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Notas
CRÍTICA DE DISCOS


29/03/2017

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RECORDAR


Esta nota se escribe en Córdoba (se puede leer en Buenos Aires o donde sea), pero nos puede ubicar mentalmente en La Rioja. La música tiene ese poder y además lo tiene a Juan Arabel que en su disco “Un ínfimo hilo de luz”, nos permite conocer aquella provincia, sin estarlo corporalmente, pero de la mejor manera. Es un guía turístico musical y espiritual sin desperdicio…


Este disco ha sido preseleccionado, recientemente, a los Premios Gardel. Trataremos de entender por qué (en todos los sentidos) y escribirlo. Más allá de considerar, que es uno de los mejores discos que han salido en este último tiempo.

 CARNAVAL DE MI QUERER
El tema con el que abre el disco es la chaya Carnaval del amigo. Y se convierte en la mejor presentación de un disco donde el rock, el pop y sobre todo el jazz tienen una marcada presencia. Para aquellos que se asusten, vale decir que la combinación es de excelencia. Un contrabajo que viene a cumplir con la idea de más y mejores búsquedas que posee el disco, como también de integrantes.


Es la primera de las varias muestras del “volver” que aparecerán en todo el disco. La vuelta no será para retroceder, sino para saber desde dónde se arrancó para continuar el camino. Por eso canta “Ya he de volver/ al barrio humilde que me vio nacer (…) y en la Facundo volver a crecer”.


Tal vez uno de los temas más importantes, porque lo define a Juan, es el segundo: “De la noche a la mañana”. “Tibio manantial de sueños que se corren por las venas, los amigos, la nostalgia, desamores, vieja ausencia palomas de fuego y tiempo volando en una querencia”. El poeta escribe y el cantor canta la chacarera y a la vez, viceversa. Él que sacó su primer disco bajo el nombre de Semillas, ya es una que está floreciendo y lo sabe. Por eso escribe: “Yo soy solo una semilla que crece en el campo abierto/ nutrido de sal y canto, sembradito monte adentro”.


“Viene zambita”, es contar de donde nace cada tema: “(…) nace del alma”. Es una nostalgia que golpea en el corazón, cuando suena. Pocas veces las nostalgias dan tantas ganas de escucharlas. Pero es que en todo momento el recuerdo está presente, en ese viaje que contamos al principio. Viaje también es lo que generan Fede Lucero en guitarra eléctrica y coros, Luciano Maro en contrabajo y coros, y Amaro Ferraris en batería, bombo legüero y coros. Es decir los copilotos de excelencia de Juan. Y el que trazó el recorrido en la grabación, algunos arreglos y masterización:  Rubén Andrés Ordoñez. Una especie de equipo de primera… en la música.

 PARA RENOVAR LAS ESCUCHAS
Juan Arabel no es alguien  desconocido en el ambiente. Sin embargo su juventud, la profundidad y el saber de su música llegan a sorprender a quienes lo descubren por primera vez. Es que posee un curriculum bastante nutrido e importante: Compuso dos obras sinfónicas: “Vidala tei´de querer - Subo” y “Rioja del sur”, para Músicas en Dirigible (Proyecto de las cátedras de Orquestación, Composición y Armonía de la Universidad Nacional de Córdoba,  para promover la producción sinfónica de los estudiantes de composición). Ganó concursos de arreglos para música Coral organizado por la Secretaría de Cultura de la Provincia de La Rioja (2014) y el Mozart para orquesta de cuerdas organizado por la Municipalidad de Córdoba (2015), entre otras cosas. Esto demuestra que los arreglos en todo el disco son una obra en sí mismos.

Pero si la calidad de Juan da gusto, cuando se junta con los suyos todo es mejor. “Dejo de raíz”, es el primer tema compuesto en conjunto con Fede Lucero (Colibrí y Un ínfimo hilo de luz, también). Un chutunky  hermoso junto al clarinete bajo y el saxo de Nick Homes, donde los “sonidos” de su “tierra” vuelven, pero mejorados. Del mismo género es “Para renovar los días”, un tema ideal para renovar las escuchas. Un tema cuidado y bien logrado para hacernos saber que “es febrero cuando todo duele menos”. La poesía acá, como en todo el disco llega a lo más alto y está destacada en las letras “en negrita”, para acompañar a la obligación de poner una y otra vez este tema.


“Un ínfimo hilo de luz”, que da nombre al disco, es la celebración de la “claridad en la expresión” que habla Juan en un video que cuenta algunas cosas de este trabajo. Es un tema de casi ocho minutos, un pecado para las radios comerciales. Aunque en realidad el pecado es no escucharlo. Porque hay un contenido muy fuerte detrás, que se ve en la única foto del setlist por parte de Federico Carrizo: El Cerro Famatina. Es en el marco de la lucha del pueblo de Famatina, contra la mega minería contaminante y “la idea que quisieron instalar los que tienen poder de que era una sociedad sumisa” dice el autor.   


“El título es una forma de resumir la esperanza, como significado principal que envuelve al proyecto” comenta Juan. Sería más o menos como la frase ricotera: “Cuando la noche es más oscura /se viene el día en tu corazón”. Por eso recita un poema Ramón Navarro, “donde el agua es semilla fundamental de la vida” donde “sólo queda la esperanza, para qué más”. Por eso Juan con los coros de Fede canta, en momentos jodidos: “Y veo, y anhelo un hilo de luz/ y espero, y sueño un tiempo mejor”.

 SE QUEDARÁ EN TU CORAZÓN
El séptimo tema es una zamba ideal para enamorar. Casi un susurro que sabe contar la importancia de “Era una flor”: “Y es esta canción cielo de tus ojos / ceniza y calor, sombra de tu sombra/ y se quedará en tu corazón”.


“Colibrí”, va llevando el vuelo musical casi al final, acompañado de Diego Clark en el cajón peruano. Un vals con el que busca ver el alma de la destinataria, para luego llegar al último tema. “Cantor vidalero”  es una especie de manifiesto de Arabel, acompañado de José “Jozho” Tello en cajas chayeras; Ramón Navarro (h) en cañas andinas; Lucas Millicay en accesorios y Martín Molina Torres como cantor invitado. En este chuntuky-vidala se reconoce como “dueño de este cantar”. Cuenta con el recitado del “Negro” Cortéz que le pone el alma -algo que aparece en la esencia y en las letras de varios temas- cuando dice “yo soy cantor de mi pago”. Un pago “de manos curtidas, de almas heridas por amores perdidos/ de carnavales de amigos, de corazones y encuentros”. Juan termina su segundo disco entonando: “Yo soy de aquí como el pusyay/ me voy cantando vidalas/ Rioja en el alma, pa’ festejar”. El viaje termina donde empieza. Como dijimos al principio, el volver es para continuar mejor el camino, para crecer.


En el diseño de Nayla Martínez, los colores van desde tonalidades de verde, pasando por azules hasta los marrones. En palabras del riojano: “Cada color es un estado de ánimo, que va desde los festivo por eso el verde, hasta el rojo del amor, o un oasis en el blanco de “Para renovar los días”, hasta el azul profundo de la canción, como un océano, algo gigante en lo que podemos sensibilizar un montón de cosas”. A eso se le puede sumar que el azul de la parte central, donde el Cerro Famatina se corporiza,  es el color que demostró en Rubén Darío al máximo exponente del modernismo de la poesía, y en Juan a uno de ellos de la música de raíz. Esa raíz que se refleja en los marrones, para que nos quede en claro su “Yo soy de aquí”, de la tierra. De la suya, que logra que sea un poco de todas/as.


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