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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

Raly Barrionuevo, Pica Juárez y Ramiro González se juntaron en el Vecindario, en Córdoba, en el marco del “20 años no es nada”, para festejar la amistad y la buena música.


25/07/2016

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El frío de la noche no era amenazante. La cita permitía cualquier contra a lo climatológico, porque rodeados de músicos, que son amigos y por ende música “abrazable”, no había posibilidad de no querer empezar el 20 de julio escuchándolos.

Doña Ubenza fue el primer tema, terminando con un recitado de Pica Juárez. A modo de presentación -como si hiciera falta-, resonaba: “No más escribo, comienzo a improvisar… lo que ustedes quieran les voy a cantar”. Después diría, para finalizar “no sé que soy en verdad”. Pero ahicito nomás, se retractaba: “Soy la metáfora muerta buscando resucitar”. Pavada de presentación.

Y lo que vendría, ahora en tiempo pasado, fue lo que fue pasando para que la noche no pasara en vano. Este juego de palabras, sirve para explicar lo que en el escenario se daba. Ellos, como amigos de infancia, jugaban y todos reían. Era su patio santiagueño, era el olor a albahaca, era la Pachamama en la memoria y en la remera, Movimiento Zapatista. Eran el puño levantado, el bombo sonando. Eran Ramiro y su guitarra, Raly cerrando los ojos sintiendo lo que cantaba y Pica llorando.

Entonces no era casualidad, que siguiera en la lista Acarreando Soledades. El Pica, cantando:
Yo soy quien hace los versos  
Y les pone melodías  
Pa´ cantarle a mis amigos  
El domingo al mediodía…

No era domingo, pero sí martes y a la noche. Es decir, que no hay momento más oportuno que en el que se junten, para que Raly cantase Zamba de Usted y al terminar haya dicho: “Queríamos recibir el día del amigo haciendo lo que más nos gusta”. Por eso el nombre del show. Ni más ni menos, que la cantidad de años en que la amistad se ha ido afianzando, desde el Festival “Amanecer del canto nuevo” cuando González conoció a Barrionuevo y cuando ya aparecía Juárez entre medio. Por ejemplo, con su guitarra blanca en la introducción de Zamba y Acuarela del disco “El Principio del Final”, que también cumple dos décadas.

  TRANSFORMARSE EN ARTISTA Y EL ARTISTA QUE TRANSFORMA 
Pasa que cuando estamos frente a los artistas, pensamos sobre qué pensarán ellos. Siempre, siempre es algo que surge. Suena Sembrando panes, y uno se pregunta. Y más, cuando canta con compañeros de ruta. Qué sienten, qué disfrutan…

Parte de esa respuesta la da Emmanuel Albera del trío de Ramiro, que dice: “Qué hermoso lo que dibuja Sayi, siempre tengo los dibujos en la espalda y no los veo”. Ella es quien logra una especie de milagro. Fue dibujando en la pantalla a medida que la canción se iba desarrollando, pero desde una computadora. Entonces es doblemente hermoso, que algo así nazca de algo tan mecánico. Emmanuel ya parte del público, se abraza con su amigo, Guido, que festeja la cantidad de gente. Mejor dicho, la calidad de gente. Para ese entonces, la lista de temas era una anécdota. Raly “cierrando” el cuaderno rojo, termina con el orden. Así, pasa. Cantan lo que nace en cada momento y lo dejan que se vaya afianzando. Como los dibujos de Sayi París, con bailarines, guitarra, la madre de Ramiro o el Subcomandante Marcos.

Ya que nombramos a la madre, hay que hacerlo en plural: las madres. Las primeras amigas de todos, las confidentes, las compañeras. Cuando Pica le cantó a la “sauceña bonita” terminó llorando. Cuando Ramiro lo hizo con Por tu amor, luego de contar que “por su torrente de palabras anda la verdad” lloró Raly queriendo -como todos, siempre- querer mirarlas y cantar: “me aferro arropado en tu pecho, al tibio cobijo de tu palpitar”.

Esos fueron de los momentos más emotivos y fuertes de la noche, junto a Hip Hop Riojano, para que se cante “entre el dolor de los changos y el esplendor de los ranchos”, para confirmar lo que dijo una vez y hace mucho tiempo, en una entrevista: “Uno sólo puede escribir sabiendo lo que le pasa a su pueblo”.

La Cosechera Perdida, La Encendida -regando “la noche con vino, pa’ que la muerte resbale”-,  Solo Luz de Raúl Carnota y Suna Rocha (porque hay coplas que no se olvidan), Melodía viajera, Mujer Caminante, Donde se gesta el amor y Zambita pa’ mi Universo continuaron la lista de los autores que alternaban canto y toque, acompañándose mutuamente.

Para el final La Rioja en su máximo esplendor con Llorando estoy, Dele Retumbar, El camión de Germán para que solamente hiciera falta la harina y la albahaca, para que la chaya y el topamiento curen todo mal. Para que la fiesta sea del pueblo, con bombo, guitarra y cantores. Que además son amigos y comparten la vida, la música y el vino. Que nos hicieron parte de semejante festejo. Que nos hicieron entender, cómo es eso de “Es la vida quien me llama, como la noche a los grillos” cantado en La Encendida. Pero sobre todo, cómo es que en su amistad y en sus cantos, vuelven y vuelven, son mensajes, lo que lleva el viento, esa “metáfora muerta que busca resucitar”.  


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