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Un momento único e inolvidable se vivió el martes 17 de mayo en el Salón de los Pasos Perdidos de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, dentro del edificio del Congreso Nacional. Pocos minutos después de las siete de la tarde, se dio comienzo al acto cultural donde se reconoció la trayectoria del artista riojano Ramón Navarro.
Entre los asistentes a semejante suceso, estuvieron presentes, entre otros, Jorge Viñas, Ariel Ramírez, Eduardo Falú, Vitillo Ábalos, Carlos Lastra, Luis Aguile, Teuco Castilla, Oscar Fresedo, Eugenio Inchausti, Jorge Marziali, Onofre Paz, Atilio Stampone y Federico De La Vega. Un centenar de personas completaban la capacidad del lujoso salón. El público estaba expectante. “Es un rezo a un pueblo”, comentaba un hombre a su esposa, mientras escuchaba “Mi Pueblo Azul”, obra de Navarro, que sonaba suave en uno de los parlantes del lugar a la espera del comienzo del acto. El hombre sacaba su pañuelo y secaba sus lágrimas.
“Buenas noches, bienvenidos a nuestro ciclo Voces de las Provincias, a esta nueva edición, en el que convocamos a grandes figuras de nuestra música popular dialogando con aquellos músicos jóvenes que pertenecen a nuestra vanguardia, a nuestro folklore, a nuestra música. En este ciclo, nos proponemos homenajear a las figuras centrales de nuestra música”, arrancaba Gustavo Mozzi, el coordinador del área de cultura de la Cámara de Diputados de la Nación. “En este caso decidimos reconocer a Ramón Navarro que ha compuesto obras que pertenecen a nuestra cotidianeidad, que de alguna manera pasaron a ser obras que uno ya no sabe de quien son porque son parte de nuestro mundo cotidiano. Ramón Navarro es uno de los más queridos de nuestro medio, y esto está demostrado en la primera fila que está completa de grandes glorias de nuestra música popular”, completaba la bienvenida Mozzi mientras que Falú, Ramírez y Ábalos eran espectadores de esa primera hilera.
La familia del poeta Héctor David Gatica, hombre que ha compuesto la “Cantata Riojana” junto a Navarro, también se adherían al reconocimiento. Otra familia que también lo hacía era la de Armando Tejada Gómez, a través del centro cultural que lleva su nombre “participaban de tan merecido homenaje, saluda al amigo, gran cantor y músico Ramón Navarro, que supo pintar de azul a su pueblo, como Armando lo hizo con su zamba. Ambos compartieron la amistad y la autoría de varios temas”.
TRANSCURSO
El Salón era custodiado desde lo más alto de los cuatro laterales por los escudos de cada una de las provincias que conforman la República Argentina. El escudo de La Rioja estaba justo, casi al lado del escenario, como fiel testigo del reconocimiento a un artista que supo llevar su tierra por todo el país y parte del mundo.
Sandra Ceballos fue la locutora que condujo el evento e hizo una breve reseña de la vida artística de Navarro, mientras que se preparaba la sucesión de artistas que iban a interpretar las obras de maestro riojano. Instantes antes de esa bella maratón, se leyó “Manual de la Baguala”, un texto del Ariel Ferraro: “Como la flor de la luna, la baguala ha elegido la noche para nacer, crecer y morir. Madurada en la pena y en la sabiduría, amarra sus raíces en el mugrón del vino, y se va por la boca del hombre que la canta, como la mano sola del árbol hacia arriba. En la jaula de la luna del bombo solitario, crece golpe tras golpe toda su hechicería, se hace estrella de llanto y alumbra en la saliva gritos de brote duro, de imbricación y arrimo. La seguirán cantando hasta el alba los hacheros, y hacia los cuatro rumbos derramará el delirio, pero cuando el rocío lama el follaje ciego y en las botellas muertas venga a mirarse el día, será ceniza rota su sabia condolida, y morirá en la lumbre la flor del coplerío”.
