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La noche de los Reyes Magos empezó a las 22 con unos 1200 bailarines en el césped del anfiteatro José Hernández. Un gato primero, una zamba de Hernán Figueroa Reyes después, una chacarera y un escondido como preludio del himno del festival cantado en vivo. Luego hubo un aire de tango y un malambo con guitarra eléctrica distorsionada para demostrar que aunque se enchufe y no haya ponchos es también folklore.
La apertura de la edición 52 de Jesús María, de unos 30 minutos, cerró con la bandera Argentina extendida y el Himno Nacional que sonó algo forzado, tal vez redundante en medio de una buena demostración de argentinidad y también de destreza con una coreografía que contó con bailarines de todo el país y de todas las edades, adultos mayores incluidos. El “viva la Patria para los que despotrican de las costumbres camperas”, dicho en décimas, le puso broche al segmento inaugural de un festival que por primera vez tendrá 12 noches en vez de las 10 tradicionales.
Enseguida la atención se trasladó al escenario Martín Fierro con el santiagueño Fran Salido, que abrió el fuego musical con un set bailable de ritmos alegres, típico de su tierra y a tono con el clima festivo de Jesús María, acaso la distinción de un festival que ofrece pocos espacios para la reflexión y el sosiego.
La lógica del festival es intercalar la mal llamada doma –el arte de domesticar a un animal silvestre- que en rigor de verdad es una jineteada, con los segmentos musicales. En el campo de jineteada –sin Juan Germán, fallecido hace unos meses- pero con los payadores -Nico Membriani, Carlos Marchesini- floreando la faena de los jinetes la noche toma otro ritmo, más acomodado a un festival que tiene a ese deporte criollo en el centro de la escena.
Los santafesinos de Canticuénticos lograron la difícil empresa de empatizar con un público que está alejado del escenario por el formato del anfiteatro. Cantaron canciones para chicos y grandes en tono folklórico, mezclando lo pícaro con la calidad instrumental. El resultado fue que el público –grandes y chicos- les pidió una más.
Luego, el campo de la jineteada –que anoche presentó una sola categoría de la tres en juego- le dejó lugar otra vez a los bailarines mientras se armaba el sonido de La Cantada, los jujeños que cumplen con la lógica festivalera: tienen un hit (“La llama que baila”), convocan a las palmas y a la fiesta. No hay, en ese formato, espacio para contar algo más de una provincia tan postergada como Jujuy. La Cantada pintarrajeó personajes casi hasta hacerlos caer en el lugar común. El “Colla dance” es una muestra de esta visión: una caricatura antes que un retrato.
Para observar: los presentadores no aplican una medida de calidad para “estirar” y dar tiempo a los muchachos del sonido. Venden publicidad. El apogeo de esta conducta estuvo en la presentación de Patricia Sosa, cuando el locutor invitó a todos a comprar ropa en una tienda “que está a dos cuadras de aquí”. El aviso duró al menos un minuto, tras lo cual asomó Patricia Sosa, que cantó lo que la gente esperaba más “Alfonsina y el Mar” y “Juan Azurduy”, para recordar sus dos años de andar poniéndole sus voz a las obras del maestro Ariel Ramìrez.
Sosa cantó hasta pasadas las 1.30 de hoy, cuando ya las butacas delanteras se iban vaciando y el público, sin doma por delante, iba pensando en que la primera noche de este Jesús María extenso se había hecho un poco larga. Al cierre de esta nota quedaban todavía en la grilla del festival el violinista santafesino Leandro Lovato y los salteños de Los Izquierdos de la Cueva.
Fue una inauguración sin sorpresas, con mucho color, muy pensada para la transmisión televisiva antes que para el público presente, sin la épica que le solían dar los históricos animadores del festival pero con el color de la jineteada y con la mística de los 52 años. A Jesús María, todavía, le alcanza con eso.
HOY NOCHE SANTIAGUEÑA EN EL FESTIVAL
Los Carabajal, Raly Barrionuevo, Duo Coplanacu, Mario Álvarez Quiroga, Orellana Lucca, Marcelo Toledo, Gustito Santiagueño y Diego Luna, entre otros.