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Notas
NOTA DE INTERÉS


26/04/2017

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RECORDAR


Tal vez todo haya empezado ese día impreciso en que León Gieco dijo que Los Manseros Santiagueños eran para el folklore como los Rolling Stone lo son para el rock. Lo dijo León para significar la importancia de ese grupo señero de la música nacional, el mito vivo más importante en una tierra de músicos importantes. No sabía que alguna vez esas dos marcas registradas se iban a unir.  

Aunque parecía que iba a ser una nota sobre Los Manseros Santiagueños -tal vez creaneada en el momento en que el grupo firmó contrato con la discográfica Sony- la que este mes aparece en la revista Rolling Stone, terminó apoyándose -por varios motivos- en las espaldas de Onofre Paz, el polémico líder del grupo.

La nota, publicada en la versión argentina de la revista, tiene en tapa una entrevista con Roberto Petinatto. En la página 58 sorprende la nota a Onofre Paz con el título “Alma fuerte” y la cara del mansero mayor a página completa. “El líder de los Manseros Santiagueños encarna el fenómeno popular más rockero del folklore con una historia de vida difícil, casi tanto como su carácter”, se lee en el copete de la entrevista que realizó Mónica Yemayel, hecha en formato de road movie (una “pelíocula rutera”) para la cual se subió a una mini gira de Los Manseros en mayo de 2016, que los llevó por primera vez a Gramilla, el pueblo natal tanto años negado por Onofre.

Con gran pulso cronista, la autora de la nota describe el carácter del único músico del mundo capaz de hechar a otro del grupo sobre un escenario (Las Arrias, Córdoba, 2017, cuando despidió en vivo a su hijo, Martín Paz). “Lleva el pelo negro engominado hacia atrás, una constelación de lunares grandes sobre el perfil izquierdo y un ojo que parece envuelto sobre papel celofán. Con ese, sólo ve sombras. Una astilla la rasuró el iris a los 16 años mientras hachaba troncos en los quebrachales. Esa fue su salvación. Se rebeló, dejó el monte, agarró la guitarra y, de ahí en más, fue un hombre cantando historias sencillas de otros hombres como él”, se lo describe a Onofre.

“Las manos de Onofre tienen algo de torpes. Y dos dedos mochos en la derecha, el índice y el pulgar. A los 11 años lo mandaban a pelar cañas de azúcar. Helado en el medio del monte se distraía y el cuchillo pifiaba las varas. Ese fue el segundo trabajo que tuvo. Antes, desde los cinco, cuidaba cabras y mulas; la hacienda mansa. De ahí viene el nombre ´mansero´. Se mira las manos como quien busca una explicación. ´Quién iba a decir, ¿no?´Los entendidos dicen que no hay rasguido como el suyo. Un ritmo arrancado con mano llena. Y que su timbre de batítono aternorado, hace 50 años, te podía hacer tembrar las pestañas”, escribe la cronista.

La nota tiene ocho páginas. En ella Onofre logra lo que ningún otro grupo folklórico: aparecer en la revista más importante de rock del mundo como un Jimy Hendrix criollo. “Mi viejo cree que el mundo gira a su alrededor”, dijo Martín Paz en esa nota, antes del histórico despido, sin telegrama, un año más tarde. “Sabés cuánto vale ese vino que pediste´lo increpa el padre a Martín, en uno de los almuerzos de la gira. ´Más de 600 pesos. Vos sí que no te acordás cuando no teníamos para comer´. En momento como este, cuando el vozarrón de Onofre le canta a su hijo sus verdades parecerá que la gira se termina. Pero no. Martín Paz se incomoda y se resiste a las órdenes de su padre, aunque no tanto como para negar los beneficios de la autoridad e intransigencia onofriana: ´Es bravo. Pero sin su tenacidad Los Manseros no estarían donde están. El mantuvo el ritmo sin tranzan con nada´. ´Seré bravo pero no por zonzeras, dice Onofre Paz´”, se puede leer en la página 61.

En otro de los pasajes del extenso reportaje, se describe el carácter de Paz en una pincelada. “Onofre Paz, con sus 74 años, es capaz de acercarse a Guillermo “Fatiga” Reynoso, de 80 años, y, con la avaricia dulce de quien ansía ser el más querido, susurrarle al oído: ´No te hagas el solista vos. No ves que la gente te alienta porque estás viejo”, cuenta la cronista, tres meses antes de la muerte de Fatiga. En la nota hay dos momentos sensibles: el imperdible diálogo de la periodista con Fatiga en la combi y la descripción de la vida del mansero mediador, Alito Toledo.    

La nota es completa: recorre el camino de Los Manseros desde el día en que Onofre partió con Leonadio Torres desde Santiago del Estero sin saber que algún vez iban a llegar tan lejos y que otra vez iban a separarse para siempre; la batalla legal ganada por Onofre en los tribunales por el nombre; las distintas formaciones del dúo al cuarteto, los humores cambiantes y la desconfianza de Onofre con el resto de sus compañeros de escenario y detalles: gestos, miradas, fervores de un público fiel que lo sigue y canta sus canciones como himnos de una tierra que los parió con dolor.


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