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Notas
CRÍTICA DE DISCOS

Calificación: Muy bueno


30/11/2016

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RECORDAR


Una cualidad fundante tiene el disco de Nahuel Pennisi; su voz. Puesta en 15 canciones, la mayoría compuestas por Leonardo Ojeda -también a cargo de la percusión y los coros- en las que se transparenta su especial color de voz, Pennisi redondea una placa estreno de alto nivel también por la elección del repertorio: de la declaración de pincipios (El Necio) al chamamé (Viejo pescador del Paraná), de los retratos de río (Oración del remanso) a la canción festiva (Abrojito).   


Reversiona pero también y sobre todo entrega canciones de alta factura como Viejo pescador del Paraná, -tal vez la mejor del disco- y Mujer de luz entre otras.


El disco muestra a un Pennisi con rastros del primer Abel Pintos en su voz, un color parecido, algunos giros de aquel chico y no tan chico Abel. Pero en todas las canciones, incluso en las que reversiona, Nahuel tiene la cualidad de hacerlas propias, a partir de su sentimiento para cantar. Eso hace el joven: canta lo que siente.


El disco sube y baja en la tensión de los temas. Arranca arriba, pierde algunas revoluciones en Primavera, tema que nombra al trabajo y homenajea a la Negra en Mercedes -con violines, viola y celo-, levanta luego en La apuesta y se pone reflexivo más adelante. Se anima a cantar a Silvio Rodríguez en un temazo del cubano al que concibe con varios climas, como si en verdad fuese algo más que una canción. Arranca como un aire de baguala y va cambiando de color: termina en un coro, como si todos gritasen eso de “yo me muero como viví”.   


Párrafo aparte para los invitados: Franco Luciani en Primavera, Luis Salinas en Musiquita, Teresa Parodi y Chango Spasiuk en Viejo pescador del Paraná, Facundo Guevara con la percusión en Mercedes y Viejo pescador del Paraná, Hernán “Terry” Langer -del trío Carajo- en La apuesta. En todos los casos Nahuel está a la altura de tamaños artistas, se pone a la par sin esfuerzo alguno. El resultado son canciones que ganan en nivel y, sobre todo, en sensibilidad.


Gustavo “Popi” Spatocco, que tomó a su cargo la dirección musical de algunos temas y a veces se sentó al piano, puso al trabajo de Nahuel en un sitio delicado, de música sin estridencias ni desprolijidades donde resalta los mejor de Pennisi: su cualidad vocal y el color tan particular de su voz. Otro crack del piano, Diego Schissi, sumó su arreglo en Te di mi corazón.


La síntesis arroja un trabajo que desde el folklore desenvuelve otros ritmos, como si fuese una raíz para sostenerse y desde la cual crece un tallo con frutos de canciones bellas, cantadas con el corazón. Porque eso hace Nahuel desde su luminosa ceguera: canta y siente, palabras que en Pennisi se vuelven puntos cardinales, casi proverbios de una vida llena de música.  


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