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Luego de abrir la segunda noche y al ritmo de su violín, poner a bailar a la Plaza, que bastante fresca estaba, Lele Lovato fue a la Sala de Conferencias a charlar, más que a ser entrevistado. A continuación lo mejor de un artista que vale la pena escuchar, no solo arriba del escenario.
“Buenas noches, es un gusto compartir con ustedes. No sé qué extraño más si a la gente, o venir acá a responder”, comenzó diciendo un Leandro Lovato, que definió a Cosquín como “un encuentro de amigos”. Así y lejos de ser obsecuente, “Lele” empezaba a regalar un momento alegre y relajado.
“Un honor de ser parte de un lugar tan privilegiado. Todos los que amamos el folklore, sabemos lo que significa”, se adelantó en decir, para luego hablar sobre el tango que tanto y tan bien se le escucha. Con respecto a este género confió: “Me gusta y amo el tango… y cuando salen más canas, más lo entiendo. Me parece la música más exquisita del mundo y es nuestra. Y además me desenvolví en una urbe donde el tango en cada pared se puede respirar. Y mi maestro, Aurelio Puccini, me supo acercar y hacer descubrir ese género. Yo soy folklorista y el mensaje de Sixto Palavecino me cruzo el alma, pero me hice en la ciudad y el tango es parte de mí. Por eso el monte y la ciudad están en mi violín”.
NO TOCAR POR TOCAR
Podría haber terminado la conferencia con esa frase, tranquilamente. Pero no. Y menos mal, porque es bueno escucharlo. Además cuando anuncia que saldrá "El musiquero", un nuevo disco y que “Cosquín también es eso, mostrar lo nuevo, que ya lo vayan escuchando como los primeros temas que se tocaron: "Cuna de duendes", "Gatito del Toti", "A orillas del Río Dulce"…”.
Él toca y compone, porque “componer es una necesidad de expresión y de contar cosas que uno ve, o que imagina o pudo sentir. Componer vino solo con el tiempo, a pesar de tener contactos con compositores, hubo un momento que me di cuenta que tenía cosas para decir. En melodías y también en letra. Yo a la música la siento así, la tengo que decir y contar. No tocar por tocar. Cuando tocó una zamba estoy en la cuna de la zamba, veo al bailarín enamorando a la dama… por eso comparto con bailarines. Porque disfruto lo que hacen y me nuevo a la par de ellos”.
Habla de sus años, que está más viejo y por ende más detallista. Se da el gusto de que en su disco toquen Los Nocheros para cantar una canción a su “escuelita”. Cuenta que grabó con Sergio Torres, que viene de la música tropical pero que cantó una zamba como el más folklorista, y le quiere producir un disco. Cuenta y cuenta, responde y responde.
Entonces entre proyectos y realidades sigue la charla. Y su realidad más festejada es su primera peña en Cosquín. “Entre los sueños y proyectos, acá cruzando la calle tengo mi peña. En un momento lo soñé y no pensé hacerlo realidad tan rápido. Me lo habían propuesto pero había otras prioridades. Ahora estaba con seguridad y confianza”, confiesa para después hablar desde la emoción que le genera estar todos los días respirando el Festival porque antes “era tocar e irse”. Trata de “estar encima de todos los detalles, de las puestas en luces, de brindar una oferta donde desde la técnica para adelante sea profesional para que los nuevos valores, tengan la posibilidad de usar la tecnología y técnica” que los grandes artistas usan.
Entonces cuenta y cuenta. Responde y responde. Se le nota la alegría de estar y poder interactuar más, con la gente y con los periodistas. No sabemos si él sabe que la alegría se comparte con él respondiendo preguntas o tocando en el escenario. Ojala que lo sospeche.