}
Muchos a la hora de hablar de un espectáculo dicen que hay algo de “magia”, como si un elemento de otro mundo rondara en cada función y en cada personaje, desde la zurda encantada de Maradona hasta el hechizado bandoneón de Piazzolla, por citar algunos ejemplos notables.
Pero, pensar en términos de “magia” presupone que se puede pasar de golpe de una causa a un efecto por un oculto cortocircuito, sin completar los pasos intermedios.
No es este el caso del Dúo Salteño, un conjunto iniciado en 1967 formado por el contratenor Chacho Echenique y el barítono Patricio Jiménez que a través de muchos pasos andados, siempre logran tener el mismo acento en la armonía y, aunque el tiempo pasó, sus contrapuntos, en donde hacen convivir ritmos folklóricos con las baladas, aún permanecen intactos. Podríamos decir, entonces, que la causa para llegar a el efecto deseado, en este caso, sería la química entre el talento y el trabajo.
La formación sufrió 20 años de ausencia, que a veces no es nada y a veces mucho, donde dejaron de cantar, pero nunca de ser amigos. Y se nota. Así se sintió el viernes 17 de agosto cuando hicieron su segunda presentación en el teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549).
Puntualmente a las 22 el Dúo ya estaba sobre el escenario como aquel primer concierto de retorno, en el Teatro Catamarca de la capital provincial, en octubre de 2005 para seguir completando el vacío que dejaron en sus dos décadas fuera de las tablas.
Y ahí estaban los dos amigos de más de 60 años saludando al público que aplaudía y aplaudía. Chacho Echenique ahora completamente calvo y Patricio Jiménez con su blanca barba al igual que su pelo estaban sentados en sus banquetas con sus guitarras prestas a tocar. A un costado estaba el guitarrista acompañante Martín Neri. Más tarde se sumaría para acompañar en algunos temas Pablo en el teclado.
Faltaban segundos para que La figura ya mítica del Cuchi Leguizamón comience a rondar en melodías, ritmos y armonías. A lo largo del recital fueron reflotando todo un repertorio de canciones que el Dúo no llegó a editar pero que les dejó el “Cuchi”, como "Canción de cuna para el vino", "De estar estando", "Zamba del penitente", "Zamba del que anda solo", “Madurando sueños”. Entre tema y tema nunca dejaban escapar la ocasión para contar anécdotas del “Cuchi” y para hablar, entre líneas, de una futura edición de este material. También, claro, estuvo presente la poesía de Manuel Castilla, del catamarqueño Luis Franco, Tejada Gómez, Yupanqui. Además, tocaron “Canción del caballo” sin jinete, “Lloraré”, "Corazonando", "Zamba de la Viuda", y “El Arriero”. Uno de los momentos más destacados de la noche fue cuando hizo su ingreso Raúl Barboza con su acordeón para interpretar “Mercedita”. Alguien del público gritó: “gracias Dios”. Y no era para menos.
A eso de las 23:30 llegó el final del concierto. “No nos estamos despidiendo, sino que estamos tratando de volver”, disparó Chacho Echenique. Siguen vigentes sin la ayuda de la magia adentro de la cabeza de uno o del corazón y, por sobre todo, en el cariño de la gente.