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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


05/12/2012

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RECORDAR


La agrupación que recorre las diferentes expresiones folklóricas musicales de la Argentina, El Entrevero, el domingo 2 de diciembre a las 21 se presentó en La Oreja Negra, Uriarte 1271.

El Entrevero dio un show generoso buscando ampliar los horizontes expresivos del género, aportando como elemento de innovación una nueva formación instrumental y generando en sus conciertos viajes musicales a desiertos, quebradas, valles y humedales (el recorrido era completado con la proyección de esas imágenes en las dos pantallas del recinto).

Cuando apenas comenzaron a apoyar el pie derecho sobre el escenario de La Oreja Negra todo se transformó mágicamente. Andrés Costantini (composición, arreglos, dirección, guitarra y violín), Laura Migliorisi (canto), Agustina Kuntze (flauta traversa), Mariana Rivaya (viola), Tomás Pereyra Lucena (violonchelo), Ángeles Filgueira Risso (charango), Agustín Strizzi (percusión) daban por comenzada la primera victoria de un músico cuando pisa las tablas: el silencio.

En el encuentro de música popular, de a poco iban logrando mezclar lo académico con lo folklórico sin perder la esencia de las músicas folklóricas. Así, fueron recorriendo diferentes expresiones de la Argentina con un repertorio que abarca diferentes estilos, combina obras clásicas con obras de autoría propia que habitan en su disco debut homónimo: El Entrevero.

Se notan sus estudios musicales que reflejan, tal vez, la música que escucharon y tocaron a lo largo de su vida (igualmente, son todos muy jóvenes), porque toman elementos del jazz, folklore, bossa, música clásica y los traducen a un lenguaje propio que tiene una inevitable esencia folklórica. Encaran así el folklore no como una tradición cerrada, localista sino todo lo contrario: como una fuerza que surge de unos ritmos en particular pero que pueden transformar la música en sus diferentes posibilidades de juego y cambio entre lo propio y lo ajeno que, pareciera, es lo que más les motiva a la hora de componer.

Así, fueron alternando en la presentación con dos propuestas que obedecen a dos líneas de creación, una de temas propios y otra  vinculada a arreglos de temas dentro del cancionero popular argentino, como “La chacarera de un triste”, “Copla sin Luna” o “Doña Ubenza” y entre los propios hicieron la chacarera “Cenizas de Algarrobo” que habla sobre un incendio en el impenetrable chaqueño y de cómo es el monte que se está arrasando y “Fin del litoral”, homenaje al Río de la Plata.

El grupo que se formó a fines de 2006 y grabó su disco pisando 2011; en la voz de Costantini tendría lugar el repaso de anécdotas sobre las canciones: “El Sembrador” habla sobre la Puna y un maestro rural. Hace 10 años hice la caminata turística San Isidro-Iruya y allí había un docente que iba mucho más allá pasando San Isidro; él caminaba a un pueblo totalmente aislado, perdido en las montañas y se quedaba toda la semana con los chicos a quién les daba de comer además de cumplir con la enseñanza. Esa devoción y entrega mereció esta letra.

También habría lugar para “Moneditas” y “502 Tangos”: “Moneditas está protagonizada por un personaje real. En el 2002-3 yo iba con un amigo a tocar a un bar a San Telmo y había un cantor que tocaba para sobrevivir, junto con un bandoneonista, en este mismo bar, consecuencia de haber perdido su trabajo a partir de la crisis del 2001. Su situación de vivir al límite mi inspiró a escribir la letra. La historia del cantor callejero en Moneditas tiene su continuación con “502 Tangos”.

Sobre el final hicieron “Mosquitos”, una poesía del fallecido escritor español Rafael Alberti: “En el Conservatorio tuve como materia Literatura; allí puse música a una poesía de Federico García Lorca y tiempo después me propuse hacer un ciclo de poetas españoles y agarré esta poesía de Alberti que forma parte del libro ‘Baladas y Canciones del Paraná’ (1954), me pareció muy graciosa y me surgió la idea musical. Es un aire de chacarera que tiene al comienzo una misma nota predominante más un acorde que va cambiando para formar una alteración en el color; ésta, es la idea del mosquito que te taladra y que vuelve todo el tiempo: esa es la repetición de la nota”, explicaba pedagógicamente Andrés Costantini.

Artistas y sobre todo amigos, "entreverados" en la magia del canto y la guitarra ofrecieron reflexión, calidad musical interpretativa, poesía, historias del hombre y la naturaleza y colores distintos y todo el despliegue escénico estuvo centrado en esa lengua amorosa natural pronunciada con exquisita musicalidad.


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