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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

La cuarta noche en Cosquín tenía varios puntos altos, con un comienzo emotivo y un final explosivo. Pero también la segunda jornada del Encuentro Nacional de Poetas. En esta nota, lo mejor de ambos.


Fotos: Diego Nucera

25/01/2017

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RECORDAR


La apertura, apenas se apagaba el “Aquí Cosquín” frente a los fuegos fue a cargo del Ballet Camin. El número fue en honor a Francisca Coloma Coll de Alegre, quien en blanco y negro, diseñó la prenda identitaria de esta localidad. 

En la noche de los reencuentros, el primero era con lo propio. Y ahí nomás, con alguien que no es de la localidad… Pero casi. Claudia Pirán, esa “incansable luchadora” -que “enamora en coplas con el andar de su garganta” como la presentó “Pipulo” Juárez-  con su “jubilosa risa”, subía al escenario. Allí la primer gran ovación de la noche, para quien con Cueca del vino nuevo comenzó un repertorio, que tuvo puntos altos en Cuando llegue el Alba  y Honrar la vida. Un regalo a sí misma y a su gente, que se sigue emocionando, como cuando en 2005 le dio la Consagración en esta Plaza. 

Paralelamente en la escuela Julio A. Roca (poco poético el nombre), transcurría la segunda jornada del Encuentro Nacional de Poetas con la Gente. Cosquín sabe que la poesía, así se debe vivir aquí. Patricia Coppola, una de las organizadoras, también. Por eso, el contacto entre el público y el poeta y viceversa. Y con los artistas que suben y regalan versos, rimas, pero con música. Tal fue el caso de Héctor “Topo” Encinar, de Tucumán y Adrián Temer, de Jujuy.
 
 LA MAGIA DE LA PALABRA HECHA MÚSICA 
Patricia Ratti, ganadora del Pre Cosquín, se encargó de enamorar a la plaza y dar cuenta de por qué ganó el reconocimiento. Mientras que en el patio escolar, Patricia Álvarez (catamarqueña) y Héctor Berenguer (rosarino) iban regalando de a uno sus poemas. Cada recitado con el tiempo justo, para que se disfrutara más. 

Este encuentro del pueblo, con quienes le ponen palabras a lo que sienten, se lleva a cabo desde hace 16 años. Siempre con la idea  de “conocernos en la diversidad de pueblos y culturas que habitamos” como dijo Jorge Felippa en la presentación de la nueva edición. 

Hay que entender que acá “la palabra y la música, el compromiso de siempre para sostener la utopía”, se suman al “encuentro con los viejos amigos, aquellos que no están, los que cada año nos sostienen. Con los que se acercan a descubrir la belleza unida a la Poesía y el Canto”. Entonces así, después de Darío Villalba, subió José Luis Aguirre para cumplir con el deseo de que el lugar sea de resistencia cultural, pero también la apuesta por los que privilegian la excelencia musical y la palabra. Algo tan simple, que lo convierte en complejo. Allí el contacto prevalece sobre las “urgencias que a veces encandilan y confunden”. 

El “chuncanito” -como todos quienes pasan allí- brilló. No por la luz sino por una luminosidad interna diferente. Típica de los distintos. Una luminosidad pese al techo de chapa, que no tacha hermosuras. Y esas son las que pasan en este contexto. Porque hay muchos encuentros pero pocos reencuentros. Porque hay mucha gente y pocas personas.  Y estas últimas, si entran allí, saldrán mejores que antes. Con la emoción a flor de piel, con el corazón en la mano, con la sonrisa como bandera, con la memoria como carta de presentación. Como el tema con el que abrió, que lo hizo para el 24 de marzo del 2016, que dice entre otras partes:
Y donde busque hacernos hueco tanto olvido
Tejiendo el odio y la desesperanza.
Le sembraremos dulcemente una semilla 
Que sea luz en las nuevas miradas.
 
 LA MAGIA DE LOS SENTIMIENTOS 
Ya la medianoche había pasado, cuando volvió a subir al Atahualpa Yupanqui, aquel changuito de Bahía Blanca que tenía el sueño de ser cantor y fue posible por su virtuosismo.  Entonces de negro y blanco, como el poncho coscoino, Abel Pintos volvió a reencontrarse con su gente en el Festival. Con su sonrisa a cuestas, que ni su barba la tapa. Con un repertorio que muestra cambios, nuevas maneras, con el cuidado de siempre. 

Entonces los críticos de turno, se quedaron callados. La gente copó la parada, pero no con peleas sino con argumentos. Porque la calidad de Abel es muy grande, pese al género… Y pese a quien le pese, cuando hace folklore, conmueve como no todos pueden hacer. 

Cómo te extraño, Pájaro Cantor, Oncemil fueron los primeros temas con los que abrió, que además forman parte de su último disco. Después lo dicho anteriormente, con lo que todos le piden que vuelva a hacer. Peregrinos fue el tema, donde quedó en claro que “Sin regarle las raíces no florecerá”, para hacérselo entender a quienes las flores compradas, nada más. Ese tema dedicado a “los peregrinos y peregrinas” que andan tantos caminos siguiéndolo. Allí, se resumía por momentos la magia del reencuentro, que titulaba a la noche. 

Solo y El rió va, zamba y chamamé, para continuar fueron la previa de uno de los momentos de este Cosquín. Cumpliendo un sueño que tenían, luego de haberse encontrado debajo del escenario, muchas veces.  “Cosquín es un lugar mágico y nos va a conceder que el sueño se haga realidad” y allí apareció Nahuel Pennisi. 

A los dos se los sintió muy comprometidos, con los temas que cantaron y felices por hacerlo acompañados mutuamente. El corralero y Chacarera de las piedras fueron los temas, elegidos y entregados a un público que a esa altura, no pedía nada más… O sí, por eso Abel siguió un rato más –y largo- con su actuación. Un repertorio lleno de éxitos –como todo lo que hace últimamente- y el final con Revolución, -que tuvo a un fanático/a tirándole sus zapatillas, como alguna vez pasó en un recital de Los Redondos- terminó de revolucionar (permitan la redundancia) a un público, que quedó más que satisfecho. Al igual que la crítica. 

El invitado de Abel fue, luego de los ganadores del Malambo en el Pre, quien terminó de decorar la velada. Pennisi, regaló una serie de clásicos, entre los que estaba Ojala de Silvio Rodríguez. Elegido por cómo uno se expresa libremente en la trova y porque llena de identidad a lo que se interpreta, como dijo luego. Reencontrarse con Nahuel, allí sentado frente al público, le terminó de dar a la noche emoción, poesía… y magia.

  📼 REVIVÍ LA QUINTA LUNA 


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