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Ahí donde los aplausos culminan en ovación, en la última nota del tango “Los Mareados” interpretado emocionalmente por Mercedes Sosa, justo ahí descubrimos y sentenciamos lo que significa su esencia de cantante, su genero-sidad vocal, su presencia.
Esta Negra que a pesar del tiempo de ausencia y salud delicada, al escucharla y verla todavía nos sorprende.
“Corazón Libre”, este disco último el cual –ella cuenta– fue hecho en el transcurso de la recuperación, es la excusa para verla de nuevo en Capital Federal, una vez más después de largos seis años, aunque el camino del regreso comenzó a fines del año 2005.
El escenario elegido fue el Teatro Gran Rex de la Avenida Corrientes, con cartel de localidades agotadas; el público, de todas las edades, estratos sociales y nacionalidades que se hicieron presentes el 23 y 24 de mayo para verla.
“Como Flor del Campo”, de Raúl Carnota fue el comienzo, junto a Jorge Giuliano en guitarra, con quien también interpretó “Y la milonga sabe”. Luego, tras la apertura del telón de fondo, apareció la banda: El tecladista Poppi Spatocco, el baterista Rubén Lobo, el bajista Carlos Genoni y el percusionista Facundo Guevara.
Y Mercedes cantando y en el prólogo de cada canción, contando de qué se trata, no sólo lo que va a cantar sino lo que está aconteciendo. Atenta a todo lo que ocurre arriba y debajo del escenario, conversa con el público y cuenta de cómo grabo el disco, de su enfermedad, de algunos viajes y de las visitas de la platea, como Estela de Carlotto, Luciano Pereya, Marcelo Simón, Mona Moncalvillo.
También hubo invitados arriba del escenario, como Coqui Sosa en “País”; el Chango Spasiuk en “Sólo para mí” y “Esa musiquita”; Eduardo Falú en “Tonada del viejo amor” -ambos ovacionados-, el Chango Farias Gómez en “Cantor del obraje”; Alberto Rojo en “Chacarera del fuego” y “Zamba de Argamonte”; Walter Ríos en “Fundamento coplero”, “Los mareados” y “Una canción posible”; Pocho Sosa en “Tonada del otoño” y Rafael Amor en el tema que da nombre al disco nuevo.
Para cada uno, palabras de agradecimiento y amor de parte de la Negra y aplausos de pie de parte del público.
Luego de un breve intervalo –“me voy a descansar un rato” dijo- la tecnología atrapó la escena y mientras sonaba la voz de Mercedes -nada ha cambiado en ella, sólo el paso de los años la convirtió en más serena, pero sigue teniendo la potencia del comienzo, la fuerza en los fraseos y la entonación- cuatro plasmas colgantes proyectaban imágenes de la artista en diversos escenarios.
Otra ovación para “Pollerita Colorada” y el “Carnavalito del Duende” como en los viejos tiempos y en el final, como es costumbre desde el regreso a los escenarios, “Luna Llena”, en el que ensaya algunos pasitos de baile y se escabulle tras los telones.
Una vez más, uno de los máximos exponentes de la música popular argentina muestra el por qué de ese título. Es por eso que esta Mercedes Sosa de hoy, es nuestra Negra de ayer y de siempre.