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Notas
NOTA DE INTERÉS


20/11/2012

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RECORDAR


Su nuevo disco De agua y laurel es en tributo al recordado pianista y compositor salteño Gustavo "Cuchi" Leguizamón.

En el bar político El Revolucionario, abierto en la sede de la Asociación de Madres de la Plaza de Mayo (Buenos Aires), cargado de referencias a mitos argentinos como Evita Perón o Ernesto ´Che´ Guevara en forma de cuadros de gran tamaño, transcurre la charla con Olga Román recién arribada de sus primeras dos fechas en Mendoza. Luego, el periplo continuará por la Universidad Nacional de Córdoba (23), Santa Fe (24), Sala Lavardén de Rosario (26), Florentino Teatro Bar de Pergamino (27) y teatro porteño Apolo (30).

No solo de ahora su repertorio estuvo teñido de impronta argentina. Hace años que conoce a Baglietto (que también participa del disco) y él (como también el Quinteto Santa Fe) grabó en su último disco, “Me Asomo” (de Román): "Este disco (De agua y laurel) fue un salto al vacío, me entregué absolutamente. Me gusta mucho la Argentina. Conocí a Néstor Díaz, el músico con el que trabajé en este disco, le mostré al piano Zamba para la viuda. Era la canción que iba a cantar como bis en los conciertos que hice por Argentina en marzo pasado y, como él es un músico que viene del folclore y yo siempre tuve como idea hacer un disco de folclore argentino, hablamos y lanzamos títulos de canciones posibles. Al rato, nos dimos cuenta de que muchas eran del gran Cuchi Leguizamón." La ex corista de Joaquín Sabina vuelve a nuestro país con un álbum que contiene 12 canciones que compuso Leguizamón y que representan buena parte del cancionero folclórico argentino. Algunas de ellas son: "Zamba del laurel", "La pomeña" y "Zamba del Carnaval".

-¿Cómo surge esta nueva producción que la acerca a la Argentina? ¿Y su vinculación con géneros musicales ajenos a la tradición española cómo nace?

OR:
Cuando tenía doce años, un cura que había sido misionario en África y que vivía cerca de casa, me regala un disco de Mercedes Sosa. Lo primero que hice fue subir a mi cuarto y ponerlo en el tocadiscos. Quedé fascinada. Y en relación al “Cuchi” lo que más me atrajo en las primeras escuchas son los intervalos que utiliza: “ay niñaaa….no queda nada” (canta los primeros acordes de Cartas de amor que se queman). Tenía líneas melódicas diferentes al resto. Por eso me apasiona. Ese fue su sello particular: mantiene la raíz del folclore, pero también tiene un vuelo muy especial anclado aquí en esta tierra mágica; tiene la sencillez de lo popular. Mi vínculo afectivo con la Argentina es muy fuerte por muchísimas razones personales. Estuve trece años casada con un argentino. También admiro mucho a Fito, Calamaro, Liliana Herrero y me encanta también el Dúo Salteño. Después escuché a muchos otros cantantes: desde Liliana Herrero a Lorena Astudillo, Verónica Condomi, Pedro Aznar, Juan Quintero, Martín Calatayud, Ángela Irene (que también participa en el disco), etc…

¿Qué la enamoró del “Cuchi”?

OR:
Escuché varias entrevistas a él y me di cuenta que era una persona que no tenía miedos en hablar y decir lo que pensaba. Eso era maravilloso, su habla era extraordinaria. Me gusta mucho la gente valiente y que dice lo que piensa. Además, sus canciones tienen extraordinaria e inagotable poesía donde uno no puede omitirse ver el paisaje del Norte, que es conmovedor.

-¿Esos elementos significaron el tributo?

OR:
Mira, la primera vez que escuché al “Cuchi” en piano pensé en Thelonious Monk, el pianista de jazz. Ambos tienen esa forma percusiva de tocar y esa manera un poco “sucia”. Y eso es lo que lo hace eternamente contemporáneo y vanguardista. Fue incomparable. No hay nada más lindo que desear e ir a por ello. No hay nada más lindo que vivir por las cosas que te apasionan. En eso me identifiqué enteramente con la obra de este gran autor.


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