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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


13/11/2014

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RECORDAR


El segundo fin de semana de noviembre, tuvo en Córdoba dos espectáculos folklóricos tan necesarios como importantes para festejar el carnaval norteño. En Quality, la cultura tuvo su espacio.

La cita era a las diez. Pero no donde todo se desarrollaría, sino en la casa de un jujeño en Córdoba. Juan era el mediador entre estudiantes de Jujuy y un simple cronista cordobés, con ganas de disfrutar la noche. Ya a las nueve en Quality había comenzado todo, cuando fueron a pedir empanadas norteñas. Una mujer de Bolivia, fue la cocinera y la excusa para discutir si esas empanadas con papa, eran o no salteñas. El supuesto debate terminó en favor de los que entendíamos a ese ingrediente, como vital en las empanadas "lindas".

La cena transcurrió entre anécdotas de personajes de La Quiaca, el deseo de comer charki y el repaso de la discografía de Bruno Arias. El Changuito, sobrevolaba ante unas diez personas que se habían reunido en su nombre. En plena Nueva Córdoba, este grupo de jujeños se preparaba para una noche que -como siempre sucede, para estas fechas- no fue una más.

Memo Vilte, Alma Jujeña, Llaxtamasi estaban tocando, mientras en el departamento de Federico, los homenajeábamos con Singani. A esa altura el choque de costumbres, nos hacían a todos uno. El boliviano que se fue a Europa, pero volvió por un tema de la visa, aunque todos sospechábamos que era más por las raíces, los jujeños que pensaban en el fernet y el cordobés que descubría esta bebida que viene de la familia del aguardiente de uva. A esta altura Jujuy, o todo el norte, ya se impregnaban en la piel. Los cinco sentidos eran por y para esa parte del país, que cada vez es más influyente. En otras palabras, todos -algunos más, otros menos- nos sentíamos “cordobeños”.

El show

La bufanda whipala anunciaba, en el cuello de una de las chicas, que ya era hora de partir. La comunidad jujeña en Córdoba, es muy grande y eso se nota al llegar a lugares donde la música, su música, nuestra música resuena. Entre hojas de coca y nostalgias, la gente entraba. El colorido no hace más que ambientar mejor todo. Ya es hora que la fiesta comenzara, para los recién llegados.

Los Queñuas nos reciben con sus ponchos rojos y un pequeño bailarín que parece que le vendió su alma al diablo. La máscara parece más grande que él, pero se la saca para que la ovación sea aún más fuerte. Ya el número de gente se dividía entre los que seguían momento a momento lo que pasaba adentro, y quienes buscaban aire más fresco afuera.

Los abrazos se multiplican. Las palmadas en el hombro y la sonrisa es la carta de presentación de alguien que vive a distancia lo que pasa en la provincia más al norte del país. La nota se escribe en pasado y presente, porque así se vive. Viajando con la mente en ese momento, recordando los lugares que se han dejado para estudiar en otro lado, o residir.

La música y la danza se reúnen. Los Caporales se acumulan en el escenario o debajo de él. Es entre el pueblo que queda mejor ese colorido. Eso también entiende Bruno, que lejos del artista tipo saluda a uno por uno que se le acerca, y con los que conoce se queda charlando. Mixtura Andina, el grupo de cordobeses y jujeños que danzan, se -y nos- envuelven en una bandera multicolor.

Proyección Salamanca es la mejor previa. Formados en un taller de música hace 22 años, son formadores de fiestas y de acordes que liberan espíritu y cuerpo. Brisas del Norte, con asistencia perfecta a estas movidas -hay quienes dicen que son parte del alma máter-, comparten un momento tan importante con todos. Filman un video, y los extras se prestan de la mejor manera. El baile y el coro perfecto, ante cada nuevo tema, o el pegadizo Lejos de Ti en saya, avivan al grupo de fanáticos, afirmando que ya el momento del grupo es ahora.

Kolla en la Docta

Este cantante no espera, no va con el protocolo. No es políticamente correcto. Parecía que la música le salía de los poros y que no aguantaba más. Subió al escenario, y mientras los técnicos terminaban de conectar todo, y preparar todo, movió los brazos. Era la señal de que todo comenzaba, y encima a capela. Jujeñito, era el comienzo ideal. Y así lo hicieron saber los casi dos mil, tal vez más, que estaban allí.

Estamos hablando ya de Bruno Arias. Un artista que Jujuy buscaba hacía tiempo, y el folklore todo también. “Para ser rebelde no es necesario el pelo largo” piensa uno mientras lo mira. Rapado, con una gorra roja donde Hugo Chávez dice presente comenzó la velada para Bruno.

La Saya 30 años, fue la excusa para hacer subir a todos los que antes estuvieron en el escenario. Caporales de por medio, más de veinte músicos compartiendo y regalando un momento especial. No canta nadie, no hace falta. Los que tienen que hablar son los instrumentos originarios, mediante los músicos –como Juan Carlos Liendro -, luciéndose. Ave de Luz, tema de su próximo disco, es parte de su repertorio hondo y contestatario. Al sistema, a las injusticias, a los dolores, y en especial los de las mujeres de Ingeniero Juárez. Una chacarera para las madres de ese pueblo en Formosa, que posee mucha mortalidad infantil, muchas veces en el parto. Lugar donde falta acceso a la salud, al agua y a la luz. Pero el tema que habla de lo luminoso, es para ellas, que a pesar de las perdidas siguen adelante con la vida.

Caminantes, es en versión rock el mejor regalo para la noche. Es tiempo que se quiten barreras y se hable de que el folklore puede tener y tiene rock, y viceversa. Eso también es revolución. Eso también es Bruno Arias. Porque como me dijo Iván, “Bruno es todo rock”, y detrás de eso va el “es todo música de raíz”.

Kolla en la ciudad, y Cinco siglos resistiendo terminan otra actuación de Arias, potente y profunda, “manteniendo siempre la esencia”.

Al final, quedaba tiempo para el Embrujo bailable. En medio de las luces blancas, lo que se resistían a irse, agotaban las últimas energías. Era tiempo de regresar y quedarse pensando en el carnaval, en las costumbres, en Juan y sus amigos,  en lo experimentado, repitiendo la frase que canta Bruno: “Orgulloso de ser un Jujeño”. O ser –si lo gramatical nos deja- “cordobeño”.


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