Si fuera fútbol se podría decir que es un jugador diferente. Tratándose de folklore, y de mujer, la Negra Chagra es una cantante diferente. Trae desde el norte toda su Salta, empujada por sus primeros años de enseñanza con el Cuchi Leguizamón, adobada aquí con los consejos paternales de Jaime Torres, derramando su conciencia popular junto a Sara Mamani por estos Buenos Aires tan turbulentos, y con el horizonte ampliado durante sus tiempos en Francia.
La Negra (María Elena para los formales) acaba de parir su segundo CD, que como amparándose en su perfil bajo pero su tono alto y grave, lleva por nombre “Pequeños testigos”.
Esta edición de La Trastienda Discos contiene quince temas transitados por un camino largo por el que transitan una fantástica versión de Chacarera del expediente (joyita del Cuchi), el bailecito Mi cochabambinita (jerarquizado más aún por el charango del maestro Jaime, coautor junto a su tocayo Dávalos), Serenata del ‘900, con una voz tan desnuda como el acompañamiento solitario del contrabajo de Ezequiel Dutil, y el Candombe en tiempo de crisis (Ovalle-Serena). “La noche quebrando espejos/ con su luna va a llegar/ para alumbrar a los niños/ que escarban el basural”, reza una estrofa.
En realidad, hay muchísimo más, en cantidad y calidad, como la Chacarera Trasnochada, de Dávalos y el inolvidable chalchalero Ernesto Cabezas, y ese himno popular (de quién sino de Jaime Dávalos), titulado Canción del jangadero.
El material respira folklore, mientras la Negra continúa andando por un camino donde no caben bajezas ni concesiones en la calidad, aunque a veces el precio que se pague es el del desconocimiento para poder compartir este pan con más gente del palo.