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Mariano Luque acaba de sacar su tercer disco. Si leemos esta oración así, sin más no dice nada. Más allá de que otro artista puede tener en físico su trabajo. Por eso, a continuación trataremos de contar más y mejor lo referido a su material “Cosecha”.
Toparse con un disco de Mariano (y con él) siempre es buena noticia. Por lo primero, para confirmar que su trabajo está dando frutos, que lo que ha ido sembrando, le permite tener una buena cosecha. Por lo segundo, porque siempre escucharlo es saludable. Cantautor riojano que se tomó muy en serio esto de tocar para vivir y vivir para cantar (y contar).
Sus anteriores discos “Aromas del lugar” (2001) y “Peregrinos” (2013), sumados al que salió recientemente, pueden ser una síntesis de su carrera y de su andar. El primero remitiendo a su Rioja natal y la llegada a Córdoba, tan solo un año antes. El segundo el peregrinar por la música de raíz popular y el último, que recolecta logros que se ha ido ganando. De hecho en este año también se presentó en cuatro de los festivales más importantes del país: De la Chaya en La Rioja, de Folklore en Cosquín, De doma y Folklore en Jesús María y de Peñas, Villa María.
BUENA(S) COMPAÑÍA(S)
Es un disco “muy” escuchable. No solo por lo que entrega el artista, sino por los invitados que tiene. Mariano Luque sabe muy bien con quien rodearse y a quien regalarle su voz y su toque cuando hace falta.
El primer tema Fusil de coplas es una chaya con historia… reciente, pero historia al fin. Ya desde los primeros acordes con arreglos rockeros, llama la atención un tema que nació en enero, cuando Mariano se molestó por un grupo tradicionalista, que decía que solo había que cantar para divertir. De la bronca generada salió un tema contundente y cierto, que en el disco canta junto a Paola Bernal y a Rubén Patagonia. Este último es el encargado de recitar las coplas de Luque y ponerle el alma al grito de “que mirar para otro lado te hace cómplice del dolor”. No es casualidad que este tema, uno de los preferidos del autor, sea el que abra este trabajo.
De Sangre cosecha y rebelión, segunda canción y chacarera que canta con los Che Joven, es uno de los pocos homenajes musicales al Obispo Angelelli a 40 años de su asesinato. Con la voz en off de Enrique que habla de ser la voz de los callados y el compromiso del autor y los invitados, que saben que esta “tierra va preñada, de grito y verdad”.
Es un disco con temas cortos – no dura más de media hora- pero con historias largas y dignas para contar detrás. Como el tercer tema que es una zamba, pero no cualquiera. Victoria, enigma y corazón con Raly Barrionuevo como invitado. Su voz es la adecuada y más cuando es muy sentida la canción. La poesía que posee este tema, es más impactante sabiendo el trasfondo de un tema hecho a su hija con un problema de salud. En lo que muchos verían problemas y resignación, Mariano ve la hermosura y las ganas de luchar. Los que pudimos conocer a Victoria, sabemos que este tema la pinta de cuerpo y alma entera: “¿Para qué caminar hacia mí? Si aprendiste a volar”.
Los Añapa Dúo, aparecen en la chacarera Tu recuerdo, último de los temas con letra de Mariano para poder comprender que posee mucho “rumbo para seguir”.
UN CANTO A LA REBELIÓN
De acequia en luz, a la mitad del disco, es un recorrido musical por La Rioja. Más que nada por esa que no siempre aparece en notas de turismo, o que más se vende, salvo cuando nombra a Talampaya. Pero es una clara muestra de cómo lleva a su lugar natal: “Rioja en mi sangre/ tu Zonda de amar”.
Lunita Pirquinera, la zamba de Ramón Navarro, junto a Emiliano Zerbini y la pregunta “¿Qué de hacer con la noche si no amanece?” es dar ganas de responder seguirla bailando. Estando en una peña o en la casa de Mariano. Porque no es casualidad que el tema que siga sea Chacarera de los Cumpas, con Hernán Bolleta. Hasta pareciera que Hernán se la haya escrito al riojano que sabe que “Largo es el camino, cuando es grande la pasión, empuja la vida vuela alto una canción” y que va “pintando poesías, la alegría y la hermandad” y siempre riendo es el encargado de ir “llenando las copas con un brindis pa vivir”.
Montonereando, es otra especie de manifiesto en chacarera, donde con dientes apretados canta “soy Llanisto, soy del Chacho, soy de La Rioja. /Pobre soy, soy montonero señor / libres somos los riojanos, libre seré yo”. Esa es la mejor manera de entrar al último tema, que como al principio es una chaya. Copla Chancada, que debía tener sí o sí la introducción por parte de Martha Chancalay que le trasmite a su coterráneo cómo se le va encendiéndole la sangre, para que este no sea menos, para que mantenga su fuego hasta el final, como escribiría Eduardo Galeano.
Completan el trabajo Rubén Ordoñez e Ismael Velázquez, quienes han mezclado el disco y este último ha estado en guitarras y los coros. Además, Sergio Suarez en batería, Jorge Osses en Bajo, Javier Ruax en Bandoneón (que le da a todo un toque distintivo) y en algunos arreglos César Sánchez.
Cosecha es un disco amigable, comprometido, directo, necesario como el autor. Que sabe sus coplas no serán necias, que en el tiempo se borrarán. Que en su canto siempre dice, que el silencio no es opción.