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Surgido en La Plata, el Sexteto Murgier fusiona influencias de su creador y pianista, Pablo Murgier, mediante el heterogéneo crisol de sus intérpretes: Simone Tolomeo (bandoneón, integrante de la Orquesta Arquetípica de Ramiro Gallo), Agustín Luna (guitarra, integrante del dúo Luna-Tobaldi y solista), Alexey Musatov (violín, integrante de la Orquesta Típica Fernandez Fierro), Jonatan Schenone (contrabajo, de amplia trayectoria en el circuito de jazz argentino) y Francisco Cadierno (violoncello, integrante de la orquesta Emilio Balcarce y trío de rock El Ataque de los Barriletes).
El disco "Muy lejos" (2017 / Independiente) tiene nueve composiciones originales que representan un punto de encuentro para diversas expresiones del mapa musical argentino, teñidas por influencia del jazz y música académica. En el recorrido del disco confluye la sonoridad de Brad Meldhau en una zamba, irrumpe una milonga gismontiana con un coral de cuerdas que por momentos recuerda a Ginastera y Bartok, y aparece una milonga campera que evoca el legado de Piazzolla y asimismo recuerda que vivimos en tiempos de Schissi.
Así, Pablo conecta la tradición musical argentina, con múltiples influencias culturales actuales. Y sobre cómo logró este trabajo propio con potencia y frescura de la música popular, hablamos con él.
Con esta propuesta, ¿te sentís, de algún modo, a la vanguardia del tango y folklore?
No nos propusimos en primera instancia, y deliberadamente, pertenecer a una vanguardia o modernidad. Nos sentimos muy cómodos tocando así, y la idea era crear un grupo donde conecten músicas que nos gustan, las que escuchamos y estudiamos, con la que crecimos. Asimismo, lo que hacemos es totalmente actual, aunque no nos
corresponde situarnos en un lugar de vanguardia, pero sí intentar a cada paso hacer música verdaderamente auténtica.
¿Por qué en el disco juntas ambos géneros?
Sostengo que el tango es folklore, que en su nacimiento y lenguaje existen muchos elementos que lo demuestran. Tienen origen común y siguen hasta hoy fuertemente enlazados, el folklore surero sería el puente que lo conecta. La concepción que se tiene hoy de considerar al tango como antítesis de distintas especies folklóricas tiene que ver con una serie de decisiones políticas socio-culturales aplicadas durante nuestra historia, las mismas que nos quieren hacer creer que Capital Federal es un país y el mal llamado "interior", otro.
Por supuesto que hay diferencias de lenguaje, uso, poética y hay que defender esas diferencias porque son parte de nuestra tradición, pero eso no me exime para nada de juntar en un programa de concierto o álbum un tango, un gato, zamba y milonga. Todas son músicas de raíz argentina, y tienen color de nuestra tierra. El disco en algún punto es un mapa de la música argentina.
¿Ves hoy líneas estéticas comunes entre tango y folklore?
En últimos años hay músicos que aplicaron al folklore un modo de trabajo que históricamente perteneció al tango. El tango tuvo en su historia una gran evolución técnica en todo sentido, porque en Capital Federal estaban los conservatorios y mejores posibilidades laborales, y los músicos que integraron grandes orquestas eran los mejores del país. Esta forma de tocar tango, haciendo un trabajo muy similar al de la música de cámara académica, hoy se aplica también al folklore con resultados increíbles.
Por otro lado, ciertas fronteras que separan géneros musicales se debilitaron, y hay músicos que se paran en esa intersección entre tango, folklore y también jazz. Es muy saludable hacer música desde ese lugar desprejuiciado. Por supuesto que esta es sólo una línea más que se suma, y el folklore no necesita ser dignificado por ensambles de cámara, pero hoy vivimos un momento único en pluralidad de voces en nuestra música.
¿Cómo encontraste un todo entre las partes, digamos, y cuál es la autonomía que cada quien tiene dentro del sexteto?
Conocía muy bien a cada uno de los integrantes del sexteto e intenté escribir específicamente para cada uno. Delegué muchísimo en el sentido de dar idea general de lo que quería, sabiendo que en muchos casos, cada uno resolvería en su instrumento de la mejor manera lo que pretendía. Hay cierto margen para la improvisación pero toda la música está escrita y previamente pautada.
Para que ocurra la sintonía musical, la cosa tiene que estar determinada por el vínculo humano. ¿Cómo lo logran?
Nos conocemos muy bien y tenemos muy buena relación. Cuando los grupos tienen claros objetivos, como en primera instancia grabar el disco, y luego participar del Encuentro de Tango Para Músicos, es más fácil ordenarse y no generar desgaste, para que la cosa fluya. Ahora se nos viene la presentación del disco, y el año que viene gira en Europa. El grupo también es muy joven, si tuviéramos problemas sería porque algo realmente no funciona.
¿Cómo se liman asperezas en un grupo tan grande?
Todos somos muy profesionales, y no solo tocando su instrumento, sino con el respeto de llegar puntual a un ensayo, mirar la parte, tener buena onda entre compañeros, y demostrar que te interesa lo que hacés (parece obvio pero no). En estos grupos es importante asumir un rol, y defenderlo a capa y espada. Es la primera vez que soy director musical, y es la responsabilidad de conducir un poco todo, pero todos me dan una gran mano y no siento que esto sea un grupo solista. Sin sentido de pertenencia es muy difícil que un grupo de pasos firmes, y por suerte no tenemos ninguna rueda de atrás.
¿Cuáles son tus referentes dentro de la música popular argentina de hoy? Tenés mucho como para elegir...
Podría dar una lista inmensa pero me detengo en sólo algunos que me impulsaron a armar el grupo: Diego Schissi y su quinteto, y Quinteto Bataraz de Lisandro Baum.