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Parece mentira que en el país en el cual los festivales de folklore desdeñan de lado la danza con cada vez menos espacio en sus programaciones haya un ballet que esté por estos días cumpliendo 45 años de vida. Es que este mes festeja su fundación el Ballet Brandsen, fundado en esa ciudad bonaerense por Mabel Pimentel y Oscar Miguel Murillo.
La celebración formal será el 30/9 a las 21 con baile conjunto en “La Peña de los 45” en el Club Social de Brandsen que tendrá a Juanjo Abregú, Los Peñeros y Folklore 5 como músicos invitados. No habrá allí una presentación formal sino el ballet y sus 30 integrantes bailando con quienes concurran al cumpleaños. “Siempre volvemos a nuestro pueblo y festejamos nuestros cumpleaños allí. Vienen casi todas las generaciones de bailarines que pasaron por el ballet; el que tiene 50 años, el de 40. Algunos traen sus hijos, otros a sus nietos. El Ballet Brandsen es una gran familia”, resume a FolkloreCLUB Mabel Pimentel, una de sus fundadoras del cuerpo de baile junto con Oscar Murillo.
El secreto del mensaje
Treinta personas integran el ballet. “Es una locura de la cual nunca nos pudimos desprender. Los nueve años de Argentina en Mendoza y Ópera Pampa nos requerían esa cantidad de gente y aunque se sabe que un grupo tan grande es antieconómico sabemos que nuestro destino es de tener un ballet con mucha gente. La danza es una disciplina de mucho esfuerzo y ofrece remuneraciones ajustadas”, cuenta Mabel.
-¿Cuál es el secreto para llegar a los 45 años manteniendo la vigencia?
-Mabel Pimentel: El secreto está en la propuesta artística del ballet. Oscar y yo estamos convencidos de que ha sido así. Hemos tenido épocas de bailarines maravillosos pero hubo tiempos en que no teníamos esos talentos y siempre el ballet ha sido un éxito donde se presentó.
-¿Cómo se puede resumir esa propuesta?
-Murillo y yo consideramos que la danza, además de ser un arte del movimiento, tiene que dejar, más allá de lo estético, un mensaje, que puede ser histórico, costumbrista, literario. Siempre tiene que haber un mensaje que puede sorprender, emocionar, reír, llorar. Nuestra propuesta es tener siempre un mensaje.
-¿Cómo observa hoy a la danza, corrida de los festivales, donde tiene un lugar marginal, casi de relleno?
-La danza de raíz folklórica está pasando por un momento dramático. Los espacios se fueron perdiendo. La causa son algunos directores, coreógrafos y bailarines que han decidido ser teloneros y bailar de forma gratuita. Además, el avance del “todo enchufado” también conspira porque la mayoría de los festivales no tiene la posibilidad técnica de montar un ballet. Tampoco el medio masivo que es la televisión otorga espacio alguno. Creo que es poco probable que la danza salga de esta situación. Es necesario un cambio cultural que no va a ser tan fácil. Hay encuentros de danza, pero cuando uno actúa el otro no mira lo que hace el colega; se va a comer un choripán. Nadie aprende de nadie y nadie respeta a nadie. Pero hay que mirar porque de lo bueno y de lo malo hay siempre algo que aprender.
-Usted dice que la televisión no ofrece un espacio a la danza, ¿qué piensa del programa “Argentina Baila” (sábado a las 22, por la TV Pública)
-Es un programa en el cual no se llega a la verdadera razón de ser la danza nativa. Y creo que se juega con la ilusión de mucha gente de querer alcanzar un espacio para mostrarse bajo la creencia de que un minuto en la televisión puede asegurar un futuro. Tiene un alto contenido comercial y creo que no refleja lo que la danza de raíz folklórica realmente es.
El comienzo del ballet
La historia comenzó así: Mabel Pimentel bailaba en un grupo de Llavallol que había formado Murillo, adonde la bailarina había ingresado un año antes de terminar sus estudios en el Colegio Nacional de Adrogué, al sur del conurbano bonaerense. Pero los padres de Mabel le compraron la zapatería a un tío en Brandsen y ella, recién recibida, tenía pensado estudiar a La Plata. El grupo nació la tarde en que Oscar Murillo se fue a despedir de ella para avisarle que se iba a vivir a Córdoba. Matías Pimentel, un violinista que tocaba en una orquesta típica, es el hombre clave en la historia del Ballet Brandsen. Le sugirió a Murillo que formara con su hija una compañía de danzas en el pueblo. “Abrimos el estudio de danza y a los dos meses teníamos más de 60 jóvenes trabajando”, recuerda Mabel. Había nacido el ballet Brandsen, un nombre propio de la danza de raíz folklórica de la Argentina.
Luces y sombras
En febrero de 1994 Fabiana Tallarico, integrante del Ballet Brandsen, fue asesinada en su propia cama de su casa de La Plata. Los medios de comunicación tejieron teorías para inculpar a Oscar Murillo, pero la justicia desarmó esa versión y sobreseyó a uno de los fundadores del ballet, en un crimen que al día de hoy sigue impune. Fueron aquellos, recuerda Mabel Pimentel, tiempos en que debió echar mano a su entereza. “Superamos ese momento confiando en la verdad y sabiendo quién es la persona que tengo a mi lado desde hace 48 años. Lo superamos con una gran entereza de saber cuál era la verdad y por eso siempre seguimos con nuestro rostro, de frente y actuando, porque nunca dejamos de actuar”.
Danza-teatro
Fervientes admiradores del cine, Pimentel dice que cuando con Oscar Murillo piensan en un personaje para desarrollar un cuadro lo modelan a partir de ciertas cualidades cinematográficas. Y también piensan a la danza desde una perspectiva actual. “Tratamos de tomar el avance de la tecnología, con la incorporación de videos como parte de una coreografía, por ejemplo. El espectáculo folklórico debe ser pensado más allá de las botas y de los vestidos”, dice.
-¿Qué debe tener alguien para bailar en el Brandsen?
-Por supuesto que conocimiento de la danza de raíz folklórica. Pero como decimos siempre a nuestros educandos el bailarín debe tener un conocimiento profundo de la danza llamada nativa o tradicional. Por sobre todas las cosas, debe ser buena persona. En lo posible intentamos que tenga alguna cualidad teatral porque nosotros decimos que hacemos danza-teatro, porque eso hacemos en el Ballet Brandsen: contamos historias.