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Notas
ENTREVISTA


29/09/2016

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RECORDAR


Estableciendo puentes entre la tradición musical argentina, clásica y jazz, el guitarrista marplatense radicado en Suiza Julio Azcano ocupa un lugar de privilegio entre los guitarristas de la nueva generación, participando de prestigiosos festivales en Europa, Asia y América.

Su álbum “Distancias” presenta un revolucionario repertorio de piezas para guitarra clásica, con espacios de improvisación, que la célebre revista alemana “Akustik Gitarre” recientemente elogió como “ensoñadoramente hermosas” y “al nivel de solos de piano de Keith Jarret”. En su breve paso por Argentina y previo a su participación en el Festival Guitarras del Mundo hará un único concierto en Buenos Aires donde presentará su disco junto al reconocido contrabajista Juan Pablo Navarro en Café Vinilo, el domingo 16 de octubre. Y, claro, además conversó con FolkloreCLUB.

 📝 Visto a la distancia, ¿cómo fue hacer tu último trabajo? 
Enriquecedora y esclarecedora. Fue el primer álbum grabado en Argentina luego de muchos años. Mis últimas grabaciones fueron todas en Europa: el disco sobre canciones de Astor Piazzolla para el sello Solo Musica de Sony en Alemania, otro con mis propias composiciones y mi trio de jazz producido por la radio suiza y con Martin Pearson como ingeniero (grabó todos los últimos discos de Keith Jarret), otro en un estudio fabuloso en Praga con el Eos Guitar Quartet, otro en vivo con Leo Brouwer dirigiéndonos con orquesta... Y si bien fueron todas experiencias fantásticas donde aprendí muchísimo, tenía ganas de ver qué pasaba si volvía a grabar tranquilo en Mar del Plata.  

Tomándome un mate en pausas, cenando con mi familia luego de cada día de grabación. Sin la presión del tiempo europeo y luego elegir lo que valía la pena. Esa parte fue muy linda, las sesiones eran como pequeños conciertos cada tarde para algunos amigos. Y mientras grabamos un disco. Pero luego, cuando la cuestión se puso más seria y la historia era producir un disco de nivel internacional, se complicó. La improvisación y capacidad asombrosa de arreglar en el momento de Argentina jugaba en contra, porque estar todo el tiempo resolviendo problemas del momento complica la visión más general del proyecto. Por suerte, tuve muy buenos consejos de mis colegas del Eos Guitar Quartet y otros amigos con oídos de oro y varias décadas de experiencia como Quique Sinesi y Pino Marrone. Pino incluso escuchó muchísimo el material y hasta chequeó sus impresiones con Anibal Kerpel, ingeniero de sonido en proyectos de Santaolalla. Todos los consejos y pareceres me hicieron entender mucho mejor qué funcionaba o no y poner palabras a nivel de sonido.

Cuando la intención fue clara lo contacté a Ron Kurz, que hizo el mastering de mi disco « Ayres » junto al músico turco Taylan Arikan. Kurz es uno de los ingenieros más respetados en Suiza, pero además fue guitarrista clásico en su juventud y escucha muy bien la guitarra. Cuando lo llamé estaba en un año sabático viajando por la naturaleza en el outback en Australia… no lo sabía. Le llené la cabeza explicando detalles de audio que para humanos normales son una locura y luego de como cinco minutos, me interrumpe y  explica amablemente que estaba en el medio de la nada en Australia y si bien no trabajaba, que mande el material y si llegaba algún lugar con internet se bajaba un par de piezas. Busqué a otro ingeniero pero a la semana recibí un Email con de Ron Kurz bien de suizo, estilo telegrama: «me encanta, lo hago. El 9 de Febrero vuelvo a Suiza, me acomodo un poco luego de un año afuera, pero el 14 de Febrero reservé el estudio para hacer tu mastering». El 15 me mandó el master hecho. Estaba perfecto, entendió perfectamente lo explicado por teléfono desde los alpes al medio de Australia. Eso y fotos hermosas que aportó Gustavo Frittegotto desde Argentina dieron el punto final al balance entre libertad y espíritu de trabajo en conjunto que extrañaba de Argentina y precisión y profesionalidad de Europa.

