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Notas
NOTA DE INTERÉS


28/11/2013

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RECORDAR


Cecilia Bernasconi, cantante y guitarrista, presenta su primer disco Fulgor, de composiciones propias donde conviven rítmicas folclóricas y latinoamericanas, compases irregulares, canciones pop, e influencias jazzeras y contemporáneas. Es el resultado de la búsqueda de un lenguaje propio y una vuelta de rosca al formato de canción tradicional, logrado a través de las letras, composiciones, arreglos y la sonoridad trabajada y personal de una banda semi-acústica.

Un fulgor tenue nos ayuda a recorrer las superficies del disco de Cecilia Bernasconi y también a distinguir las pequeñas ofrendas que los artistas dejan caer como pistas. Más allá del juego de luces y sombras, parece decirnos, hay que entrenar los ojos y el oído, claro, para el saboreo del detalle. Esta invitación es importante. Sus obras son contundentes; alcanzan un tipo de impacto en que las artes auditivas se pueden medir de igual a igual con las puntas de lanza de la industria cultural.  Fulgor es un material de producción independiente. Pero en su caso, el lujo exuberante de las superficies, además de engatusarnos, alienta el examen detenido. Y ese examen revela que los materiales que utilizan pueden descomponerse fácilmente en unidades mínimas, como si los artistas nos invitaran a deshacer la totalidad embriagadora y a reencontrarnos con el esfuerzo humano detrás de cada trazo, cada canción (cómo contar con palabras que su voz es de esas que llegan profundo en la sensibilidad. Si, se puede hacer, pero para qué caer en lugares comunes).

Un fulgor catódico análogo al de esas horas frente a un vinilo (tal vez) irradia esta obra de Cecilia Bernasconi, donde evidencia un mecanismo que es un sólido proyecto auditivo de revisitación del canon de rítmicas folKlóricas y latinoamericanas y del pop siempre existente, aunque de forma velada, oculto en las sombras. Las canciones de “Fulgor” escapan muchas veces al formato tradicional. Hay una búsqueda de lenguaje propio desde las composiciones y desde los arreglos de una banda semi-acústica con sonoridad muy personal. El disco fue grabado y es presentado por “Ceci Bernasconi Grupo”, un cuarteto integrado por Cecilia Bernasconi en voz y guitarras, Matías Vardé en saxo soprano y flauta traversa, Paulos Campos en bajo y Mariano Sáenz Tejeira en batería. 

Entre los múltiples hechos y cosas que habitan este disco, aparece Cecilia que juega con letras de plástico y que disfruta teniéndolas en las manos. Más tarde, fruto maduro del juego con esos soportes del lenguaje, va a empeñarse en la observación y en los tanteos de una una poética plural y diversa: es así que el disco fue producido, grabado y mezclado por Federico Nicolao, en ION y en Eleven Palace, masterizado en Santa Cecilia por Brian Lele y cuenta con numerosos invitados como Pedro Rossi, Federico Bardotti, Violeta Bernasconi, Agustin Konsol y Matias Scheines, entre otros.

Cecilia toca, canta y por lo tanto existe, pienso. Y canta una poesía, por momentos, sencilla, pero no acabada sino como un movimiento cuya fragua y ondulación no aparecerán en casi ninguna cerrada forma poema, sino transformadas por su dulce voz (de las que faltaban, si recuerdo una última podría decir María Gabriela Epumer, pero no es bueno comparar, dicen) en un perfume o en un fulgor de eso poético que emana de una prosa pulcra y meditada.


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