“La que sigue es la historia de Mercedes Sosa, una changuita que creció en Tucumán y descubrió que su voz la hacía distinta al resto”, escribe Vanesa Jalil en el libro “Mercedes Sosa para chicos”, edición que forma parte de la colección Aventureros de la Editorial Sudestada, que también publicó una biografía para chicos sobre Atahualpa Yupanqui, entre otro artistas populares.
En el libro, con el diseño de Repo Bandini e ilustraciones de Julio Ibarra, se recorre el camino de Mercedes Sosa desde niña, con fotos aportadas por la Fundación que lleva el nombre de la artista. Eran los tiempos en que Mercedes era, todavía, Marta, tal como le decían en su familia. Lo revelador del trabajo es que se muestra a la gran artista tucumana como un niño más: trepándose a los árboles, jugando con sus hermanos a la payana y hasta pateando una pelota de fútbol. También se narra la vida vida humilde de Mercedes: la vida de muchos niños de su provincia. Y se cuenta, con gran pulso narrativo, las desventuras de una familia numerosa sostenida por el trabajo de papá en el ingenio azucarero y por el de mamá lavando ropa y planchando camisas.
“Hacían las mismas cosas que pueden hacer los pibes y las pibas hoy en día, lo que tiene que ver con los juegos, los intereses. Los grandes personajes surgieron como cualquier chico con los mismos gustos y con las cosas que hacíamos cuando éramos chicos. Pensar en Mercedes Sosas jugando a la pelota con sus hermanos, por ejemplo”, le dijo Vanesa Jalil, la autora de los textos, a la agencia de noticias de la CTA.
“Mercedes Sosa es una persona que sigue siendo conocida en las escuelas. Por eso podés contarle quién era esa Mercedes Sosa, una mujer que podía llenar teatros en el mundo pero que también era una mujer humilde del interior que se preocupaba por las necesidades de los más pobres. Las devoluciones en general son buenas, a los chicos les gusta bastante y en general son muy generosos en sus comentarios”, dice Jalil.
El trabajo, que no pierde de vista el hecho de que está pensado para los niños, rescata una declaración de Mercedes. “Siempre me recuerdo cantando. Cantando en mi casa, en la escuela, en los velorios, entre las tumbas del cementerio. Porque sí, sin darme cuenta, porque me salía. A veces me pregunto, ¿qué habré aprendido antes? ¿a cantar o a leer?”.
Toda su vida está contada desde un lugar de conocimiento profundo de los días y de la obra de Mercedes. Y algo más: hacia el final del libro hay una serie de actividades para los niños sobre la obra de La Negra.
No se despega el trabajo de los detalles de una vida intensa. De esa niña a aquella otra que cometió la travesura de bautizare como Gladys Osorio para animarse a cantar en un concurso de nuevas voces en los estudios de la radio LV12 sin que su padre supiera que era ella. En aquellos años la bohemia de los artistas era mal vista. Los escenarios tenían la mala fama de urdir borrachos sin talento que perdían el tiempo cantando sus canciones. Y nadie quería que su hijo -y menos su hija- terminase envuelta en esas telarañas.
Mercedes ganó el concurso y papá se enteró por la radio que Gladys Osorio era su hija, pero que había empezado el camino ya para ser Mercedes Sosa.
El libro narra todo con gran calidad en los dibujos, con un diseño equilibrado y con textos que nunca se olvidan que del otro lado hay un niño leyendo: los interminables viajes en tren hacia la gran ciudad, su reconocimiento en Uruguay, los años de su compromiso con el “Movimiento del Nuevo Cancionero”, el rol de Mendoza en su vida y su arte, las canciones que supo hacer suyas, la opinión de otros artistas con quienes compartió escenario y horas de vida, su exilio, su vuelta, sus amores y sus dolores y sobre todo su presencia indeleble en el alto cielo de los grandes artistas.