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El Salón Blanco de la Casa Rosada se convirtió en las vísperas del sábado pasado en centro de la atención nacional e internacional. Aquella tarde, el Salón Blanco se transformó en Palacio Real, para recibir, luego de una larga ausencia, a quien conquistó el mundo entero con su privilegiada voz, enorme, única, potente, bella, que puede albergar infinidad de matices, que es capaz de enaltecer cualquier melodía, que puede robarle una lágrima al más insensible, que puede hacer despertar la euforia del más tímido. Por eso, aquel atardecer el recinto real del Salón Blanco estaba saturado de emoción y expectativa, a la dulce espera de la reaparición de esta gran artista, nacida hace 70 años en la Provincia de Tucumán. Con paso lento y dificultoso, pasadas las 20hs., Mercedes alcanzó a sentarse en el sillón real del Salón, concentrando todas las miradas y oídos del notable público convocado, que aguardaba con indisimulada impaciencia volver a gozar de su majestuosa voz, y de su inigualable interpretación. El inmenso talento de Mercedes comenzó a desplegarse con “El otro país”, de Teresa Parodi, y luego con “Los niños de nuestro olvido”, un aire de milonga de Victor Heredia y René Vargas Vera que encabeza el primer tema del flamante trabajo discográfico que acaba de salir a la luz, titulado “Corazón Libre”. Aquí la Negra, sufrida por sus problemas de salud, dejó en claro que le costaban algunas notas, pero este esfuerzo convirtió esta canción en un canto desgarrado, cargado de emotividad, que permitió transmitir en toda su dimensión el drama de su poesía y su música. A partir de entonces, empezaron a compartir el escenario algunos pocos artistas, que la Negra Sosa especialmente invitó para la ocasión. Fueron verdaderos “elegidos”, por la enorme significancia que esta actuación tenía para Mercedes, luego de casi dos años sin poder cantar en un escenario a raíz de sus dolencias físicas. Y así pasó Teresa Parodi, una de las mejores compositoras de nuestro tiempo -según las propias palabras de Mercedes-, quien interpretó “Canto Labriego” de su autoría. También estuvo el Quinteto Tiempo, que le imprimió al tema “Si me voy antes que vos” de Jaime Ross, una impronta folklórica norteña que vistió de fiesta la noche. Entre los artistas invitados a compartir el escenario, Mercedes dejó espacio para una joven cantante, Guillermina Beccar Varela, que emocionó a la tucumana y a todo el selecto público presente –conformado en gran parte por notables músicos, y grandes artistas de otros géneros- con su “hermosa voz” –según enfatizó repetidas veces la anfitriona- que hizo volar al poema “Con las alas del alma” de Eladia Blázquez, musicalizado por Daniel García. Entre invitado e invitado, Mercedes mechaba una canción cuidadosamente seleccionada, y así pasaron “Serenata para la tierra de uno” de María Elena Walsh, “Alfonsina y el mar” de Felix Luna y Ariel Ramírez, “La Belleza” de Alejandro Lerner, y “Dejame que me vaya” de Roberto Ternán y Cuti Carabajal, chacarera a través de la cual la Negra exhibió todo su potencial, que tiene tal fuerza que es capaz de conmover hasta a las piedras. León Gieco y Abel Pintos también formaron parte del selecto grupo de artistas invitados, regalando una hermosa versión de “Todos los días un poco”. La misma suerte corrieron los sobrinos de la Negra, Claudio Sosa y Coqui Sosa, que la emocionaron cantando “Como la Cigarra”, de María Elena Walsh. Completaron el elenco de los artistas seleccionados Pocho Sosa y Federico de la Vega. El espectáculo culminó con la voz intacta de Mercedes, aunque afectada por la profunda emoción de haber vuelto al escenario, cautivando con su enorme talento a todos los que tuvimos el privilegio de escucharla nuevamente. En agradecimiento por todo el cariño y afecto recibido, la Negra cerró la noche con “Honrar la vida”, de Eladia Blázquez. Fue una noche de oro, de coronación de un regreso, que esperemos que se plasme en nuevos recitales donde Mercedes pueda exponer el bellísimo cancionero de su último disco “Corazón libre”.