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Ninguno que desate una décima. Ninguno que desande el camino de los ritmos de la llanura pampeana. Ninguno que cuente el confín del horizonte ni haga sonar los tonos de una huella, de un triunfo, de un estilo, de nada que sintetice el canto del hombre con su encordada a solas con el silencio en la patria de la llanura.
En el escenario Atahualpa Yupanqui de Cosquín, el festival de música popular más importante de la Argentina, no hubo ni habrá de aquí hasta el final un cantor o cantora que pueda representar la inmensa cantidad de ritmos del canto surero. Ni sureros ni decidores. Ni siquiera payadores.
La Comisión Municipal de Folklore de Cosquín decidió que este 2017 no suba al escenario ningún representante de la música surera, representativa de una extensa región geográfica y tan presente en el corazón de la gente.
Surconsciente
Contará la historia de este Cosquín 2017 que Pico Rubio, el joven ganador de la categoría solista instrumental del PreCosquín, subió al escenario a hacerle honor a la guitarra, sin enchufarla, para que todos puedan escuchar la hondura de la encordada. Dirá que Emiliano Zerbini, cordobés criado en La Rioja, abrió el abanico de los ritmos y se animó a algunos que nadie toca, como la pampeana firmeza y hasta ofreció Refalosa. Hablará de la milonga de Orlando Veracruz y del recitado como bandera poética del santafesino. O del embrujo de las zambas de Raly Barrionuevo. Pero no hubo un solo representante del canto de la llanura. Por eso, el bonaerense Adrián Maggi llegó hasta Cosquín para dejar sentada su idea y le entregó a la Comisión de Folklore una extensa carta donde denuncia este hecho y analiza la actualidad del canto surero.
En una entrevista que le hiciera el colega César Tapia en el programa “La hora del campo” de Radio Continental -y que de alguna manera motorizó esta nota-, el intendente de Cosquín, Gabriel Muzzo, no pudo justificar la ausencia de ese género musical. “La verdad es que es una pregunta más para programación, que no es una persona sino un grupo de personas. Además de ser el presidente de la comisión soy el intendente de la ciudad, así que no puedo responder esa pregunta”, se excusó.
FolkloreCLUB intentó saber las razones por las cuales la grilla del festival dejó afuera a los sureros. Intentó comunicarse con el secretario de programación del festival, Luis Barrera, pero el hombre no respondió a los llamados.
“Estoy convencido de que en los festivales nacionales no puede estar ausente el género surero porque representa a casi la mitad del territorio del país. El canto surero es necesario. Es raíz y sustento de un modo de vida. De una cultura. La cultura del hombre de la provincia de Buenos Aires y mas al sur también. Pinta su paisaje. Lo enriquece. Es parte de él”, consigna Adrián Maggi en la carta que entregó ayer a la comisión coscoína y de la que hoy dará detalles en una conferencia de prensa que organiza en esa ciudad cordobesa para esta noche.
Generaciones sureras
De Omar Moreno Palacios a Lucía Ceresani hay cuarenta años de distancia. De Atilio Reynoso a Facundo Picone hay casi medio siglo. Por eso no se puede decir que no hay representantes de una punta a la otra de este género. Claudio Agrelo, Marcelo Miraglia, Adrián Maggi y hasta Carlos Ramón Fernández encarnan la generación intermedia entre la experiencia de los mayores y el empuje de la juventud, aunque todos ellos llevan añares por los caminos del canto que tiene al Sur como norte.
Los momentos más inolvidables del festival los tiene la simpleza del canto con guitarra. Ni los gritos histéricos de las chicas ni el ruido infernal de los grupos que elevan decibeles hasta romper los tímpanos. Suma Paz en la memorable noche de lluvia, las milongas de Argentino Luna, las décimas de Omar Moreno Palacios se registran entre los momentos más sensibles de un festival que creció con la esencia del canto surero.
“Es una pena que no esté en Cosquín el canto de nuestra región. Uno escucha una huella y un triunfo en el Himno a Cosquín y luego no hay nada en nueve noches. Hubo algo de Orlando Veracruz anoche. Pero no hay ni payadores; hay una ausencia total del canto surero. Y es una pena porque Buenos Aires, que difunde a los artistas del país, no está representaba teniendo tantos ritmos y tantas danzas”, lamenta Ceresani en una charla con FolklroeCLUB.
En 2001 llegó a Cosquín de la mano de Argentino Luna y participó en las lunas coscoínas de 2007 a 2015. “El festival y el público siempre me recibieron de la mejor manera. Y siempre se generó un espacio de respeto, de silencio y de una atención diferente, que es lo que vamos a buscar. Es un repertorio poco comercial, que tal vez no sea festivalero, pero que debe estar representado en todos los festivales. Durante tantas y tantas noches hubiera sido bueno que hubiera estado algún cantor de este lado. Desde la partida de Argentino Luna el canto surero no tiene una figura, pero tiene sus representantes”, avisa Ceresani.
Acordate Cosquín
Con José Larralde en su camino de hormiga de teatro en teatro de los pueblos y ciudades del conurbano, con Víctor Velázquez alejado de los escenarios por problemas de salud, ya sin Suma ni Alberto Merlo, el canto surero al que este año borraron del festival no tiene escrito el certificado de defunción. Sin embargo, Maggi lanza una definición polémica. “El canto surero está hoy en emergencia. Por eso es necesario hacer algo urgente antes que se corte el hilo con las nuevas generaciones”, advierte.
“Por desconocimiento o desinformación se comete un error que produce un daño irreparable en la cultura nacional. En 2016 fue la última vez que Cosquín permitió la competencia de recitadores. Y dejar afuera de la grilla a la provincia mas rica en ritmos es un error. Algunos historiadores dicen que tiene mas de 40 ritmos en total: milonga, huella, triunfo, estilo, vals criollo, refalosa federal, refalosa pampeana, pericón, media caña, cielito, triste, término (ya desaparecido), marote, aires, amores, caramba, gato, chacarera bonaerense, firmeza, palito, patria, malambo, prado, pollito, recitado, entre otros”, enumera Maggi.
Respecto de la lógica de los organizadores que persiguen el éxito comercial festival, Lucía Ceresani dice que el público también necesita del sosiego y la palabra bien dicha del canto surero: “La gente está esperando algo así. No esta mal la potencia de los grupos, pero es importante que se pueda dar un espacio para esos momentos de silencio que se generaban”, dice. De todos modos, la cantora y compositora surera elogia al festival de este año respecto de una vuelta a la esencia del folklore, un regreso más allá de que “uno escucha muchos conjuntos, uno detrás de otro, con hombres que cantan fuerte y un grave en el medio”, observa.
Adrián certifica la presencia de la música surera más allá de Buenos Aires. “También La Pampa, Río Negro, Chubut y Santa Cruz cultivan la milonga como máxima expresión”. Por eso le resulta inexplicable la ausencia de los sureros en Cosquín, el festival que tiene un norte, pero perdió la referencia de un punto cardinal: le falta encontrar el Sur.