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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

Terminó Cosquín. El Festival Nacional de folklore hace una pausa, hasta que el año que viene reciba a todos, nuevamente. En una luna con homenajes y distinciones, la Plaza festejó la última jornada de una edición histórica.


Fotos: Diego Nucera

31/01/2017

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RECORDAR


El lunes por la mañana, Cosquín no gusta. Si bien ese lugar que es de todos, siempre es hermoso, apenas termina el Festival regala postales que no son buenas. Las filas están para entrar a un banco y no para comprar locro. La Plaza de los artesanos tiene esqueletos de carpas, ningún puesto con la hermosura que regalan las manos.

Alrededor de la plaza trabajan los que limpian. El sol parece que afecta más de la cuenta. Los abrazos no son de bienvenida, sino de despedida. La iglesia parece más desolada, la calle San Martín está desierta. El lunes por la mañana, Cosquín vuelve a la “falsa normalidad”.

Pero por la noche del domingo, aun sabiendo que el final es inminente, todo es diferente. Cuando el cielo se abrió gracias a los fuegos, la emoción invadió. No se llora por lo que se va sin por lo que pasó. Cosquín ha regalado una de las ediciones más impactantes, con compromisos, con mensajes profundos, con calidades y cualidades de los artistas que han pasado. Con el saber la importancia del festival y recuperarlo cada vez, un poco más.  

 Sobreviviendo 
Federico, en su balance, dice que le duelen las rodillas de tanto bailar; que tiene horas de sueño atrasadas y algún que otro vino de más. “Estoy muerto” dice, pero en realidad sabe que eso quiere decir “estoy más vivo en Cosquín”. “Estoy viviendo, cuando estoy en Cosquín”, es lo que decimos todos.

Siempre en la última luna, el Himno a Cosquín –bailado impecablemente por el Ballet Camin- parece más hermoso. Así fue el momento que se vivió  con Zulema Alcayaga, autora del mismo. Que la última luna se llamara Emociones con historia, no era casualidad.

“Cinco décadas de Cosquín atesora en su eterna sonrisa” fueron algunas de las palabras de presentación. Y ahí, el agasajado era el que comenzaba a regalarnos temas. Ojos de cielo fue el primero con el que la gente se sumó al coro; Dulce madera cantora, lo tuvo con imágenes de él y sus amigos de fondo. Pasaron, entre otros, Joan Manuel Serrat, Charly García, Abel Pintos, Teresa Parodi.

“Siempre que uno festeja tiene la ilusión de hacerlo con amigos, y aquí estoy lleno” dijo mirando a la Plaza, que lo sigue consagrando en cada aplauso como hace cincuenta años. También la idea era festejarlo con familia, por eso subieron sus hijos. Lautaro  en primer lugar para hacer Razón de Vivir y Daniela, junto a su pareja Joaquín Errandonea –con quien tiene el dúo Dospuntos- para hacer Deja un poco de luz al partir.

“Un hermano de la vida, del alma con el que camine por todo el mundo, por toda América” fue la presentación para León Gieco. El mismo dijo que no se imaginaba ser invitado para este aniversario, cuando lo escuchaba por la radio en aquel año (haciendo referencia a 1976) en su casa. El adiós y La Colina de la Vida, fueron los temas hechos juntos para uno de los momentos imprescindibles de la noche. Como ellos lo son para la música.

Informe de la situación y Sobreviviendo terminaron este festejo. Para el último tema subieron, además de los invitados anteriores –sin León-, El Duende Garnica, Carolina Peleritti y Motta Luna. El tema que ya es un himno y un canto a las convicciones daban el mejor final, al comienzo de la última noche.

  Consagrados 
Rony Vargas y Doña Jovita, continuaron la velada. El conductor y José Luis Serrano le pusieron humor a la noche. Lo que no tuvo nada de chiste, fue el corte comercial “casual” de la TV Pública, cuando ella se refirió a Jachal y a la nueva Ley de Bosques. A esta altura, son varios medios los que deben sosegarse en cuanto a los intereses, que lejos están de la vida.

Angela Irene puso más sentimientos a la noche y a sus interpretaciones, que cumplieron 40 años de su primera vez en Cosquín. Para que la Plaza volviera a latir, el video de la presentación en su debut fue el puntapié de su aporte a esta edición. “Cruz de quebracho”, “Volver siempre a San Juan”, “Huella de ida y vuelta” fueron algunos de sus temas.

Joselo Schuap y Lucas Segovia fueron la defensa de la buena música y más específicamente del “chamamé va más allá de lo que quieren mostrar los medios masivos. No solo es un sapucay” dijeron en conferencia de prensa. Pero lo hicieron ver en el Atahualpa, donde también se comprometieron con los cantores populares, los montes,  de lo importante…

Antes de Los Nocheros, era tiempo de la entrega de las distinciones de este Cosquín. La Comisión Municipal, decidió que el premio Revelación fuese para CheChelos compartido con la Compañía de danza Pucará. Hubo una mención a Luciana Jury -menos mal-, que logro conmover a propios y extraños. Lo mismo que Rubén Patagonia, que se llevó el Camin a la Trayectoria. La voz que es la de todos, el luchador que levanta el puño para defendernos, tuvo un reconocimiento justo como necesario.

Si bien mucha gente esperaba que la Consagración fuese para José Luis Aguirre, que La Bruja Salguero se haya llevado la estatuilla no sorprende. La riojana ha sido de lo mejor que ha aparecido en los últimos tiempos, desde siempre. Escribió la Bruja, luego: “Elegí este camino con la convicción por la verdad del canto, no podría cantar otra cosa, porque no me representaría. La música verdadera es la que nace en la boca de un hachero, de un vidalero, de aquellos que forman parte de un lenguaje popular, y también es la de aquellos músicos que la engrandecen llevándola a los puntos más altos del arte universal”. ¡Chapeau Bruja!

  El final merecido 
Los Nocheros, dieron la cuota de impacto visual sobre el Atahualpa Yupanqui. En una fórmula que le sigue dando réditos - no se sabe hasta cuándo- lo diferente fue la invitación de Axel, quien les compuso el tema por su 30 años: “Gracias, lo siento, te amo”.

Peteco Carabajal fue el encargado de cerrar el festival y lo hizo a lo grande. Con Homero y Martina, sus hijos, se encargó de regalar chacareras, zambas muy conocidas, pero antes dio a conocer   Flores y chacareras, Tropeles y otros temas hechos con su hijo.

Entre a mi pago sin golpear, El olvidao y Digo la mazamorra, con un coro de lujo donde estaban Angela Irene, La Bruja Salguero, el Dúo Coplanacu entre otros le dieron el marco necesario a un final que se avecinaba. El final con la vuelta de Riendas Libres, la propuesta con sus hijos fue a pura fiesta y sentimiento. Dicen, los que estuvieron hasta el cierre, que el duende coscoino no quiso esperar y se adentró entre la gente para bailar.


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