Luis Pescetti y Juan Quintero se presentaron en Córdoba, más precisamente en el Teatro del Sindicato de Luz y Fuerza. Allí llevaron a cabo el espectáculo de leer las Cartas para el Rey de la Cabina, libro de Luis, con la música de Juan. Espectáculo es una forma de decir. Allí llevaron a cabo una obra de arte…
Dos sillas, una mesa y una guitarra. El decorado ideal, que no por poco deja de ser efectivo. Luis se sienta con tranquilidad. La misma con la que Juan toma su guitarra. Y allí comienza todo. Todo, es decir la magia de las palabras y la música.
Si usted no los conoce vale aclarar que Juan Quintero es parte de Aca Seca Trío y a la vez canta con Luna Monti. Juntos hacen del folklore una belleza de raíces bien arraigadas. ¡Cómo serán de buenos que hasta Fandermole les hizo un tema! Por otro lado, Luis Pescetti es autor de varios libros infantiles, donde el humor tiene su parte. Además, la literatura adulta y la música son sus fuertes. Como la actuación. Como la de transmitir cosas más allá de lo que lee.
Lo impredecible del desamor
“El cerebro lo primero que aprende es lo predecible”, comenta Luis y continúa: “Es predecible el mundo, no solo se repite si no que uno lo anticipa. El desamor es lo contrario es un terreno donde todo lo predecible era el continuar. Lo impredecible comienza. Es eso. No saber qué sigue, quién sigue, quién sos al ser el que sigue. Esa palabra al leer esto me resonó en parte de la historia de Paloma”. Y Paloma es la protagonista de su libo Cartas para el Rey de la Cabina, donde una joven en veintidós cartas muestra lo que le pasa con su primer desengaño en el amor. A veces no se puede entender la realidad, y eso es lo que pasa en esas cartas que son enviadas a una cabina de una grúa. Allí su Rey deberá leer cada una de las cartas.
Así comienza la noche. Antes de leer la primera carta, Juan Quintero canta “Dondequiera que estés”, de Joan Manuel Serrat. Sólo él puede llegar a hermosear los temas que van pasando. Y eso también es folklore. Verlo a él cantando tan apasionadamente es folklore. Y del bueno.
“¿Por qué irse de esa manera? (…) ¿Cómo será tu mundo ahí? (…)” se pregunta Paloma, y la guitarra que saca “Cartas de amor que se queman” (Castilla – Leguizamón), y Luis que lee, y…
Entonces la gente se pone en la piel de Paloma. De ella. Todos son quienes sufrimos el desamor y quisiéramos escribir así. Pero a la vez todos son aquel que se marchó. Todos quisieran recibir cartas escritas de esa manera. Palabras que impactan, y que sienten. Por sí solas sienten.
Combinación perfecta
“Peces de luz” de Carlos Aguirre, “Coplas al agua” de Juan, “Puerta de los dos” de Fernando Cabrera, para cantar “daría todo lo que tengo por una carta tuya, por una foto de los dos”, entonces cada tema acompaña cada carta de forma ideal. Y las voces de los que están en el escenario cruzan toda la sala. Y el silencio respeta y por lo bajo aplaude, para luego dar paso a las manos.
Siguen los temas. Sigue el impacto. Lo que no se puede predecir. Lo que no se puede manejar. Y lo que no se puede manejar es la emoción al escuchar “Hacia donde” de Marta Valdés, y sobre todo con “Amapola” de Juan Luis Guerra y “Para llevarte a vivir” de Javier Ruibail. Allí canta “guardo un beso de reserva”. Y la guitarra lo besa y él a ella.
Entonces, se detiene el mundo. Uno lee y el otro canta. Luis va con sus libros. Juan con su guitarra. Hay pocas cosas que encajan tan bien. Que son esas caricias que abrigan un viernes por la noche en Córdoba.
Al principio Luis, comentó que la primera vez que estuvieron juntos se hizo el video que se ve en internet. “Queremos que cada vez que hacemos este encuentro tenga ese instante donde se da eso que pasa”, agregó. Agostina dirá en un momento de la noche, que escucharlos “eriza la piel”. Y eso es una de las tantas cosas que pasan al verlos a Luis Pescetti y Juan Quintero. Ella, como Luis, sabe encontrar en los momentos las palabras justas.
Nota: Juan José Coronell
Foto: María Agostina Simón