Villa María es mi ciudad. Y siempre estarán mis raíces ahí. Tal vez un poco alejado ahora, me sirve para ver eso a la distancia; criticarle cosas, molestarme por actitudes de varios, pero con la seguridad de que siempre vuelvo. De que allí están mis viejos, mis amigos, mi escuela. La costanera tan hermosa al lado del río, el centro que me vio festejar con mi equipo y tener las tardes más tranquilas.
Si se quiere coquetear con el destino, no es casualidad que se hablara de la canción folklórica allí. De la raíz de la música del país. De lo que nos pasa y de lo que tiene que pasar. De los artistas, pero del arte sincero y puro. De los músicos de las melodías sentidas y regaladas…
“Vos acá jugas de local” me diría con su potente voz Claudio Orellano. Esa fuerza que tiene al hablar me despertaba el viernes a la mañana, y me hacía saber que estaban todos los conocidos/amigos que ayudan en este camino de la música. Como él, que cada día muestra su conocimiento de lo que habla y el compromiso con lo que hace.
De eso también se trató la mesa de debate de ese segundo día en el 5to Encuentro Generación XXI. Allí, los disertantes dieron cátedra. Tenían que estar a la altura del establecimiento.
Suna Rocha fue la encargada de hablar sobre los lugares y los momentos de donde hay que sacar las melodías. Una llama saltando en el cerro, una molienda. El huayno y la chaya. O el cantar de los pájaros. Hay que saber cómo la música nos puede salvar la vida. Como a ella cuando estuvo detenida en la Dictadura, o cuando es más libre que las aves inclusive.
Vitillo Ábalos habló sobre lo que hay que investigar. Él y sus hermanos no inventaron nada, solo investigaron. Quiere que pase lo mismo con esta nueva generación de cantautores, que en Paola Bernal tienen una exponente. Ella habló de la autogestión, del hecho de no ser tan comerciales. De moverse para no quedarse. Solo en el movimiento se nota que estamos vivos.
Juan Iñaki festejó el Encuentro, ya que ayuda a la gran idea de la música a la que se encamina. Allí donde conviven géneros, sin fronteras, sin falsas fidelidades a un género que castiga de más cuando se canta desde uno mismo. Eso es folklore.
Y preguntándose sobre qué es folklore José Luis Aguirre, parecía un sabio joven. Un tipo que anduvo mil caminos y que encontró varias respuestas en cientos de preguntas. Un joven cantautor que no solamente canta, sino que invita a confiar en lo que viene. Separó las palabras nueva y folclórica. Para cambiarlas para que la primera sea continuidad, y la segunda sea nosotros. Que todos nos incluyamos y que continuemos con lo que ya se dio en tantos años. Se animó a pensar que el Cuchi Leguizamón estaría contento por esta apertura y por tanto conocimiento musical. Él allí, pidió ser un todo. Y todos pedimos ser como él.
Por la tarde Pablo Montiel del Mercado de Industrias Culturales Argentinas y Diego Zapico del sello ACQUA Récords, continuaron con la tarea del día anterior. Saber moverse teniendo a la industria como aliada y no enemiga, fue una de sus premisas. Saber enfrentar contratiempos de manera segura, fue uno de los tantos aportes de personas que hablaron con la experiencia, pero también con la sinceridad necesaria en estos casos.
Todos al Centro
A la noche el mismo escenario que la noche anterior. En las paredes se exhibe una muestra. Se llama “Gente Necesaria”. Allí, Juan Gelman, Eduardo Galeano, Osvaldo Bayer, Eduardo Falú, Horacio Guarany, Daniel Viglietti, Teresa Parodi, Dardo Gómez, Vitillo Ábalos conviven en esas capturas que Eduardo Fisicaro ha hecho. Entonces ocurre el primer hecho mágico de la noche. Esas personas eternas, son más eternizadas gracias a la mano de Eduardo. El momento justo, el ojo adiestrado, el dedo que gatilla y la imagen que dice mucho más de lo que muestra.
Motta Luna fue el primero en subir. Ese escenario que hablamos en la nota anterior, se llenaba nuevamente de historia y actualidad. Abajo, Sergio Sánchez de Página 12 tomaba nota, y José Ceña, el organizador del Encuentro, se fijaba que todo estuviese como lo tenía previsto.
Las dos provincias en comunión, unidas por la música. Santiagueños y cordobeses dieron el espectáculo que todos quisimos ver. Mi infancia a caballo, Llegando a tiempo y Algarrobal, fueron los temas traídos de las tierras de los Carabajal.
Continuó Paola Bernal. Ella hizo lo mismo que en enero en su peña de Cosquín. Robó aplausos. Mejor dicho los devolvió con los golpes en su bombo. Subió para ser exponente de “lo que nos pasa hoy y nos toca decir”. Alas de tu boca, fue el primer tema. Allí se “deshacen los temores, sos la lluvia en mi desierto”. Se dedica el mensaje -a la distancia- a quien corresponde. A quien se merece la mejor música.
Juan Iñaki sube al escenario y la acompaña con una caja chayera. Morir de vez en cuando, suen y da vida al momento hermoso de los cordobeses en la noche. José Luis Aguirre sube, se sienta con su guitarra y los tres se reparten la amistad, la presencia, la música, las ganas. Es tan sincero lo que pasa ahí, tan seguro que la gente por dentro, agradece estar frente a ellos.
La circular por Juan, Maria Sabina por “Pao”, se acompañan por los otros. Como cuanto José canta, y se compromete. Lleva consigo los paisajes serranos y lo que pasa allí, por ejemplo cuando le canta a Ceferino que pelea por los campos sin dueño, por los sueños de los que sueñan con él.
Alma de bombisto
Suna Rocha subió desde el frente al escenario. Esta artista que tanto hizo por la cultura, avisó que cuando no pueda dar una vuelta en la chacarera se baja del mismo. La artista que hizo y sigue haciendo historia, seguro que lo dijo porque sabe que es tan necesaria que no va a pasar en poco tiempo. Nadie se imagina el folklore sin ella. Ni siquiera los que esperan esa posta que ella les prometió dejar.
El cigarrito de Víctor Jara, La pobrecita y Chacarera de las Piedras de Atahualpa Yupanqui son sus temas. Estos dos del gran Atahualpa, que cantaba “Yo tengo tantos hermanos/ que no los puedo contar”. Pero sí una hermana, una amiga que va con ese legado por todo el mundo. Ella, Suna, tuvo de hermano mayor a Yupanqui y se nota.
El último en subir fue Vitillo Ábalos, quien le agradeció a la vida “por haberle dado tanto” y agradeció con Juntito al Fogón. Si el hombre propone y el bombo dispone, como él dijo, se nota una relación de entrega de los dos desde siempre. Una fidelidad y la seguridad de que nunca le diría que no, es el resumen de su trayectoria.
Le pidió improvisar a Paola, entonces los dos con sus bombos siguiendo el ritmo que comenzó él. Ella lo miraba como lo que es: un maestro. Aprendiendo, teniendo esa lección en vivo y en directo, lo que se generó fue mucho más que inolvidable.
Al final Nostalgias Santiagueñas, fue cantado por todos los artistas y bailado por Pao Y José Luis. Ese fue el cierre, luego de que Ábalos dijera que nos regalaba su alma, pero que la cuidáramos. Tenga la seguridad Vitillo, de que esta Generación –y todos- vamos a cumplir la promesa de que sí.