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NOTA DE INTERÉS


Fotos: Diario El Pregón

21/10/2016

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RECORDAR


La literatura gauchesca es nuestra expresión más nacional y nos define en el mundo de manera inequívoca.  Un 21 de octubre de 1886 muere en Buenos Aires el escritor, poeta, periodista y legislador José Rafael Hernández, autor del "Martín Fierro" (1872) y de "La vuelta de Martín Fierro” (1879), obra fundacional de nuestras letras.  Nace en la chacra de Pueyrredón, actual partido de San Martín el 10 de noviembre de 1834. En esa fecha se celebra el día de la Tradición en nuestro país en homenaje a aquel gaucho perseguido y sus costumbres.

A 130 años de la muerte de Hernández, su obra tiene una sorprendente actualidad. Según el teórico Martín Prieto, el autor: “Limpia el poema de casi toda connotación particular precisa (…) convierte el poema de denuncia política en un poema de denuncia social. Porque El gaucho Martín Fierro no será el poema que cuente el enfrentamiento del gaucho con el poder político de turno, sino más radicalmente el que cuente el enfrentamiento de un hombre con su sociedad”

En ese contexto de tensiones y luchas emerge el arte y en este sentido es indudable la vinculación entre la obra hernandiana y nuestro folklore. Entre sus sextinas octosilábicas aparecen los payadores y se enaltece a la guitarra. Pero aún más, a partir de estos versos múltiples artistas se han inspirado para componer.
FolkloreCLUB hace un breve repaso por repaso por las piezas de nuestro cancionero que recorren la vida del gaucho creado por Hernández.

 CUTI Y ROBERTO CARABAJAL 
En 2003 los santiagueños editaron un trabajo inspirado en el texto gauchesco: casi una veintena de canciones transitan las penurias del gaucho, entre ellas la milonga malambo “Aquí me pongo a cantar”, la zamba “Yo he conocido esta tierra”, la chacarera “Tuve en mi pago en un tiempo” que narra la separación de Fierro de sus hijos y su mujer.  Por supuesto, como emotivo cierre, se escucha milonga “Los hermanos sean unidos” que se inicia con aquello de “Un padre que da consejos, más que padre es un amigo”.


  ATAHUALPA YUPANQUI 
Treinta años antes, en 1973 Héctor Roberto Chavero  edita “El Payador perseguido”, donde retoma la creación de Hernández. En este sentido, el periodista Sergio Pujol, señala para Canal Encuentro: “Sin duda, la figura que, de alguna manera, galvaniza esa influencia de Fierro y la proyecta con mucha fuerza en el folclore es Atahualpa Yupanqui. Atahualpa Yupanqui es fundamental. Tan fundamental es Yupanqui, que escribe, un poco a la manera de Pierre Menard, su propio Martín Fierro, que es El payador perseguido. ‘Con permiso via a dentrar aunque no soy convidao, pero en mi pago un asao no es de naides y es de todos. Yo via cantar a mi modo después que haiga churrasquiao’. Y así va contando su vida Atahualpa Yupanqui, siguiendo el legado de Martín Fierro, pero con algunas diferencias muy interesantes. Por ejemplo, para Fierro el enemigo es el indio, mal puede ser el indio enemigo de un tipo que se hace llamar Atahualpa Yupanqui”. Y, para concluir añade: “Lo que hace Atahualpa es una síntesis de los dos grandes postergados del siglo XIX, el indio y el gaucho. Una síntesis superadora para un marxista, como fue Atahualpa durante muchos años”.


  JOSÉ LARRALDE Y ARIEL RAMÍREZ 
En 1968 Ariel Ramírez musicaliza la película de Leopoldo Torre Nilsson, protagonizada por Alfredo Alcón  que rememora al personaje hernandiano  a través de aires de Malambo, triunfo y estilo, la banda sonora combina tramos instrumentales con recitados a cargo del actor. Un año más tarde,  José Larralde canta “Herencia pa’ un hijo gaucho” que retoma los consejos paternales de Fierro a su descendencia.


Finalmente, aunque de manera no tan directa, y por su actitud de hombre de a caballo que recorre la extensión del país con su guitarra a cuestas Horacio Guarany, Jorge Cafrune o León Gieco pueden señalarse como continuadores del legado de Hernández en la música.

Es seguro que decenas de obras no son mencionadas aquí, tan seguro como la vigencia del poema que enaltece el canto y que comienza diciendo: “Aquí me pongo a cantar. Al compás de la vigüela; Que el hombre que lo desvela. Una pena extraordinaria, Como la ave solitaria. Con el cantar se consuela”.


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