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...¿La excusa? Poner a disposición de su gente las canciones del reciente disco
La simpatía con el publico se notó ni bien asentaron un pie sobre el escenario. Los aplausos se levantaban a medida que las canciones tomaban contacto con el aire. Un show que arañó las dos horas dejó el saldo de una aprobación en escala unísona.
Sacarle punta al lápiz y hacer un recuento de los momentos destacados que se vivieron el sábado, es resaltar el regular sonido brindado por la empresa Bascoy, pero destacar la excelente armonía y entrega de Julio Paz y Roberto Cantos, quienes acompañados por Julio Gutiérrez (violín), Andrés Acuña (piano) y Pablo Aznares (mandolina), se llevaron la mayor calificación de la noche.
Las canciones fueron varias, desde un paseo pronunciado por la nueva placa “Corazón sin tiempo”, hasta temas clásicos de su repertorio como “El escondido” o “Peregrinos”. De todas maneras, después de tres vueltas a escena, ya no regresaron y el público que levantó sus manos para dar el presente, se volvió a casa con el grito de "una más”.
A las 21:15 la canción venezolana “Tonada de luna llena” desembarcó en la sala para comenzar a desandar una furiosa seguidilla de chacareras y una que otra zamba. Luego de “La ripiera”, se pronunció la increíble versión de “Zamba del romero” para marcar el punto de inflexión entre el sonido de los trabajos anteriores con el reciente, al incorporar el timbre de un piano en su musicalidad.
La comprometida “Inti sumaj” se cruzó con “De mis pagos” y con “Pancho Raco”, para seguir incorporando nuevos colores al dúo. En este caso la caricia suave de la mandolina.
“Es una alegría inmensa poder estar otra vez aquí y mirar en el público muchísimos amigos. Con este disco tenemos un montón de cosas para decir o cantar, además de la emoción de seguir mostrándonos después de 20 años. No lo pensamos como un recorrido largo, sino como un punto de partida para continuar este camino por mucho tiempo más”, así aparecieron las palabras de Julio Paz para abrir el diálogo con su gente.
¿La respuesta del otro lado? Preguntar por Andrea Leguizamón, quien ejecutaba el violín hasta no hace mucho tiempo. Pasa que ella dejó los escenarios para dar a luz a un bebé ( Dalmiro), fruto del amor con Roberto Cantos, y los seguidores del dúo la recuerdan con mucho cariño.
La música continuó con “La atamisqueña”, “Viditay”, “Corazón sin tiempo”, y “Negra de mi vida”, donde Julio aclaró que no es una letra compuesta por el “Che” Guevara como se lo planteaba un periodista, sino que le pertenece a Ernesto Guevara, guitarrista de Raly Barrionuevo.
En cuanto a los temas clásicos y no incluidos en su nuevo trabajo, le dieron lugar a: “A Don Ponciano Luna”, “Vidala de noche”, “Corazón de lechiguana”, “El escondido” y el infaltable “Peregrinos”, que ya se convirtió en el himno de los Copla.
En ese intento de patear el tablero y volver a repartir con su nuevo trabajo discográfico, el Dúo Coplanacu se dio cuenta de que volvió a llegar al sonido hondo de su raíz. Es que ya tienen un criterio definido y estos veinte primeros años lo avalan.