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El presentador rompe el silencio: “Oriunda de Dudignac, partido de 9 de Julio...”, y el Lucreciaaaa Loongariniii se alarga como el final de “Sueño de la vendimia” (de Jorge Vivas), el primero de los cuatro temas que la moza interpretará este atardecer de viernes en el Salón Auditorium del Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación.
Lucrecia abre el espectáculo que llega con hinchada propia: padres, novio, primas, sobrinos y amigos que han arribado desde la tierra natal y se mezclan con una platea de paladar azul que sigue gozando con “Alfonsina y el mar” (Ariel Ramírez y Félix Luna), toma más envión con el “Oración del remanso” de Jorge Fandermole (“Soy de la orilla brava, del agua turbia y la correntada...”) para terminar entre palmas compartidas con el “Campo afuera“ de Carlos Di Fulvio.
Ella manejó el escenario con “el donaire que tiene su buen zarandear”, como dice la letra difulviana. Acaso haya habido en su cabeza tantas cosas juntas que pensar, que obvió decir el autor de este tema y del anterior. Una insignificancia en medio de un examen del que salió ampliamente favorecida.
Las guitarras de Jorge Labanca y Eduardo Velardi, y la percusión de Mariano (hermano de este último), arroparon a Lucrecia en gran forma, aunque acaso por la ecualización “pegaban” demasiado algunos agudos. Esto por supuesto no fue inconveniente para que se disfrutara una voz firme y personal que, bien llevada y con la lógica ayuda de las circunstancias, pueden favorecer el crecimiento y consolidación de esta cantante autóctona a la que hay que ayudar.
El presentador volvió al escenario luego de los “otraaa” que no pudieron ser satisfechos por cuestiones de orden, y le costó un poco mantener el nivel. Hasta reconoció que iba a ser difícil superar el comienzo de Lucrecia, con un corto pero interesante curriculum que el hombre se encargó de dar a conocer.
Y vaya si lo fue. Quedó la promesa de volver el lunes a la misma hora (18.30) aunque esta vez con la compañía del el tango.