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La música tiene un pulso propio, marca caminos, define historias. Y Diego Alberto lo sabe muy bien. El compositor y artista santafesino logró todo eso y más en su nueva producción, “Lo que habita en mí”.
Una trecena de canciones, mayormente propias, deja en claro que este cantor quiere signar con su huella el nuevo paisaje sonoro de ecos nativos. El CD, que contó con la dirección musical de Augusto Díaz, inicia su itinerario con un valioso rescate: al chamamé “Mi padre y mi madre” lo precede un recitado sentido y hondo a cargo de Rodolfo Valss. Tras la serenidad litoraleña, emerge la potencia -literalmente eléctrica- de “Como trunca chacarera” donde una de las estructuras más clásicas del folklore despunta riff de guitarra más asociados al rock.
En seguida una zamba de amores adormecidos, recuerdos y desvelos. “Lo vi en tus ojos” alberga la nostalgia del olvido, con una fuerte hondura poética y un bandoneón, a manos de Danilo Cernotto, que refuerza el espíritu de lo pasado.
Luego, el rasguido doble “Serenito el día” traza postales cotidianas junto a Efrain Colombo, en un interesante contrapunto de voces que juegan a dialogar. Instalado en la sonoridad del chamamé, ahora con la participación deMario Álvarez Quiroga, “Lucrecia en Buenos Aires” es una instantánea dolida de aquellos que migran y recuerdan el pago, con una trama dramática – desde lo melódico y lo poético- que logra conmover.
“Fuego del olvido” es otra apuesta a las chacareras truncas donde Diego Alberto muestra que su repertorio no sólo se sostiene en la composición si no también en un manejo vocal, con un registro amplio y expresivo. En seguida, “Su ausencia” y “Por vos” invitan al galanteo de la zamba primero y a lo chispeante de la chacarera después, para poner en pausa las melodías de predominancia folklórica.
La propuesta se abre ahora a un tríptico que alterna el formato canción con la balada, entre los versos de “La canción quedará”, “Porque el tiempo se me va” y “La luna y vos” con versos profundos e interpretaciones que marcan la ductilidad de un cantor que no sólo comprende de folklore.
Un candombe bien rítmico marca la cercanía del final con un cierre que es uno de los hallazgos de este trabajo:“Presagios del corazón”, una zamba con matices e intensidad, con la emocionalidad justa que clama la canción que respira por si sola. Y lo hace en la voz de Alberto y en el magistral piano de Pablo Fraguela, que potencia entre las teclas la intencionalidad de una pieza que no tiene nada que envidiarle a las grandes zambas de nuestro cancionero.
Sin dudas, “Lo que habita en mí” muestra que Diego Alberto tiene grandes aportes bajo la manga para nuestra música nativa y también más allá de sus fronteras.