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La música es como un racimo de uvas: un fruto que, por naturaleza, se hizo para compartir. Con esta premisa, Riendas Libres invitó a Raly Barrionuevo y Laura Ros a una celebración inolvidable. Desde temprano, la boletería del Club cultural Matienzo advertía que las localidades estaban agotadas. El fin de semana adelantaba sus pasos en un encuentro que se inició cerca de las 22 y se extendió por casi dos horas y media, con la impronta de una reunión de entrecasa, que mezcló lo tradicional con lo experimental.
“Muy buenas noches a todos, bienvenidos. Estamos al comienzo, calentando las gargantas. No es en serio todavía, hemos hecho ‘Lo que canto en la mañana’ y ‘Las manos de mi madre’. Todo este comienzo era de MPA, con los temas ligados y con el mismo punteo. En este caso Homero ha cantado esta hermosa canción de Jacinto Piedra”, dijo Peteco entre los aplausos del público.
Y Homero, agregó: “Como está contando mi papi, estamos entrando un poquito en calor. Nosotros nos hemos propuesto jugar un poco. Por eso le hemos puesto ‘Ensayando en Buenos Aires’. Realmente queríamos arrancar el espectáculo de una forma o distendida, familiar. Y nos vamos sorprendiendo, porque aparecen melodías que no esperamos”, confesó. Enseguida las notas de “Barquito de Papel” de Joan Manuel Serrat, conmovieron a todos, con el sentido retrato de la infancia. Casi fundida con la pieza del catalán se oyó “Te doy una canción”, de Silvio Rodríguez. Las melodías continuaron con una versión del tango “Cristal” que se vistió con ecos de guajira. Luego, con una mixtura de flamenco, malambo y chacarera apareció “Vagabundear” , también de Serrat, en una de canciones más celebradas de la noche.
Bajo la premisa lúdica de conectar melodías como recuerdos, “Santiago querido” de Leo Dan fue festejado y coreado por los asistentes. “Ahora vamos a convocar a nuestros queridos compañeros, invitados de hoy, a formar parte de Riendas Libres, que es este trío que hemos armado con Homero y con Martina, gracias a la vida que nos ha posibilitado esta oportunidad de poder estar juntos en el escenario: padre e hijos, hijos y padre. Ha llegado el tiempo justo de la madurez de ellos como músicos, de mi rejuvenecer. Y nos embarcamos en este proceso que nos va a tener a nosotros tres como mentores, pero ojalá que con el tiempo muchos compañeros podamos ser Riendas Libres. Nosotros vamos a ofrecer siempre el marco para que podamos realizar esto. Es una idea que no es mía, viene de hace mucho. Ya con MPA habíamos comenzado con esa cosa del nombre MPA, pero los nombres individuales de nosotros siempre presentes. Para no ser después un ex, como se acostumbraba antes. Si salías de Los chalchaleros eras un ex chalchalero. En cambio, en MPA, por esa iniciativa del Chango, las individualidades dentro de los grupos son importantes. Entonces Riendas Libres es el continente y nosotros vamos trabajando ahí. Los Riendas Libres de esta noche son Laura Ros y Raly Barrionuevo”, describió Peteco y generó una ovación.
COMPAÑEROS DEL CONTIINENTE
Con Raly y Laura ya sobre el escenario, Peteco comentó la alegría del compartir: “Con ellos nos une el cariño y el reconocimiento como artistas, la cosa casi familiar”, dijo y abrió paso a lo colectivo con “Movimiento del amor”, recreada desde el disco Borrando Fronteras, de 1995.
Luego, los invitados homenajearon a Raúl Carnota con el aire de huayno “Solo luz”, desplegando toda su profundidad en un ensamble de voces que potenció la obra del recordado autor. El santiagueño retomó la posta del Chango Rodríguez con una interpretación del clásico “De mi madre”, donde marcó su impronta de juglar valiéndose de su voz y su guitarra para encender el paisaje de la infancia, teñido de nostalgia, con un final casi a capella. Llegada desde su primer trabajo “Sin principio ni final”, emergió después la chacarera “Un pájaro canta”, como recuerdo de Jacinto Piedra y con Homero sumado en la percusión.
