}
El miércoles 1 de noviembre pasado el Teatro Colón se puso de pie para ovacionar, con un aplauso ensordecedor, a la Sra. Mercedes Sosa. El imponente Teatro quiso que su última noche, antes de su cierre por refacciones, fuera homenajeado y extasiado con la visita ilustre de la imponente tucumana, para así de alguna manera mitigar el duelo, aunque temporario, de su cese forzoso. La sala del Teatro con forma de herradura, que tiene una capacidad de 2.478 localidades, más espacio para 500 personas más, que pueden presenciar el espectáculo de pie, estaba completa, porque las almas presentes fueron convocadas por una artista que es un orgullo nacional, un ícono de la canción folklórica y popular argentina, de indiscutido reconocimiento mundial. No les importó a los congregados que el Teatro no haya hecho gala de la excelencia acústica que lo caracteriza: cuestiones técnicas de amplificación de sonido provocaron desniveles que no permitieron, por ejemplo, escuchar con nitidez cuando Mercedes Sosa hacía algún comentario entre canción y canción. Tampoco les importó que la Negra tuviera algunas dificultades para llegar con claridad y precisión a algunos agudos, o que desnudara alguna desafinación. Con más de 70 años a cuestas, sigue intacto el caudal arrollador de su voz, su timbre único, su enorme capacidad interpretativa que emociona hasta erizar la piel. Mercedes desplegó su medido y estudiado repertorio en dos partes bien diferenciadas, toda vez que en la segunda contó con el acompañamiento de la Orquesta Estable del Teatro Colón. El cancionero elegido para esta velada ofreció temas variados, desde canciones folklóricas tradicionales, tangos, hasta temas melódicos de autores de géneros musicales bien diferentes. En la primera parte brilló “Una canción posible”, de Victor Heredia, donde la Negra pudo desplegar todo su potencial vocal e interpretativo hasta arrancar lágrimas de emoción. Se destacó también “Gracias a la Vida” de Violeta Parra, que Mercedes eligió para conformar un maravilloso dúo con la hermosa y dulce voz de la mejicana Claudia Pineda, artista invitada, que fue una verdadera revelación. “La viajerita”, de Atahualpa Yupanqui, fue enaltecida por la guitarra de Juan Falú, que tuvo la gran virtud de hacer “dialogar” a las cuerdas de su instrumento con la voz de la intérprete. La primera parte terminó, como no podía ser de otra forma, a pura fiesta, con “De fiesta en fiesta” de los Hermanos Ríos y Carlos Carabajal, donde fue imposible no vibrar con los miles de espectadores que aplaudían al ritmo de la chacarera. En la segunda parte, la presencia de la orquesta, que ejecutó magistralmente arreglos sumamente creativos bajo la dirección del maestro Pedro I. Calderón, provocó la producción de versiones exquisitas, que merecen quedar registradas en un futuro trabajo discográfico. Así, la “Zamba para no morir” con un precioso arreglo de cuerdas y la inigualable interpretación de la Negra, puso en evidencia la belleza que puede ofrecer la adaptación orquestal a los ritmos folklóricos. Lo mismo ocurrió con “Doña Ubensa” de Chacho Echenique, cuando los cordófonos más bajos asumieron con sus pizzicatos la función percutiva infaltable en un huayno. “La Celedonia Batista” de Teresa Parodi, no quiso pasar inadvertida. Lejos de ello, la incorporación al arreglo de los aerófonos, le imprimió una fuerza y un vigor que sólo pudo ser equiparado a la versión de “Polleritas”, que Mercedes reservó como tema de despedida, cuando se puso de pie a bailar, y entonces puso de pie a todo el Teatro que le rindió homenaje con un aplauso interminable. La Negra se valió, como ya es su costumbre, de músicos y de un elenco de artistas invitados de lujo, cada uno de los cuales enriqueció el espectáculo con su talento. Entre sus músicos, además de Gustavo Spatocco en piano y dirección musical, Carlos Genoni en bajo, Rubén Lobo en percusión y Walter Ríos en bandoneón, vale la pena destacar la incorporación del guitarrista Roberto Calvo, quien por su notable trayectoria como compositor y arreglador ha obtenido un claro y justo merecimiento al ser convocado para acompañar a una de las mejores voces del planeta. Los artistas invitados, además de los ya mencionados Guadalupe Pineda y Juan Falú, fueron Alberto Rojo (guitarrista, compositor, cantautor y licenciado en física, cuyo tema "La chacarera del fuego" Mercedes interpretó durante su recital, además de haberla grabado en su último disco “Corazón Libre”), Carmen Guzmán, Rubén Juárez, y la infaltable Teresa Parodi. Luego de tamaño espectáculo, el Teatro Colón podrá descansar en paz hasta que vuelva a relucir en toda su dimensión, luego de un plan de restauración que lo mantendrá cerrado por más de un año y medio.