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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

24/04/2013

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RECORDAR


El intérprete chubutense Rubén Patagonia y el cantante jujeño Tomás Lipán unieron sus voces el pasado sábado 20 de abril en el Teatro SHA, de Capital Federal, para conmemorar el “Día del Indio Americano”. Los músicos ofrecieron un emotivo espectáculo en el que no sólo compartieron sus letras y melodías, sino que expusieron sus luchas en apoyo a los pueblos originarios y a la reafirmación de nuestra identidad como país.

“América Parda”, libro perteneciente al coplero Dardo del Valle Gómez, fue el lema que eligieron estos dos artistas del folklore argentino para brindar un llamado de unión y de igualdad. Este mensaje llegó hasta lo más profundo del alma. Lágrimas de emoción se deslizaron por los rostros de muchos de los espectadores que fueron parte de un espectáculo inigualable.

Minutos antes de las 22 horas Lipán y Patagonia se sentaron al pie del escenario y, aplaudidos por un teatro repleto, dieron comienzo a una distendida charla en la que recordaron anécdotas vividas a lo largo de sus caminos por la música. Emocionados por compartir esta función coincidieron en que “Es hermoso cuando los caminos de sentimientos, de música y de poesía nos unen más allá de las distancias”.

Nombraron a La Cordillera de los Andes como un camino de encuentro y de unión a través de los tiempos. Resaltaron la importancia, el respeto y el cuidado que debemos darle a la Pachamama (la Madre Tierra en quechua) o la ñuqe Mapu (en la lengua mapudungun, del mapuche).

Ambos músicos llevan en el nombre la característica de su lugar de procedencia, remarcando un fuerte arraigo por sus tierras para difundir la cultura de sus pueblos. Rubén Chauque, nacido en Comodoro Rivadavia, toma el nombre de la región a la que pertenece -la patagónica-; y Tomás Ríos toma la palabra Lipán en alusión a un pueblito cercano a su Purmamarca querida.

Con su guitarra en mano, Tomás Lipán cantó una zamba dedicada al curandero Tata Pedro, personaje de la quebrada; y le cedió el escenario a su amigo para que comience a compartir sus interpretaciones.

Con su inconfundible voz, Rubén entonó a capella en la lengua mapudungun un canto sagrado. Seguidamente, comentó que iba a hablar de la otra cara de la moneda de la historia, del pensamiento del hombre mapuche tehuelche ante la llegada de la civilización, "entre comillas".

Acompañado por sus músicos que evocaban sonidos de la naturaleza, Rubén obsequió una sentida y desgarradora dramatización en la que personificó a una abuelita tejedora mapuche frente a un acto por la conmemoración de la Campaña del Desierto, aquella que trajo muerte y destrucción. Esta interpretación que culminó al grito de “Amutuy”, dio paso a la canción de Marcelo Berbel.

Un silencio inmaculado se apoderó de toda la sala. Es que el sentimiento con el que interpreta Rubén Patagonia deja sin respiro y conmueve de manera especial y única. Un cálido aplauso irrumpió este clima cuando indicó que Félix Díaz, líder de la comunidad QOM, se encontraba presente junto a su familia.

Luego ofreció un recitado a su abuelo y compartió una canción de Hugo Giménez Agüero, gran referente de la música de la Patagonia. Para Rubén no existe mejor regalo que poder compartir la música con su familia. Para el tema “El abuelo y el pehuén” (que enseña a contar hasta diez en mapudungun), una de sus pequeñas nietas subió al escenario para cantar y bailar junto a él.

Más tarde llegaría el turno de Lipán que, en contraste con la fuerte voz de Rubén, aclaró que su canto es suave porque los norteños viven rodeados de paz y tranquilidad, del silencio de la quebrada y de la puna en donde los mismos cerros hacen de anfiteatro.

En sus manos tenía un tambor incaico, sus músicos comenzaron a aparecer y con el particular sonido de los erkes comenzaron la presentación de manera instrumental con típicos sonidos andinos. La primera canción que entonó fue “El minero”, una tonada-huayno de Jaime Medinacelli. Luego sonaron la zamba “La Yaveña”, un bailecito y la clásica "Viva Jujuy", para las que aparecieron parejas de bailarines vestidos con ropas características del noroeste argentino. Los pañuelos se alzaron con la “Cueca de los coyas” y la fiesta se desató con el huayno “Soy de la puna” y “Jujuy para dos”.

La sorpresa de la velada y uno de los momentos más emotivos se vivió cuando apareció el maestro Vitillo Ábalos en el escenario. Con sus 90 años de edad y una envidiable alegría y vitalidad se colgó el bombo para cantar “Nostalgias santiagueñas”. Todos lo ovacionaron felices de poder disfrutarlo. Y, para lucirse como el buen bailarín que siempre fue, acompañó a una señorita en una chacarera.

Tras entonar "El seclanteño", todos los músicos coparon el escenario dejando en el centro a los dos protagonistas de la noche, que brindando cantaron  “Yapay peñi”, que  en la lengua mapuche significa salud hermano.

La despedida tuvo un doble final. Por un lado fue muy alegre con los diablos del carnaval danzando por todo el teatro al compás de anateadas populares y carnavalitos; y por el otro obsequiaron el infaltable "Chalten". Todos los presentes aplaudieron de manera efusiva e interminable este brillante y emotivo espectáculo.

Nota: Belén Cordero

Fotos: Gisela Chiquiar


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