La música siguió con Laura Ros en escena y “Atar”, la canción que nombra a su producción más reciente y que, según aclaró “está dedicada a los que quieren el olvido porque no tienen perdón” y dijo más tarde “Hoy soy un manifiesto que canta. Ahora voy a hacer la próxima a la que le puse un nombre espantoso porque no se me ocurrió uno mejor. La ‘Antitelesita’ es una respuesta al machismo profundo de nuestra sociedad. Esta es una Telesita que no muere quemada por salir a bailar y seguir hasta el amanecer, sino que sigue bailando” y tras esta reivindicación cerró su set con el gato “Por qué tus ojos”, festejado con palmas.
MÚSICA DE ANFITRIONES
Promediando la noche, el tríptico local despidió a sus visitantes para recorrer las sonoridades de Riendas Libres: “Vamos a arrancar con el repertorio que hemos creado especialmente para este grupo con Homero en un primer encuentro, porque hemos empezado despacito así como yo con el papá y mis primeras composiciones -‘Embrujo de mi tierra’, ‘Mi abuela bailó la zamba’- . Yo hacia las melodías y se las hacía escuchar: si se quedaba callado o cambiaba de conversación, sabía que el tema no iba. Y olvidaba las melodías, las dejaba de lado y confiaba plenamente en su silencio. Hasta que después no necesitaba hacerle escuchar a él para saber si un tema iba. Así hemos empezado con Homero, y el de Riendas Libres es un repertorio propio y único”, relató Peteco. Tras la interesante anécdota, todo se hizo palmas con la chacarera “El amor como bandera”. Casi como una continuación se oyó “Flores y chachareras”. Y la reflexión llegó con “Tropeles”, una vidala canción, con versos del poeta santiagueño Cristóforo Juárez.
En seguida “Un paso y un adiós” pobló al Matienzo de zamba. Mientras algunos degustaban el locro casero o las empanadas que se servían en el lugar se desplegaron “El Río y mis sueños” o “El fin de la infancia”.
Dos horas de música propia y versiones trascurrieron para recibir el abrazo de “Perfume de Carnaval” –cantado de principio a fin por los asistentes- . La chacarera pudo más y algunos bailarines se acomodaron en el poco espacio libre para trazar medias vueltas y zarandeos “Bajo la sombra de un árbol”.
Con su violín como otra voz potente y clara, Peteco bajó del escenario para reunirse con el público, y no faltaron aquellos que, en medio de la música, ensayaron fotos o selfies. “Digo la mazamorra”. “Desde el puente carretero” y “Entre a mi pago sin golpear” fueron coreadas por los presentes, que celebraron la convocatoria de Peteco, Martina Ulrich y Homero Carabajal hacia Raly Barrionuevo y Laura Ros, en un final que fusionó el rock con la tradición folklórica de la que se desprende “La estrella azul”.
LO QUE VENDRÁ
Con un show longevo y celebratorio, Riendas libres anunció que continuará con el proyecto de sumar invitados a lo largo de un año en el espacio del club Matienzo. En la fecha anterior, los convidados fueron la Bruja Salguero y Bruno Arias. Para el 6 de julio, el trío se potenciará con Franco Luciani y Juan Carlos Baglietto y en presentaciones siguientes lo harán con Divididos, Víctor Heredia y León Gieco y -si siguen la sugerencia de una persona del público- podrían hacerlo también con Arbolito.
Queda claro que, como en todos los órdenes de la vida, cuando la premisa es compartir, nada puede salir mal. Y lo mismo sucede con la música que, como las uvas, tiene en su ADN una tendencia innegable y profunda hacia lo colectivo que Riendas Libres canaliza a la perfección.