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Cientos de veces se habla de Mario del Tránsito Cocomarola, tanto que su figura parece haberse convertido en mitológica, una imagen casi canonizada a fuerza de nombrarlo y también de escucharlo. Una obra fundamental lo elevó al status de “El Taita del chamamé” y desde entonces está allí, en el alto cielo de los chamameceros; el haber compuesto la música del que tal vez sea el chamamé más conocido, Kilómetro 11, canción a la que luego le pusiera letra Constante Aguer sin conocer que el origen refiere a un percance que Cocomarola tuvo con el auto en el kilómetro 11 de la ruta 12.
¿Mario del Tránsito hubiera sido tal si no hubiese compuesto el “himno del chamame”? Quién lo sabe. Los caminos de las canciones son misteriosos, toman recovecos que nadie puede explicar. Un dato colorido es que Cocomarola grabó ese tema emblemático con Emilio Chamorro en 1943 para la RCA Víctor. Y se verá cómo hubo un tiempo en que el himno de chamamé era un polca. Chamorro lo tituló "campera". Al editarla en el papel pentagramado sale como polca y existe la versión de que fue un consejo de Herminio Giménez, argumentando que es una muy buena obra para quer sea un "chamamé". Recién en 1946 lo graba Cocomarola cantado por el dúo Cejas-Ledesma en el sello Odeón. Lo curioso es que allí también aparece como si fuese una polca.
CAMINO DEL CHAMAMÉ
Trajinó por 35 años la región chamamecera y dejó su marca autoral con tinta indeleble en casi 400 composiciones que registró en SADAIC. Trazó un camino personalísimo. Entre 1940 y 1950 se define como un artista que interpreta al pueblo desde el bandoneón sin olvidarse de la belleza musical. La suya es una obra de proyección folklórica hecha por un gran instrumentista.
Pisó sólo dos veces el escenario de Cosquín y no volvió por propia decisión. Cierta ver fue Rosendo Arias (del popular “Rosendo y Ofelia”) el encargado de visitarlo en su casa correntina para convencerlo de pisar el escenario de la plaza Próspéro Molina. Mario dijo, sencillamente, que no. Cocomarola había estado en ese escenario antes de su debut por boca de Los Trovadores del Norte, un grupo santafesino que en 1964 estrenó "Puente Pexoa”, un rasguido doble que Don Mario había compuesto casi 10 años atrás sobre poemas de Armando Nelli.
LOS COMIENZOS
Empezó empujado por la muerte de su padre, un inmigrante italiano aficionado al acordeón, Cocomarola salió a buscarse la vida a los 13 años. Llevaba cinco tocando un acordeón pequeño con el que había empezado jugando. Fue músico de diversos grupos y debió camuflarse para sumarse años y lograr que no lo echen de los encuentros nocturnos en los que tocaba.
Luego de integrar la Orquesta Folklórica Municipal, dirigida por Ricardo Suárez, tocó entre 1940 y 1946 con el Trío Taragüi, luego Los Hijos de Corrientes con Emilio Chamoro, más adelante Osvaldo Sosa Cordero y sus Correntinos, el Conjunto Irupé, Los Cumuní, la formación de Miguel Repiso, la de Ramón Estigarribia y luego ensambló su propio conjunto.
En los años 40 forma el Trío Coromarola, que tuvo distintos vocalistas y cambió luego de nombre hacia finales de esa década. Los años 50 lo encuentran a Tránsito alternadamente grabando como Trío Cocomarola y como Dúo Cocomarola. Produjo un hecho histórico: contó con Isaco Abitbol en su formación y hasta con Ernesto Montiel. También Blas Martínez Riera formó parte de uno de los grupos de Cocomarola, pero lo hizo de forma casi fugaz, registrando un disco que tuvo -además- al dúo Úbeda-Chávez. La formación con Roque Librado González, con quien formó además un prolífico dúo compositivo que dejó perlas del género que al día de hoy los grupos siguen incluyendo en sus repertorios.
Con los conjuntos del poeta Osvaldo Sosa Cordero y de Miguel Repiso llegó por primera vez a Buenos Aires. La primera canción que registró fue Laguna Totora, para el sello Emi-Odeón, con una formación suya.
“Fue mágico, un adelantado a su tiempo, lo más grande que tuvo el chamamé y no quiero que nadie se enoje porque este es un género de maravillosos: Ernesto Montiel, Isaco Abitbol, Salvador Miqueri, Teresa Parodi. Pero Cocomarola se adelantó a él mismo. Y tuvo los más grandes dúos chamameceros (Úbeda-Chávez, Verón-Palacios, Cáceres-Almeida, Cáceres-Molina) y también formó tríos. Tránsito fue un innovador total”.
La frase la dijo Ofelia Leiva, quien anoche recibió de la Fundación Cocomarola -que celebró el Día del Chamamé en el Teatro Juan de Vera de Corrientes-, un reconocimiento por su aporte a la música popular. La dijo al lado de Gabriel Cocomarola y de su papá, Coquimarola, Don Tránsito murió a poco de cumplir 58 años, el 19 de septiembre de 1974, en la ciudad de Buenos Aires, lejos de la geografía de su San Cosme, pero cerca de su bandoneón que anda ahora en manos de otro que tiene su sangre, su nieto Gabriel, un joven silencioso que busca en el fueye las musas de su abuelo mientras le saca lustre al chamamé, el ritmo al que Mario del Tránsito Cocomarola ha elevado a lo más alto.