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Luis Pereyra empezó a escribir su nombre en Europa cuando le enseñó a bailar tango a Lady Diana Spenser, la popular princesa Lady Di. Desde entonces, el santiagueño soñó con llevar la danza nativa al Viejo Continente. Lo logró. Y tiempo después, con Nicole Nau han descubierto el secreto para bailar el dolor, la esperanza y la alegría, como si con sus cuerpos la estuviesen contando en una zamba o en el frenesí de una chacarera, en los tonos de una milonga o en el brío de un malambo, desde donde narran los paisajes de su tierra, el trabajo del hombre de campo, la emoción de un amanecer que despunta del otro lado de las montañas, la furia que gritan las boleadoras.
Esta pareja, que es ya una real embajadora de la cultura argentina en el mundo, gira en estos momentos por Europa acompañada por bailarines y músicos de “El Sonido de mi Tierra”, compañía que Luis Pereyra creó en 1996 y cuyas recientes creaciones son “Vida”, “Aquí folclore”, “Tango puro argentino y más” y “Café de los Angelitos”, entre otras. Durante la gira llamada ¡”Vida! Argentino”, estarán presentando sus coreografías por diferentes puntos de Europa.
La gira comenzó por Alemania: el 1 de febrero en la sala Heinz Hilpert Theater, de Lünen; el 3 y el 4 en el Capitol Theater, de Düsseldorf; el 8 en la sala Kampnagel, en Hamburgo; y el 9 en Stadhalle, de Rostock.Allí pudieron demostraron que su cuerpo es un espejo que refleja paisajes argentinos y lo transmiten a un público que entiende que el amor por las raíces puede demostrarse hasta en la danza.
Luego continuaron por Suiza: Basilea y Zurich, luego Luxemburgo; y el 24 y 25 actuarán en el Akzent Theater, de Viena, Austria. El 26 regresarán a Alemania con un show en Carl Orff Saal Gasteig, de Munich, el 3 de marzo en Theater am Tanzbrunnen, de Colonia; el 4 en el Coliseo, de Essen; el 5 en el Rosengarten, de Mannheim; el 10 en Stadhthalle, del municipio alemán Gersthofen; y el 11 en el Stadthalle, de Germering.
El 14 de marzo, la dupla ofrecerá un show en el Centro Cultural Achterolmen, de Maaseik, Bélgica; luego recorrerá Países Bajos, el 16 actuará en Rabotheater, Hengelo; el 17 en Theater de Lievekamp, de Oss; el 18 en el teatro Amphio, de Doetinchem; y el 19 en Stadsschouwburg Velsen, Ijmuiden.
Luego Pereyra y Nau regresarán a Alemania para presentarse el 22 y 23 en el Panteón, de Bonn; el 25 en Friedrich-Wolf-Theater, Eisenhüttenstadt; el 26 en Stadthalle, Chemnitz; el 29 en Kleis Forum, Frankfurt y el 30 en Altes Theater, de Magdeburgo; y el 3, 4 y 5 de abril ofrecerán sus funciones de cierre en la sala francesa Folies Bergère, de París.
Luis Pereyra: la danza hecha hombre
Luis Pereyra es marcado por un sentimiento patrio hasta en el día de su nacimiento: el 9 de julio de 1965, en Santiago del Estero. Se mudó con su familia de clase obrera a Quilmes, al sur del conrubano bonaerense, cuando tenía poco más de un año y a los cinco comenzó sus primeros paseos por la danza folklórica.
A los 11 se integró al Ballet Argentino bajo la dirección de Mario Machaco y Norma Rey debutó profesionalmente en el legendario Caño 14 la misma noche en la que tocaba un tal Aníbla Troilo. "Yo empecé con el tango por hambre, es así, lisa y llanamente. Pero el afán siempre fue también incorporar la música del interior", afirma.
Luego formó parte del Ballet Salta de Marina y Hugo Jiménez. Luis estudió coreografía en el Colón con el Maestro Carusso. Entre sus maestros se cuento uno que lo marcó a fuego, Santiago Ayala, “El Chúcaro” .
Su trabajo como coreógrafo es muy marcado por su origen: sus obras están caracterizadas por su origen argentino y santiagueño, hombre de campo, respetando lo popular. Logra unir todas las danzas argentinas, respetando su esencia y su origen: milonga, chacarera y tango, milonga surera, zamba, gato y malambo, el zapateo de los gauchos y en él logra resumir su pueblo y sus costumbres.
“El espectáculo respeta la tradición, pero no es tradicionalista, son dos cosas totalmente diferentes, creo que esa es la base del éxito aquí y en el exterior”, dice Luis al explicar que en sus presentaciones nunca faltará la sorpresa y la creatividad. Pero tampoco la pasión y el gusto por la danza que le corre como un río bravo por sus venas santiagueñas.