 ¿Por qué lo concebiste así, y nombraste distancias? 
« Distancias » es el título de una de las composiciones del disco, basado en una emoción. Otras composiciones que hice son más abstractas, pero esta tiene que ver con un recuerdo de infancia, cruzando cientos de veces el paisaje pampeano, desde Mar del Plata para visitar a mis abuelos en Carlos Casares. Son momentos donde las distancias son tan inmensas que, aún recorríendolas a gran velocidad, el paisaje parece detenerse en la ventanilla del vehículo. El paisaje parece poner en duda el movimiento, posibilidad de poder acercarse o alejarse de algo. Algo que volví a experimentar cuando recorrí Argentina tocando y tengo cada vez que me bajo del avión y veo nuevamente esa geografía. La sección de improvisación en « Distancias » tiene dos acordes que mediante su repetición «detienen» la progresión armónica. Asimismo, es un repertorio de composiciones propias y arreglos que toco hace muchos años y me acompañaron por todo el mundo. Mis manos recorrieron esas piezas en lugares muy diferentes: un concierto en Bilbao, una cena con profesores de la Royal School de Londres en penthouse en Notting Hills, un Palazzo en Venecia, haciendo tiempo en algún hotel de gira por China, viajando en tren para algún concierto en Francia… Y como se hacía antiguamente el vino de Madeira, donde se cargaban botellas en bodegas de barcos que recorrian el muncdo durante muchos meses para que el vino madure, hice con estas piezas. Ese paisaje de mi infancia se maceró, creando otros paisajes interno, que me acompañan en geografías.  

 ¿Qué es la guitarra para tu vida? 
La conexión con la música. Una herramienta sencilla y genial para tantear esos puentes que conectan sonidos internos con el afuera.

 ¿Qué incorporaste de la cultura suiza? 
El uso de agenda y reloj : la objetividad con el manejo del tiempo y recursos, como herramienta últil para la libertad propia en armonía con respeto al prójimo.  Y un poquito del «selberschuld», que los suizos tanto repiten: aceptar la responsabilidad con uno mismo.   

 ¿Referencias musicales en el folklore argentino?  
Admiro muchísimo a Juan Falú por su capacidad de síntesis e innovación y porque es – lo digo después de completar toda la carrera de jazz en la universidad de Zürich y compartir proyectos con excelentes músicos creadores - uno de los mejores improvisadores que conozco. Quique Sinesi es otro, además de ser amigo a quien aprecio mucho. Y tantos músicos como Lilián Saba, el Negro Aguirre… y por supuesto Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui, Cuchi Leguizamón. Dino Saluzzi y su disco Kultrum junto al Rosamunde Quartett es una de las grandes obras maestras de la música argentina. Vi de cerca el trabajo de Dino, haciendo de «telonero» junto a la cantante Marcela Arroyo en Suiza y fue definitivo. Ver a alguien de tanto renombre, con toda la tradición y experiencia con la libertad de seguir lo que la música pida más allá de convenciones. Mi admiración por estos maestros tiene más que ver con eso que porque sean argentinos o hagan folklore. Cuando estudiaba guitarra clásica en el conservatorio de Mar del Plata trabajaba tocando jazz. A veces venía Adolfo Ábalo, amigo del baterista de la banda - Jerry Rodriguez, músico de swing increíble. Se ponía al piano y medio en broma, medio en serio cantaba un tema de jazz, «I can give you anything but love», con gracia y buen gusto… se quedaban todos –jazzeros, folkloristas, tangueros - hipnotizados escuchando al maestro conectándose y conectando a otros con música.  

 ¿Existe una “guitarra argentina”? 
Existen muchas guitarras argentinas y las unen no tanto una cuestión estilística sino más una forma, calidda, profunda de conectarse con el sonido del instrumento. Al ser tan popular el instrumento en Argentina y con tantos referentes increíbles conviven en todos los guitarristas muchas formas de esa conección de referentes de distintas generaciones y distintos estilos. Lo veo desde afuera ahora, pero el Festival Guitarras del Mundo estableció un diálogo entre diferentes estilos que son constante hoy en muchos guitarristas argentinos.


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