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El pianista, compositor y arreglador, que fundó la compañía discográfica Pretal, mostrará su nuevo material Salto Grande junto a Livia Barbosa, Oscar Alem, Hugo Romero, Claudio Ceccoli y Eduardo tacconi. Con ellos tocará en plan acústico mucho del repertorio de su último CD (que incluye también un recitado de Hamlet Lima Quintana y la participación de artistas como Renato Borghetti y Juan Falú).
“Tuve la fortuna de vivir en una región (Entre Ríos) poblado de verdes, pájaros, todo lo que pueda significar sensaciones. Mi padre, teniendo yo cuatro o cinco años, se le ocurrió comprar un piano para mis hermanas mayores y para mí se transformó en un juguete. Y creo que todo lo que me impresionaba de lo que me rodeaba se traslucía en emociones que volqué en la música porque fue el elemento que me permitió comunicarme con ese mastodonte que tenía como amigo”, dice Guillermo Zarba a FolkloreCLUB en su departamento donde, claro, no puede faltar un piano de cola instalado en el living.
“La naturaleza y el hombre predominan en todas mis formas de expresarme. Es muy difícil imaginarse un camino, campo o río sin la presencia de un ser humano…,” orienta un músico que prolonga con aires de modernidad la música del Litoral, rinde su homenaje a la memoria de Tránsito Cocomarola, para recalar en contemporáneos como Chacho Muller o cultivar la música de Eduardo Falú, Gustavo Leguizamon, Ernesto Montiel, Eduardo Falú, Carlos Guastavino, Luis Alberto Spinetta, Aníbal Sampayo, Rosendo Mendizábal, Omar Moreno Palacios y Carlos Montbrun Ocampo, entre otros.
Se trata de una de esas figuras en el panorama del folklore argentino cuyo nombre no irrumpió en la sociedad de consumo ni cobró fama en tal contexto, precisamente por haberse consagrado seriamente a componer música no convencional y tocar el piano de modo original. En su largo camino recorrido dentro de la música instrumental y sinfónica, acompañó, en distintos escenarios, a artistas como Hilda Herrera, Jorge Navarro, Lilian Saba, Oscar Alem, Emilio de la Peña, Juan Falú, Jorge Marziali, y Teresa Parodi entre muchos más; y arregló composiciones de Carlos Guastavino, Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla y Gustavo “Cuchi” Leguizamón.
“Lo mío nació un poco en la soledad y no podía expresarme en otro idioma que no sea tocando el piano”, reflexiona, casi para sí. Estudió piano en el conservatorio Alberto Williams de Concordia, armonía y contrapunto con Guilllermo Graetzer y Gabriel Senanes y piano con Hugo Charpentier, Dante Amicarelli, Adriana de los Santos y Fabiana Galante. En 1994, Guillermo Zarba obtuvo la Nominación de la Asociación de Cronistas del Espectáculo (Premios ACE) en el rubro "instrumental", por su disco "Sin Permiso". La Universidad Nacional de Entre Ríos y la Secretaría de Cultura del Estado de Rio Grande do Sul (Brasil) auspiciaron la realización de mesas redondas conducidas e ilustradas por Zarba, teniendo como tema central "la producción cultural latinoamericana y sus antagonismos comerciales".
Podría tratarse de un músico buscando su propio camino, entre varios posibles, o de alguien dispuesto, simplemente, a recorrerlos todos. “Desde mi punto de vista, cada paso fue un nuevo mundo, exactamente como mi próximo paso me lo hacía saber”, dice Zarba. “Nunca fue parte de un plan ni de nada premeditado; es más, yo hubiera sido incapaz de decir qué haría después. Sólo se trataba de entrar en cada proyecto con la fascinación ante las posibilidades que eso abría ante mí. Pero la verdadera aventura es siempre ir un poco más allá y tocar y componer y aprender algo nuevo cada noche ante cada público diferente. Ese es el camino.” Así, por ejemplo, se explica por qué grabó “Muchacha ojos de papel” de Luis Alberto Spinetta. “Tenía un empleado en el sello discográfico fanático del ‘Flaco’. Con esta versión quise reflejar mi introducción chiquita a este tipo de música”, comenta el pianista. “Estuve dos años sin hacer nada. Presenté en 2010 dos obras sinfónicas en el Coliseo con una repercusión escasa. Luego, un amigo me trajo una película del músico Stravinsky cuando presentó sus obras máximas y lo criticaron muy mal hasta que fue reconocido, pero sufrió mucho por eso. No quiero hacer comparaciones porque sería demasiado petulante, pero él decía que es muy difícil cuando uno hace cosas con una interpretación compleja que haya una repercusión inmediata. Ese retraimiento que tuve luego de presentar aquellas dos obras, me permitieron reflexionar para ahora si decir voy a dar un Salto Grande para seguir avanzando.”
Una realidad que Zarba consumó, sintetizó, validó y transformó en músicas para su flamante disco (Salto Grande), que presentará el miércoles 22 de agosto a las 21.30 en Notorious, -Callao 966, CABA-. “Mi relación con la música es una manera de traducir mi visión del mundo. Así, gracias a la ayuda de mi productor José Luis Ajzenmesser, estos temas suenan musicalmente compactos, como si cada uno de ellos no pudiera vivir sin vincularse con los otros”, sostiene sobre el motor inicial de una fina obra musical de 15 canciones (con Oscar Alem y Juan Falú como invitados especiales, entre otros) que hablan (a pesar de ser en su mayoría instrumentales) precisamente de ríos, bosques...aromas, cielos y llanuras “que se vuelven melodías”, mediante un ensamble que incorpora guitarra, ,sutil percusión, recitado (Hamlet Lima Quintana), piano eléctrico, contrabajo y acordeón. Que fusiona, en suma, lo vernáculo y lo moderno. “Hice muchos arreglos extraños”, se ríe Zarba, “pero la verdad es que nací en una tierra donde la naturaleza se respira profunda. Comencé a grabar y modificar las melodías en el proceso, hasta estar contento en cada canción. Mi único objetivo era no rendirme, terminar algo. Eso es agradable si suena coherente, aunque no esté seguro de dónde provenga”, explica.
El encastre estético ubica el trabajo en el nicho de “música contemporánea”, y algo de eso tiene. “Esto me permite acceder a otro perfil de escucha. Así, me están reconociendo temas míos publicados en otras épocas como Salto Grande (2006). La palabra clave para innovar es curiosidad. Y también, placer.”, ratifica. Guillermo Zarba volverá a un escenario junto a su piano para jugar, otra vez, con las teclas. Tocar zambas, vidalas, entonar ritmos, tal vez, del tango y jazz, chamarritas, huellas, chamamés, milongas, estilos y rasguidos dobles. "Se va a armar", acota cuando se suma a la charla su esposa, la actriz Nélida Flora Brusco, para convidarnos con café. De repente, Guillermo Zarba, deja las manos quietas, se queda pensando y suspira. "Bueno, la música es una cosa misteriosa y cuando uno nació músico, no hay caso, hay que seguir adelante."