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El cantautor chaqueño Horacio Guarany cautivó a su público el pasado sábado 3 de marzo con la presentación de “Si se calla el cantor”, cuarta y última obra que integró un ciclo de espectáculos que se llevaron a cabo en el Teatro ND Ateneo en el marco de los festejos por sus 10 años.
El recital comenzó alrededor de las 21 horas con la proyección de un video con imágenes de Horacio cuando era joven en el que entonaba canciones de su álbum Canta a Martín Fierro. Esta antesala bien gauchesca dio paso a la aparición de este gran artista que con su característico poncho rojo y negro irrumpió en el escenario del teatro que estaba colmado de seguidores. Con una gran ovación dio inicio a esta velada inolvidable cantando y bailando la zamba "El llanto de las vidalas", seguida por la chacarera "Caballo que no galopa".
Horacio no quiso demorar sus palabras de enorme agradecimiento por la presencia de todos los espectadores que tan eufóricos lo recibieron. “¿Cómo no voy a seguir cantando con todo este cariño? A mí me mandaron a cantar y ustedes tienen la culpa, ustedes me hicieron cantor estos 63 años”, compartió muy emocionado.
Comenzó a contar sobre este ciclo de cuatro presentaciones en el ND Ateneo en el cual trazó un recorrido por su trayectoria. Cada tópico lo invitó a compartir distintas vivencias y etapas de su vida. El nacimiento de cada canción en las que supo narrar al país y al mundo entero cuáles eran sus historias y los sentimientos que le afloraban en cada momento particular. En el comienzo de esta línea de tiempo bajo el título de “Aquellos primeros años” rememoró su lugar de orígen, el lugar donde se crió y cómo sus ansias de ser cantor lo llevaron a dejar su Chaco Santafecino querido para instalarse en la ciudad de Buenos Aires donde comenzó su carrera desde adolescente. Y fue así como tomó asiento en una mesa que adornaba el escenario y con una copa de vino en la mano comenzó a recitar unos versos que escribió para que quede mejor plasmado su relato. Y llegó una canción que esbozaba su lugar de procedencia, "La litoraleña".
Luego de este emotivo comienzo, hizo referencia a una gran etapa de su vida donde se dedicó a escribir sobre el amor. Guarany no sólo está convencido de que sin amor no se puede vivir sino que con él se crea cultura en los pueblos. Evocando al amor como base de la vida entonó "Jazminero azul", una zamba que recordó que lo llevó muy lejos en su carrera. Seguido de este romántico momento recitó un poema enumerando todas aquellas cosas que ama. El público lo admiró en total silencio y coronó esta trama cantando "Amar amando".
Los espectadores demostraban su respeto y admiración poniéndose de pie en el cierre de cada canción y, adelantándose a un final que no querían que se acerque, se hacía presente el grito de “otra”. Guarany, veloz, ocurrente y divertido aprovechó esta palabra para hacer una presentación. “¿Boca?, ¿Boca?, no digan Boca que se va a armar lío”, bromeó y contó que esa noche se encontraba presente honrando su actuación un gran amigo, una persona que quiere mucho por sus valores. Fue así como las luces del teatro se encendieron y Matías Almeyda, ex jugador y actual director técnico de River Plate, alzó sus manos y ese mismo público respetuoso por cada acontecimiento de la noche le brindó un cálido aplauso y sin importar colores ni cuadros todos los presentes lo ovacionaron.
“La lucha, el exilio y la paz” sería el próximo camino por contar y recorrer. Horacio hizo alusión a aquellos momentos fríos y de mucho dolor que vivió nuestro país durante la última dictadura. Contó cómo lo vivió él desde su profesión, desde la música como elección de vida. Pero con un mensaje esperanzador concilió diciendo que éstas son etapas de la vida de los pueblos, que hay que afrontarlas y saber salir adelante. De fondo se proyectaban imágenes del cantautor argentino con artistas y amigos como Héctor Alterio, Enrique Llopis y Armando Tejada Gómez durante su exilio. Fue en aquella época donde dejó de escribir canciones de amor y comenzó a denunciar lo que vivía su pueblo. Recitó unas palabras y cantó "Coplera del prisionero" y la cueca "La guerrillera". Escribió cientos de canciones durante sus cuatro años afuera.
Otro reconocimiento por parte de Guarany fue para con sus músicos que lo acompañan con sus voces, guitarras y bombo. Fue así como el momento instrumental se apoderó de la sala cuando Eduardo Semerario, Gonzalo Masseroni y Raúl García interpretaron una canción sólo con sus guitarras. Luego fue el turno de Miguel “Palito” Acuña que mostró su destreza con el bombo en la chacarera "Caminito de Acheral". Todos fueron aplaudidos tras demostrar en escena sus habilidades como grandes músicos que conocen y entienden a la perfección a su amigo Horacio.
Para ir finalizando con este ciclo de cuatro obras a las que concurrieron cientos de fanáticos y seguidores de todas las edades, Guarany se despedía contando que en agradecimiento a su país quiere dejar un legado, algo más que sus canciones y sus poesías. Un teatro en el cual todos los grandes valores del país que no tienen un lugar para mostrarse se puedan formar como artistas y donde se puedan hacer espectáculos, especialmente, las obras criollas argentinas de teatro que están tan olvidadas. Tras siete años de lucha por conseguir este lugar, Guarany está orgulloso de encontrarse ultimando detalles para la apertura de este espacio que tendrá como director artístico a Claudio Gallardú y a Gastón Barral como asesor cultural. Finalizó estas palabras con una de las canciones más esperadas por el público, título que daba nombre a esta última presentación: "Si se calla el cantor".
Tras dos horas de concierto, se despidió pero de inmediato volvió dejando bien en claro que no quería bajarse del escenario y entonó los clásicos de su repertorio como el chamamé "Por las costas entrerrianas", "Piel morena", "Canción del adiós", "Volver en vino" y "Recital a la paz". Sin embargo, la despedida se aproximaba. Los músicos habían guardado sus instrumentos, pero el público pidió al únisono la "Zamba del chúcaro" y enseguida Guarany se las concedió. Sonó también "La villerita".
Fue una velada cargada de sentimientos por parte del cantante que estaba muy emocionado por haber logrado su objetivo de compartir su vida entera a través de sus poemas y canciones; pero también por parte de toda la sala presente que con cada aplauso, cada aclamación, cada sonrisa y cada lágrima devolvió a Horacio todo lo que ha dejado a lo largo de sus años como referente y voz viva del pueblo argentino. Y el final llegó de la mano de "Guitarra de medianoche" bailando.