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Notas
NOTA DE INTERÉS


05/02/2015

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RECORDAR


Su primer disco solista, Carolina Sorondo, además de una actividad periódica de recopilación, es el reflejo musical de un mundo interior abierto al público. Con cada pieza mantiene el curso de un engranaje infinito puesto en marcha: la acción continua. Una suerte de misión para la cantante, una especie de desafío personal. Y podemos presentir eso al escucharlas.

La alteridad musical, está en este disco, y no hay que disfrazarse de curador cosmopolita o amante de osadías de otras latitudes para sentir su fuerza resistente en la escucha.

El mundo musical de Carolina Sorondo podría traducirse en las palabras que desprende la gacetilla de prensa: “un viaje musical por Latinoamérica donde llegar y partir son dos lados del mismo viaje, Descubrir en la despedida, un encuentro con uno mismo, en la plataforma de esta estación, que es la vida”. Una invitación a percibir la musicalidad de zambas, bossa, rumba, boleros y “el son en este viaje lleno de emociones”. Con Pablo Figueroa arreglos y guitarra, Manuel Salinas, percusión, Sebastián Garay bajo.

Así, el campo musical argentino, que suele ser mucho, se enriquece con versiones como la de Solo Luz de Raúl Carnota, propugnando  una creación musical diversificada, cuyos principios no atienden a los más o menos estabilizados. Por el contrario, Carolina Sorondo propugna la vigencia de los “clásicos” imprimiendo un aura que es pura voz y placer a la escucha—, ocupa el último tema del cd —y digamos que aparece sobre uno de los finales más lindos— es posible sentirse arrasado por una versión que dice a su manera, plantando una palabra, una frase ante el prójimo, como bien lo hiciera el recordado Raúl.

Sorondo propone una complicidad con el oyente, hecha de una atención absoluta que implican la respiración y el pulso. Su prudencia es reflexión. La consecuencia, unos cantos que son producto de una hermosa voz que también puede interpretar silencios, a lo “Carnota”.


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