto una canción”. Y Mariano con su banda continuó con más temas de su anterior trabajo como “Te propongo” (dedicada a su mujer y a su hija mayor) y “Abuelita Lorenza”. Para cantar este tema llamó a Ramiro González. Juntos cataron el tema que escribió el González mayor: Pimpe.

Yoel Hernández, que pasó de “grabar un corito en el disco a ser uno de los invitados”, lo acompañó en “Coplas del valle”. Al final “la invitada” llegó para chayar como pocas. Martha Chancalay, con su caja chayera y su cariño notorio para con Mariano puso garra y corazón, para que se sepa que son riojanos cantando “coplas con raíces de algarrobal”. “El enharinado” sonó y comenzó con la fiesta prematura, que siguió con “Peregrinos”, la antesala a la lista de temas que nacieron este año y que a Mariano lo llevó “con entrega y sudor” a recorrer varios lugares y conmover a todos: Los artistas que lo acompañaron al final para saludar; a un poeta que escribió a partir de sus canciones; a un lutier que le regaló una guitarra, que fue suya desde antes de hacerse; a quien escribe que recibió por celular su disco cuando apenas lo estaba mezclando; a los que lo conocen desde siempre; a los que lo descubrieron hace poco; al colega que por su “riojaneidad” se fue más que satisfecho; y a la decisión de haberlo ido a ver, a escuchar, a compartir con Mariano Luque, cuando el segundo jueves de noviembre ofrecía mucha música en Córdoba. Menos mal.


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