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Notas
ENTREVISTA

PERFUMANDO EL AIRE CON BUENA MUSICA


09/06/2013

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RECORDAR


Como los géneros no piden divisas ni pasaportes, la cantante Gisela Magri sacó su primer disco, Glicina oscura, tango y samba enredados, donde confronta dos géneros desde un repertorio exquisito.

-Contame, ¿cuáles son tus orígenes, qué tipo de formación musical tenés?

Nací en La Plata y me formé en técnica vocal y repertorio en Música Popular con Emilce Vassaro, Lidia Borda, Paola Gamberale (Escuela de Música Popular de Avellaneda) y actualmente en Música Popular (Facultad de Bellas Artes de la UNLP), así como en danza y teatro (Escuela Danzas de La Plata, Escuela de Teatro de la Pcia de Bs As, Diana Rogovsky, Laura Valencia). Además, tengo un título universitario en antropología y, por eso, trabajo en una investigación rentada a través de una beca: de hecho, este disco (editado por Acqua Records en 2012) formó parte de un proyecto de investigación a nivel académico.

-¿Siempre cantaste Tango?

No, canté de todo hasta que enganché el repertorio de Tango. Pero, llevo 10 años dedicada al tango y otros tantos abocados a la interpretación e investigación de la música popular del mundo.

-¿Y cómo armaste el repertorio del disco?

Fue un trabajo muy extenso, introspectivo y de conocimiento del género. El repertorio es una especie de bajada de línea de lo que uno decide decir o elige contar: hay un deseo, interés y propuesta política desde el arte para mí, no es casual que se dé en este momento donde prolifera este hermanamiento, levantar la voz y estar de pie de Latinoamérica actual, con todas las complejidades y contradicciones; eso está muy presente en el disco. Además, es importante de qué manera decidís contar a través de ciertos autores y compositores: en "Glicina..." se enfrentan tangos poco transitados como "Moneda de cobre", de Horacio Sanguinetti; el bello "Carnaval", de Francisco García Giménez y Anselmo Aieta; y sambas como "O "Ultimo desejo", de Noel Rosa. También, me animé a versionar canciones más actuales como "Mares" (2004), del Juan "Tata" Cedrón y Emilio Cedrón sobre poema de Juan Gelman, encadenada a la samba "Timoneiro" (1996), de Paulinho da Viola y Herminio Bello de Carvalho. Primero me tiene que enganchar, gustar a mí, porque creo que la búsqueda del repertorio también es un trabajo creativo, más allá de la interpretación. Por un lado, lo que querés mostrar y por el otro, buscar estéticamente lo que a uno más lo identifica, emociona y conmueve.

-¿Cómo nace la idea de encarar este cruce de culturas desde la música?

Parte de una investigación a partir de la percepción de que había algo en común entre estos dos mundos. Tuve como una intuición por materiales que me llegaron. La idea fue un poco trasvestir ese estereotipo de que Brasil es todo fiesta: hay un momento que el samba canción tiene otra búsqueda poética. En todos los grandes compositores o poetas del samba está muy presente la melancolía o la cosa más existencialista que tiene el tango. Por ejemplo: los que son de Porto Alegre no se identifican con el carnaval carioca, son milongueros, tienen otro tipo de alegría y tristeza. Brasil es un verdadero sándwich cultural. Cuando vi una película sobre Noel Rosa, un compositor de samba, me resonaron desde la mirada tanguera un montón de cosas, qué era esto de la ligazón de la radio con el cine (es muy interesante la fuerte relación que ambos géneros establecen con los primeros medios masivos de comunicación), con los barcitos como la bohemia, los clubes, el barrio y la calle.


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