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Notas
CRÍTICA DE DISCOS


01/03/2017

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RECORDAR


Marcelino Azaguate, uno de los representantes del nuevo cancionero mendocino sacó el disco “De Hierro y Barro”. El cantautor que había ganado el Premio Escenario como mejor voz masculina de Folclore (2010), cuando había presentado “Salto al Vacío”, logró el mismo galardón, pero en Mejor Producción Musical y Mejor Álbum Artista Masculino, con este trabajo, en 2015.


Miembro de la Comunidad Huarpe Guentota, canta a la tierra, canta a la Pacha, es tierra. Es lo suyo logrando que sea de cualquiera que lo escucha. Como si el presente disco no alcanzara, lleva adelante el proyecto Educativo “Huarpes en su propia voz”, una serie de cartillas educativas para nivel primario, acompañadas de un video en el que Marcelino realizó la música original. La importancia de cambiar lo que le enseñaron la infancia, donde la cultura originaria se convirtió en folklore o su arte en artesanía,


 PAISAJES ENCONTRADOS
Toparse con el disco de Marcelino, es toparse con un muy buen disco. Desde el primero hasta el último tema. El primer verso, del primer tema es otra forma de explicarlo: “Aire y luz que da en la cara”. La voz de Marcelino y la compañía de los instrumentos logran eso, con Marcos Di Paolo -que también ha sido el director musical y arreglador- y Pablo Azaguate, hacen que “Siempre te espero”, un aire de cueca, ya obligue a quedarse escuchando todo el trabajo.


Este disco viene a seguir el camino iniciado en su primer disco, donde en el tema Como los yuyos contaba cómo vivir “apretadito a la tierra”, mientras que en el huayno de Nora Meineri “La Maleza”, con Carolina Peleritti el colectivo se impone, para ver a una “América unida por sobre la maleza”.


En la canción “El cardón” se le canta cuidadosamente y con sentimiento, a la especie que da “dulce rocío”, con un ambiente ideal que se genera con el bombo y las pezuñas de cabra. Mientras que en el tema que le sigue, “Chaya de Carnaval” se logra con lo que cuenta y canta Azaguate. La Bruja Salguero, siempre dice que Peteco Carabajal es uno de los que mejor representa a estos festejos, sin ser riojano. Marcelino vino a hacer lo mismo desde su comunidad, desde su cuyo natal, contando en pocas líneas desde el “olor a carnaval” hasta la caja cansada, “cuando la chaya se ha terminao”.


El gato “Florcita”, demuestra que se puede cantarle al amor con buena poesía. Sobre todo cuando se le pide a la “negrita”: “Pintame de colores el alma entera”.


 TIRAR LA MÁSCARA
“Desierto” con Luna Monti, como invitada, hace recordar a la primera imagen del cuaderno con los temas. Allí, a diferencia de la contraparte gris y sin vida, de la ciudad - donde hay que tener una máscara de hierro- el desierto no es un lugar malo. Menos si allí, se encuentran estas voces.


Las voces, o la voz de la sangre americana que es un “grito fuerte que contra el olvido llegó” en “Madre y Sol”. En palabras del autor, es un homenaje a la mujer americana, que se resume en una imagen muy fuerte, cuando vio a una pastora que pastoreaba a ovejas en los cerros, en el norte.


La tonada “Tal vez un día” y el gato “Jazmines Blancos” son los únicos temas que no son de su autoría. El primero de Mario Bravo, en la interpretación de Marcelino logra querer un poco más a Mendoza por ese estilo musical; el segundo, de Manuel Nolo Tejón,  es la confirmación de su respeto sobre la naturaleza y el hacernos creer, al escuchar que “el aire se está llenado de jazmines blancos.

“En tu cielo”, un aire de zamba muy bello, es la confirmación de que tiene algo con elevarse, con el cielo. Un canto que se eleva por sobre tantos que muchas veces son lo mismo. Estar, de otro modo, por sobre la maleza.


“Caramba los pobres” termina el disco. Esta canción es la mejor manera de cerrarlo y de explicar su gira por Cuba participando del XX Festival de Trovadores Longina, cuya apertura estuvo a cargo de Silvio Rodríguez; donde compartió escenario con Vicente Feliú en la Casa del Alba y luego tocando por Casa de las Américas. En este tema, Marcelino camina con los que sueñan bonito, con los pobres, va compartiendo con los olvidados y viven con alegría soñando.


Marcos Goy, Goy Karamelo, Julio “Bicho” Díaz, Eliana Appon y Melisa Budini junto a los demás partícipe del disco, se muestran en las fotos finales. Fotos que demuestran que Marcelino no está solo. Sobre todo el Marcelino sin máscara, con luz atajándose de lo oscuro, de lo gris, lo superficial. Esto se ve en la foto, apenas uno abre la caja. Sobre todo, al Azaguate que entiende que hay que cuidarse las espaldas de las ciudades, en las que uno tiene que estar acorazado -como dijo en una entrevista- frente al vértigo y el sistema carnívoro de las ciudades. La parte del campo,  es la que conecta con la naturaleza.


Al abrir la tapa del disco hay una frase que resume el disco y la idea: Un rostro de hierro en la ciudad indiferente, el corazón de barro sangre y luz del continente. Eso es lo que se escucha, siempre desde lo último. El barro son los pueblos originarios de América y el hierro es la conquista europea, el barro lo natural, las raíces; el hierro lo que imponen, como supo decir alguna vez. 


Ojalá que el hierro sea la máscara en su rostro ciudadano, nada más. Que nunca le llegue a su corazón y arte. Para que no esté todo perdido. Inclusive la poesía.


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