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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


08/05/2013

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RECORDAR


El cantautor mendocino Pocho Sosa sedujo a su público con un excelente repertorio de música cuyana el pasado viernes 3 de mayo en el espacio cultural Jalapeña, en el corazón de Palermo. Freddy Vidal y Pablo Alessia lo acompañaron con sus guitarras. 

Poco a poco todas las mesas fueron ocupándose por el público que terminó colmando el lugar. El cálido ambiente que proporciona la peña situada en el barrio porteño de Palermo, sumado a la calidad musical e interpretativa del músico de Mendoza, hicieron que los presentes fueran testigos de un acogedor espectáculo.  

Pasadas las 23 horas, los músicos encabezados por Pocho Sosa aparecieron en el escenario para comenzar con su velada musical en la que compartieron una variada selección de temas. Se hicieron presentes los ritmos folklóricos más tradicionales donde se lucieron los característicos estilos de la zona de cuyo con cuecas y tonadas como principales atracciones. 

La primera canción que apareció en la noche fue "La del lunar", tonada muy conocida en el cancionero popular cuyano. Seguidamente, sonaron la cueca de Jorge Viñas, "Hablando de mi cuyo"; y una hermosa canción dedicada a los bailarines folklóricos llamada "El enamorado".  

Fervientes palmas acompañaron “La cumbreña", zamba compuesta por Félix Dardo Palorma en homenaje a un amor imposible de su niñez que era la hija del dueño de un circo. 

"Ramal que para, ramal que cierra", es la reconocida frase de la historia argentina en referencia a la progresiva clausura de los ferrocarriles a comienzos de los ‘90. En alusión a este tema, Pocho Sosa compartió una canción de Julio Azzaroni titulada “Se fue ese tren”, que esboza la situación que vivió consecuentemente el país, en ritmo de chamarrita. 

Luego compartieron una dulce melodía con punteos a tres guitarras en "Caluyo del desierto", de Sandra Amaya. Esta canción fue escrita por la autora para invocar a la lluvia por la gran sequía que azota a la zona noreste de Mendoza, en donde se le reza a San Vicente por ello. 

Pocho entonó una cueca cuyo compositor sanjuanino, Eduardo Troncoso, se encontraba presente. Así, con las palmas de todo el público fluyó "Cueca del vino nuevo". De inmediato, cantó un gato y la tonada de Ernesto Villavicencio llamada "No sé qué diablos me pasa"

Antes de convocar a su invitada de la noche, interpretó “Sin esperanza se trata”, cuya letra es una poesía perteneciente a Jorge Sosa con quien compartió la profesión durante 25 años. Un día Pocho la encontró en su casa, le puso melodía de milonga y la hizo parte de su repertorio.  

Un hermoso momento se vivió cuando la cantante Ángeles Ascencio, una joven mendocina no vidente, subió al escenario para compartir algunos temas junto a Sosa y a su esposo Freddy Vidal. Radiante, luciendo su panza de embarazada, se sentó frente al micrófono para entonar a dúo “La sopita", una canción de Alicia Crest y Jorge Giuliano.  

Ángeles, que integra hace años el Coro Polifónico Nacional de Ciegos por el cual se estableció en Buenos Aires, es poseedora de una dulce voz con la cual siguió cantando junto a Pocho. Esta vez en “A que florezca mi pueblo", de Damián Sánchez y Rafael Paeta. 

El público, admirado, contempló la dulzura que generaban sus voces y despidieron a Ángeles con una gran ovación tras la interpretación de una chaya de Jorge Sosa, que fue dedicada por Pocho para todas las mujeres presentes.  

Promediando la velada, Pocho Sosa recitó junto a su guitarra envuelto en el silencio absoluto que le obsequiaron los espectadores. Habló de la esperanza y ofreció una sentida interpretación. Más tarde, en homenaje a su padre, entonó dos tangos: “Ese de gris”, de Armando Tejada Gómez y Tito Francia; y “Pasional”.  

También recordó a Mercedes Sosa, con quien tuvo el gusto de compartir escenarios de la talla de Cosquín, el Teatro Gran Rex, el Teatro Ópera y muchos más. De esta manera, interpretó “Otoño en Mendoza”, dedicada al nieto de Mercedes, Agustín Matus, que se encontraba presente en el espectáculo. 

Para el cierre obsequió las cuecas “Cochero e plaza” y “Calle angosta”, en las que todos corearon con fervor y acompañaron con palmas. Así también con la tonada “La tupungatina”.   

Y, a pedido del público, volvió a escena con la cueca “Póngale por las hileras”, de Félix Dardo Palorma. Los espectadores los despidieron con una fuerte ovación y luego del espectáculo se acercaron a saludarlo.


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