SUCESIÓN ARTÍSTICA
Oriundo de la provincia de Buenos Aires, de la localidad de Olavarría, compositor y arreglador, que supo acompañar a tantos artistas como Astor Piazzolla, Horacio Salgán, Chabuca Granda. El pianista Oscar Alem era el primer artista en subir a saludar musicalmente al maestro riojano Ramón Navarro. Su piano sonaba claro y fuerte en el salón donde los pasos parecen perderse. “Chayita del Vidalero”, era la primera “criatura” de Navarro que empezaba a soltarse desde el escenario. El maestro reconocido, lo escuchaba desde la primera fila con gran admiración.
Luego de la primera interpretación de Alem, subió al escenario Laura Albarracín, artista nacida en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Para cantar eligió dos: “Chaya de los Pobres” y “Coplas del Valle”. “Dos cosas muy buenas me van a pasar esta noche: agradecerle en canción a Ramón porque es una de las personas que yo digo que uno pudo encontrar en esta cosa de cantar, que se junten el valor musical con el valor humano. Eso lo agradeceré eternamente. Así que gracias por poder devolverle esta noche con mi presencia, algo de sus canciones. Muchas gracias Ramón”, decía Laura al borde de la emoción.
Laura se baja del escenario y Alem interpreta un tema más de Navarro. El clima de fiesta y alegría se había generado inmediatamente en el salón oscuro. Emociones y recuerdos que ponían la piel de gallina minuto a minuto. En el intervalo, mientras se preparaban los instrumentos para la próxima artista, se leyó una carta: “Ramón: me es imposible en este homenaje que seguro te mereces, porque estoy en Los Angeles grabando parte de mi disco. Nunca canté una canción más linda que Mi Pueblo Azul. Es más, estoy pensando en hacer una nueva versión para un próximo disco porque te aseguro que a todos los que nacimos en un pueblo chico en esta argentina, no hay canción que nos identifique más que Mi Pueblo Azul. Te mando un abrazo grande, te deseo lo mejor y contá conmigo”, escribía desde lejos León Gieco.
El actor Rubén Stella fue convocado al escenario y decía: “En verdad, francamente conmovido ante quien con la difícil sencillez, logró pintar al hombre universal desde su lugar, desde su aldea. Así que Ramón, si logro leer esta pequeñísima letra que tiene este papel, para vos, con todo mi cariño, respeto y admiración”. Acomodaba su papel y leía: “Cielo de alfarero. Millares de muchacha de porcelana nueva se han vestido de luto por el viejo alfarero. Las tazas han tocado silenciosas campanas por el tacto del hombre que lloran las aldeas. Ha muerto. Sí. Ha muerto, más no por ello ahora descansarán sus brazos, pues mientras se lo llevan, por entre viejos robles, hay once ruiseñores, que mueven en la siesta el torno de la música que le anticipa el cielo”.
A un costado del escenario un cuadro llamaba la atención. Un óleo azul reflejaba una montaña, árboles, una Iglesia y sobre todo eso, en primer plano, el rostro de Ramón Navarro empuñando una guitarra. “Ramón de Chuquis”, tal el título del trabajo que en el año 2002 hizo Julio C. Agüero, autodefinido como “pintor autodidacta”, de la localidad de Chilecito, en La Rioja.
Si hay una artista completa esa es la cordobesa Suna Rocha. Siempre fresca y alegre, Suna es una de las artistas más importantes de nuestra música popular argentina. “Muy buenas noches. Realmente para mí es un honor estar esta noche con todos ustedes, compartiendo este merecidísimo reconocimiento a un querido amigo, a una persona extraordinaria, porque como ser humano es un hombre extraordinario. Y qué vamos a decir como autor, como compositor. Uno de mis privilegiados... yo vengo grabando a Ramón Navarro desde hace varios años y es por eso que los dos temas que voy a grabar, creo que los grabé a los veintinueve años, y los sigo cantando en el mismo tono, así que disculpen si termino agarrada del techo cantando (risas) Están muy altos...”. “Porque su esperanza nunca tuvo miedo, ahí va el rey del hacha, quitate el sombrero, que ahí va por la tarde Don Rosa Toledo (...) Y para las penas inventa alegrías, y su voz d